Capítulo 3

Alexei 

Meses después 

Han transcurrido dos meses desde que planeé regresar, y hoy estoy aquí en mi bella Nicaragua. El condominio del valle sigue igual, casi nada ha cambiado.

—Papi, aquí no hace tanto frío — grita mi pequeña, corriendo por toda la casa grande. Dejé dicho a los empleados que dejaran todo en orden para mi llegada, y así fue.

—Hace mucho calor, no sé si podré aguantar todos estos meses.

 —Pues lo lamento, querida. Si no te gusta, puedes regresar a Los Ángeles. No entiendo por qué no te sientes feliz de haber regresado a tu país natal.

Natalia niega, arrugando el ceño. Ella es de Granada, pero su madre se la llevó a Los Ángeles con ayuda de mis padres, obviamente para hacerla mi esposa. Ahora no le agrada su país, en cambio, yo estoy demasiado satisfecho con mi decisión.

— ¡Mi joven Alexei! — grita Margarita, mi adorada nana.

— Margarita —sonrío y la abrazo, feliz de verla. Ya se ve un poco mayor, pero aún sigue fuerte.

—Bienvenido a casa, se te extrañaba bastante.

—Lo sé, nana. Te presento a mi esposa, Natalia. Ella es mi nana Margarita.

—Mucho gusto, señora Natalia — asiente Natalia sin ánimos.

—Mucho gusto, Margarita.

—¿Y dónde está la princesita?

—Doña Diana le está mostrando la habitación a su niñera, así que seguro anda correteando con ella.

—Estoy muy feliz de tenerlos aquí, les prepararé algo delicioso.

—Ay, gracias Margarita, muero de hambre. Este embarazo me tiene hambrienta todo el tiempo.

 —Felicidades, señora, por su embarazo. Ahora le prepararé un delicioso caldo.

Sonriendo, se dirige a la cocina. Natalia mira todo alrededor como si no fuera de su agrado.

— ¿Quieres descansar? —le pregunto al notarla desanimada.

—Creo que es lo mejor, que Margarita me suba el almuerzo.

Asiento, entrando al despacho. Papá no quiso venir por ahora, estará con mi hermano a cargo de las empresas.

Empiezo a hacer todas las diligencias de mi llegada, la reunión con los accionistas en el Hotel Holiday y la Empresa. Luego comienzo con los trámites de estudio para mi hija; la pondré en la escuela Bautista.

—Karla, ve con el chófer a buscar los uniformes de la nena y sus demás artículos.

—Sí, señor.

Me dirijo a la sala y veo a la niña con su madre, pero al parecer está molesta ya que su mamá no le presta atención.

— Mami, juega conmigo, estoy aburrida.

—Luna, ya te dije que no quiero. ¿Dónde está tu nana? Debería estar cuidándote.

Mi hija se echa a llorar. Enojado, me acerco a ella y sin pensarlo, le digo sus verdades.

—Eres una madre irresponsable con tu hija. ¿Qué te cuesta prestarle atención? Últimamente te veo más amargada con la niña. Si eres su madre, compórtate como tal. Karla decidió venir a Nicaragua por ella. Seguro al ver tu comportamiento, creo que es más mamá ella que tú misma.

—Alexei, estoy embarazada, ¿acaso no ves?

—Déjame decirte que no estás enferma ni discapacitada—Natalia llora por mis duras palabras.

— Papi, no te enojes.

—No, pequeña, vamos a jugar.

—Alexei—me llama a lo que, enojado, cargo a mi hija y salgo de la sala.

—Hija mía, papá está para jugar contigo, ¿vale?

—Sí, papi. Te quiero mucho.

—Yo te quiero más— añado dejandole un beso en su cachetes.

Salimos un rato al parque cercano de la casa, mi hija y yo. No soporto verla triste, así que la veo divertirse mientras se desliza por los toboganes. El parque es un remanso de belleza y frescura, con árboles que ofrecen sombra y un suave murmullo de hojas movidas por la brisa. Los niños corren y juegan por todos lados, riendo y gritando de alegría, mientras los pájaros cantan alegres melodías hermosas. Recuerdo cómo conocí a Anashia en este mismo lugar. Ella sollozaba porque unas niñas la molestaban, y desde entonces nos hicimos amigos. Crecimos juntos, compartiendo recuerdos únicos en la misma escuela. Suspirando  dejo de lado esos pensamientos para disfrutar del momento con mi hija, quien juega con alegría. Estar a su lado me llena de felicidad, Luna es todo lo que amo en esta vida.

*****

Al día siguiente, desperté temprano para llevar a la nena a su primer día de escuela. Ella se veía contenta, con muchos ánimos. Sé que le gusta este ambiente, su sangre Nica corre por sus venas, y quiero que ella se sienta feliz.

—Señor, la pequeña está lista.

—Bueno, Karla, sube tú también. Recuerda que tu trabajo es la niña.

—Sí, señor.

Mi hija se despide de su madre, y como siempre, Natalia con su amargura. Negando, la llamo para subirla al coche. Respiro el aire que emana de mi país. Es tan hermoso y bello. Me siento el Alexei de hace años.

—Papá, qué bonito se ve este lugar. Tiene muchos parques.

—Mi niña, cuando estés libre, te llevaré a varios lugares, ¿entendido?

Mi pequeña mueve su cabecita en señal de asentimiento.

Al llegar al colegio, bajo con ella. Veo su tarjeta en la que indica su número de aula. En este colegio estudié hasta mi quinto año, y fue una experiencia inolvidable. Qué recuerdos aquellos.

Veo el número de aula y me dirijo allí. Varias chicas, imagino que son docentes, están cantando con los niños. Ni modo, me toca interrumpir.

—Disculpe, señoritas, soy el padre de la nueva integrante. Me llamo Alexei Servante.

—Hola, mucho gust... — la muchacha se sorprende, al girar su rostro, queda con la palabra estancada y ni decir de mí al ver de quién se trata, me sorprendí al verla después de tantos años.

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