Un mes después Sara y Alan llevaban un mes fuera del radar de cualquier persona que quiera saber de ellos, ella solía hablar con su padre de una manera en la que no dejaba rastro de nada, estaban bien, su madre cada día mejoraba, al parecer por petición de su padre, la quimio Estaban resultando para ella. Las cosas en el palacio no eran las mejores, Azar llevaba un mes en prisión, no la estaba pasando muy bien que digamos, Raft estaba aprovechando que él estaba a su merced para hacer lo que se le daba la gana con Azar, eso tenía muy preocupado a Alan. Sara observa a Alan pescar y una gran sonrisa aparece en su rostro, están viviendo en una isla desierta, Alan la compro para ellos y desde entonces viven de todo lo que la isla les brinda.—¿Lista para comer? —preguntó Alan a Sara que cuidaba de su pequeña y acariciaba su pequeña barriga.—Tuviste un buen día hoy, ¿cierto? —él sonrió, ver esta faceta de él, hacía que una gran sonrisa saliera de ella.—Sí, me siento muy orgullo de m
Su padre la mirada sin saber qué decirle, su corazón estaba delicado, pero sabe que si no decía la verdad, ella al final lo descubriría como fuera.Suspiró con fuerza y solo han sintió, Sara jadeo y llevó sus manos a la boca tapando los fuertes sollozos que querían salir de ella.— lo siento mucho hija, Alan está enterrando a su hermano.—¿por qué no me dijo la verdad? — Su padre quería decirle tantas cosas, pero sabía que en este momento lo único que necesitaba era la verdad.— Alan no está bien hija, siente mucha rabia e impotencia, se siente culpable por la muerte de su hermano y el secuestro de su hermano, así que entiende que lo que hizo fue por amor, se alejó de ti sabiendo que eso era lo mejor para no lastimarte.—¿Amira está secuestrada?— sí, Alan habló con Ronald, parecía algo raro y él empezó a sospechar, cuando terminaron la llamada Ronald le envió un mensaje donde le decía que se había apoderado del Palacio, lo había alejado de su cargo, había matado a Alan y secuestrado,
Habían pasado dos días en los que Sarah no había sabido nada de Alan y de su mejor amigo, las cosas no se encontraban muy bien, su estado de ánimo se encontraba muy muy bajo y también su salud, su padre estaba preocupado porque pensaba que en cualquier momento ella podría sufrir una recaída de la que no se podía parar.El padre de Sarah entra en su habitación encontrando la dormida junto con su hija suspira, dejando un vaso de agua en la mesa y un plato de comida, ya que ella no quería comer desde hace días.Sale la habitación y en ese instante Sarah abre los ojos, observa su padre como sale de su habitación y mira el plato de comida en su mesa de noche, sin ánimos y sin ganas de comer, se levanta para poder comer algo sabe que necesita estar fuerte para sus hijosEn ese momento la puerta se abre y su padre entra por ella, Sarah le sonríe sabiendo que no ha sido fácil para él tener que Lidiar con ella— estoy bien, Papá voy a comer porque sé que mis hijos lo necesita — él es sonríe y
Los ojos de Sara observaban al hombre que tenía frente a ella. Su amante, su amor, aquel con quien había pasado los mejores momentos de su vida, pero quien en este momento estaba rompiendo su corazón con esa confección, ¿Cómo pudo hacerle eso?, ella aún no comprendía en que momento su vida había cambiado tanto y el hombre que le dio los mejores momentos y las noches más apasionadas, ahora mismo le estaba rompiendo el corazón. —¿Desde cuándo? —pregunto ella con las lágrimas descendiendo por sus mejillas sin parar. Él observaba a la mujer que amaba y a la cual debía dejar para no perder todo por lo que había luchado. —Desde que llegué aquí, siempre supe que esto iba a pasar —dijo con un nudo en la garganta y la rabia fluyendo por su cuerpo al sentirse como un cobarde y no luchar por la mujer que ama. —Me engañaste, jugaste conmigo todo este tiempo —exclamo ella sintiendo una rabia que consumía su cuerpo cada segundo más y más —. Como pudiste hacerme esto, te dije que te amaba y
