TINA WILLIAMSCaminaba de un lado para otro en la habitación, la noche había caído y me temía que tuviera que derrochar pasión con Patrick en esa cama. Había miles de motivos por los cuales no me agradaba la idea, principalmente, porque no quería tener un hijo con él, tampoco quería intimar con un hombre por el que no sentía absolutamente nada, si acaso, miedo.La puerta se abrió lentamente, mostrándome su alta silueta. Se acercó en completo silencio, sin prestarme atención, como si solo fuera un mueble más. Abrió el clóset y rebuscó entre las prendas, sacó una camisa, la inspeccionó y la dejó sobre la cama antes de comenzar a desabrocharse la que traía puesta, mostrándome un torso bien trabajado. ¡Bueno! Dentro
TINA WILLIAMSPatrick suspiró apesadumbrado y se sentó en el borde de la cama, con toda su atención en mí. —¿Por qué insistes en tomar el camino difícil? Créeme… No me gusta lastimarte, pero… ¿qué puedo hacer si tú no cooperas?Abrí la boca sin saber qué decir cuando de pronto recibí una bofetada que me hizo girar sobre la cama. El dolor fue tan intenso que pareció llegar con retraso hasta mi cerebro. Cubrí mi mejilla con una mano mientras sentía como el peso sobre el colchón cambiaba. Patrick se había levantado y ahora se ajustaba las mangas de su camisa, para terminar de abrocharla.—Esta noche tengo cosas qué hacer, así que… felicidades, te salva
TINA WILLIAMSMe aferré con ambas manos al volante y apreté los dientes. El auto chocó con la puerta del garaje, se detuvo por un momento, con el frente destrozado, pero el motor aún rugiendo. La puerta cedió, se levantó lo suficiente para que el auto escapara ante la mirada cargada de sorpresa de los guardias.Seguí acelerando por el camino de piedra y tierra, rodeando esa absurda fuente en medio de todo. Noté por el retrovisor que Ethan y algunos de sus hombres intentaban darme alcance con los autos que había dejado en el garaje. Fue encantador escuchar como los motores se ahogaron, de seguro el azúcar ya se había caramelizado, invadiendo los pistones, batiéndose en el metal, espesando la gasolina, jodiendo el motor hasta dejarlo inservible. Así fue como escapé de mi padre la pr
EVAN LYNCHGruñí contra su boca cuando su mano me acarició por encima del pantalón. ¡Demonios! Esta mujer eran todas mis ganas de pecar y mis deseos más perversos y lujuriosos enfundados en piel tersa y un sabor intenso a placer.—¡Carajo, Annie! —exclamé tomándola por los muslos y levantándola, haciendo que sus largas piernas se enredaran en mi cintura—. Me vuelves loco —devoré su cuello con ansias, sintiendo como su cuerpo se retorcía.—Vayamos a la primera habitación libre que encontremos —suplicó contra mi boca—. Necesito sexo salvaje con mi bestia.—Como ordenes… —contesté contra sus labios, mientras dejaba que sus pies
KYLE LYNCH Esperé y esperé detrás de la puerta del baño, con el hombro recargado en la pared y las manos en los bolsillos. Recordé aquellos tiempos donde pasaba por fuera de la habitación de Tina justo cuando estaba tomando un baño. Era una cantante de regadera profesional y a veces me quedaba atento todo el tiempo que duraba ese baño, escuchándola cantar y… bueno, también imaginándome cómo se veía el agua tibia cayendo por su cuerpo. ¿Podría decir que siempre he estado enamorado de ella? De pronto escuché algo que no era canto, más bien llanto. Mi corazón se estrujó y mi cuerpo se erizó. Posé mi mano en el pomo de la puerta y dudé por un instante en entrar e incomodarla. Era claro que todo lo que había hecho no me hacía merecedor de consolarla, pero… su llanto no se detenía y me estaba torturando. Tenía dos opciones, dar
KYLE LYNCH No quiso que la volviera a cargar, insistió en que era suficientemente fuerte para caminar. La llevé al elevador y subimos al pent-house. En cuanto sus ojos encontraron a Lucy dormida en la enorme cama, se llenaron de nuevo de lágrimas, pero esta vez eran de felicidad. —Sabía que aquí estaría sana y salva… —dijo en un susurro y giró hacia mí, levantando su rostro. Sus heridas no eran capaces de desvanecer su belleza—. Gracias. —Es mi hija, no tienes que agradecerme… —¿Cómo estás tan seguro? Estuve muchos años lejos de ti. ¿No sospechas que pueda ser de alguien más? —preguntó confundida. —¿Bromeas? —inquirí divertido antes de acercarme a la cama—. Tan solo mírala, es la combinación perfecta de nosotros dos. Supongo que e
TINA WILLIAMS Mientras esperaba pacientemente sentí una corriente eléctrica que me recorrió todo el cuerpo, mi estómago se escondió en lo más profundo de mi abdomen. Volteé hacia la sección del casino y busqué con la mirada, encontrando solo gente apostando. Parecía que el día nunca se acababa aquí. Curiosa y sin importarme que solo portara un camisón, me adentré entre las mesas de apuestas y las máquinas tragamonedas. La dirección la marcaba mi estómago y como se retorcía, hasta que llegué hasta los baños sin encontrar nada. Cuando decidí dar media vuelta, algo me empujó con fuerza al interior del sanitario de hombres. Trastabillé y tuve que sujetarme del lavamanos para no caer. Cuando volteé, lo vi poniéndole seguro a la puerta y girando hacia mí, era Patrick. Retroced
TINA WILLIAMS—Ni siquiera me importó cuando huiste… —agregó Patrick con una risa escueta y deprimente—. Yo… lo único que quería era… ayudarte. Quería… hacer algo con lo mucho o poco que me quedara de vida y si lo había logrado, estaba bien.—¿Por qué…? —no supe como hacer la pregunta, pero él pareció comprender. Dejó la pistola sobre el lavabo y sus manos, que tanto daño me habían hecho, se posaron en mi cintura con suavidad y me acercaron a él en un abrazo.—El cáncer me fue corrompiendo… —susurró estrechándome con más fuerza, pero sin lastimarme—. Al principio solo oprimía cierta zona en mi cerebro y me causab