Hace un tiempo atrás. Sara observaba la ventana de su oficina con frustración y nerviosismo. Hoy vendría el dueño de la empresa y quien había sido su jefe por más de seis años. Nunca lo había visto en persona, sus comunicaciones eran solo telefónicas o por correo, y en ese momento, recordó lo fuerte y gruesa que era su voz, le producía sensaciones que jamás ningún hombre logró, ni su ex prometido. Menea la cabeza para alejar esos pensamientos en el momento en que la puerta es tocada y la cabeza de su mejor amiga y secretaria, aparece por la puerta de su oficina. —Nena, es hora, la junta te espera —suspirando, se da la vuelta y camino hasta la puerta donde Mariana la espera. —¿Lo viste? —dice ella con un tono de desespero. —No, el hombre venía rodeado como por diez guardaespaldas y no pude verlo, es de la realeza, nena —ella asiente recordándose eso. Sara llevaba fantaseando con ese hombre por años, y eso no podía seguir permitiéndoselo. Él era un hombre imposible para ell
Sara observaba sus manos temblorosas, no sabía que esperar de la reunión que tendría en unos minutos con el jeque, ese hombre la intimidaba y el hecho de que llevará años fantaseando con él, la ponía en una situación un poco incómoda y que no le agradaba para nada. Se miro un par de segundos en el espejo de su baño privado y luego salió de él hacia la oficina del jeque, que la esperaba impaciente y con una furia que no podía controlar, paso la peor noche de su vida, no podía sacar de su cabeza a aquella pelirroja que lo estaba volviendo loco. Sara toco la puerta de Alan y cuando recibió el permiso para entrar, abrió la puerta sintiendo como la deliciosa fragancia que el hombre usaba la golpeaba con fuerza en el rostro. —Creo que le dije que la quería aquí a primera hora, lleva quince minutos de retraso —exclamó Alan, con las manos como puños y los dientes apretados. Sara tiemblo en su lugar y se acerco a una de las sillas que estaba frente a ella para tomar asiento allí. —Lo
Sara observó a Alan con una expresión que dejaba ver que sus palabras no le afectaban en nada, o eso es lo que ella quería hacerle creer, porque en realidad, si le dolieron, más de lo que creía, no entendía por qué el era tan cruel con ella. Sara enderezó sus hombros y levanto su mentón para que él no pudiera descifrar que sus palabras le habían producido algo. —No se preocupe señor, jamás imaginé que lo que había pasado con nosotros era algo importante, sé que soy una simple empleada y eso no lo he olvidado —él apretó la quijada porque no esperaba esas palabras de ella, imagino que herir su ego le serviría para que su empleada le diera lo que él quería, pero qué equivocado estaba, Alan asiente sin decir una sola palabra, porque sabe que si lo hace, enloquecerá frente a ella. — Bien, si dejamos eso claro, me gustaría saber para qué me llamo. —Necesito un reporte de los últimos años de la empresa —Sara lo observo con los ojos entrecerrados, no entendía para que él le estaba pidien
Sara movió sus manos de una manera exagerada mientras veía como su mejor amiga se burlaba de ella después de contarle todo lo que había pasado con aquel hombre que la desequilibraba de una manera que la ponía nerviosa. —¿En serio le dijiste eso? —pregunto la mujer frente a ella que la miraba con una gran sonrisa en el rostro y una ternura que la volvía loca. —¡¡Me dijo que era un payaso!!, no iba a permitir que él siguiera jugando conmigo como se le diera la gana, no estoy dispuesta a permitir eso —ella asintió sonriendo. —En eso, si tienes razón, no entiendo por qué ese hombre está tomando esa actitud contigo, ¿estás segura de que dijo que olvidaran lo que paso? —Sí, estoy muy segura, me hizo sentir como una tarada que pensaba que su amor platónico vendría a proponerle matrimonio — Mariana suspiro con fuerza al escuchar el dolor en las palabras de su mejor amiga, sabía lo ilusionada que estaba con ese hombre, a pesar de que siempre le dijo que era una ridiculez, ella no quiso