ANNIE TAYLOR
Estaba ansiosa, lista y desesperada, pero al mismo tiempo… había algo que no… me soltaba. Recuerdos, música, luces, Ethan ofreciéndome más tragos y hablándome al oído. Sabía que no era lógico evocar esos recuerdos en ese momento, pero… ¿no había sido uno de los principales motivos por los cuales yo no había aceptado a otro hombre en mi vida? Incluso tenía miedo de tener intimidad, porque era una jodida mentira que no recordara todo lo que me hizo cuando me tuvo indefensa y comatosa en la cama.
De pronto Evan se detuvo y me di cuenta de que había pesadas lágrimas colgando de mis párpados inferiores mientras mis labios temblaban. En cuanto abrí la boca, no pude emitir ninguna palabra, más bien un sollozo que se había esta
EVAN LYNCHDesesperado, la llevé directo a la cama y comencé a buscar mi lugar, acoplando mi cuerpo al de ella mientras mis manos buscaban con insistencia su calor. Mi boca migró de norte a sur, regocijándome al morder sus muslos y saborear su piel, torturando con mi lengua su feminidad, bebiendo de ella hasta escuchar su voz entrecortada suplicando, repitiendo mi nombre con insistencia.Mis noches eternas donde solo había pensado en ella, donde solo soñaba con poseerla, por fin se habían vuelto realidad. Durante la noche la había amado y consolado, la había convencido de ser mía y de que no habría un hombre más devoto a ella y a su corazón, pero justo ahora, lo único que quería era que se sintiera mujer, que sucumbiera ante el placer y satisfacerla. Quería que, de l
IDRIS LYNCHCon el cabello aún mojado y usando un camisón tan viejo como la casa, la señora me encerró en el cuarto de ese hombre. Sabía que huir sin ayuda no era la opción, además, si el pueblo era tan unido como dijo esa desconocida, no saldría tan fácil. Todos eran cómplices de estos monstruos.Paseé la mirada por cada mueble y animal disecado, y recordé mis tiempos en el orfanato. Aunque éramos puras mujeres no significaba que no hubiera criminales entre nosotras, y si no recordaba mal, siempre guardaban sus armas improvisadas debajo de la cama, en cajones con fondo falso… o tal vez debajo del piso. Cuando me acerqué hacia la cama, una de las tablas crujió, generando un sonido diferente en cuanto recibió mi peso. EVAN LYNCH—¿Qué es eso? —preguntó Annie pasando por detrás de mí, mientras mi mirada se quedaba clavada en ese mapa vacío en mi celular.—Idris tiene… un rastreador —contesté pensativo.—¡¿Un rastreador?!—Sí, antes de que se la llevaran le puse un rastreador —agregué resoplando con molestia.—Como si fuera un perro, qué detalle…Levanté la mirada hacia ella, notando sus brazos cruzados y sonrisa socarrona, no pude evitar sonreír también. Siempre me asombraba la facilidad que tenía para ponerme de buenas. ExtendíCapítulo 100: La amante de su padre
LIAM BLAKE—Me separé de tu padre antes de que las cosas se salieran de control —agregó Tabata—, pero él no toleró mi rechazo. Tiempo después me enteré de que Idris venía en camino y cuando nació, creí que todo estaría bien y podría fingir que nada había pasado.Apreté los dientes y tragué saliva. Mis ojos casi se desorbitaron al pensar sus palabras. No les encontraba sentido. Era como si hubiera hablado en otro idioma, pero mi cuerpo si las había comprendido y empecé a sudar frío. —¿Idris es hija de…?—No te angusties —me interrumpió al ver mi colapso—. No son hermanos. Hice una prueba de ADN para corroborar que mi esposo era su verdadero padre,
IDRIS LYNCHApenas había dormido un par de horas cuando tuve que levantarme de ese catre maltrecho y ponerme ropa vieja y pesada. Por lo menos ya no tendría frío. Caminamos por el bosque, la chica se guiaba con la posición de la luna y se detenía para escuchar los ruidos a su alrededor. Así como ella también tenía miedo de que nos estuvieran buscando esa tribu de salvajes.—Ya falta poco… —dijo en un susurro y seguimos.La idea era llegar a un lugar donde pudiera hacer una llamada. Aún no me decidía a quien contactaría, pero quien contestara debía de sonar lo suficientemente convincente para instar a mi nueva captora de que podría recibir bastante dinero de llevarme a casa. IDRIS LYNCHTodo el camino de regreso me la pasé dormida entre los brazos de Liam, temblando entre pesadillas y anhelos. En cuanto el auto se estacionó frente al pórtico, desperté y mi cuerpo se estremeció. Abrí la puerta del auto pese a la petición de Liam para que no hiciera ningún esfuerzo. Subí los escalones con rapidez y atravesé la entrada. —¿Dónde están mis bebés? —pregunté víctima de la angustia. —Están dormidos —contestó Liam tomándome por los hombros—. Por favor, no hagas ningún esfuerzo hasta que un doctor te revise. Ignoré su petición y subí corriendo las escaleras, directo a la habitación de los niños. En cuanto abrí la puerta, lo primero que vi fue a Annie, quien parecía haber visto un fantasma. —¿Idris? —preguntó y su voz se quebró. Corrió hacia mí y me estrechó, llorando desconsolada mientras acariciaba mi cabello. Tardé un momento en reaccionar y regresarle el abrazo. Era extraño este gesto cuando recordaba todo por lo que habíamos pasado. ¿En verdad estaba tan feCapítulo 103: Un dulce reencuentro
FINN LYNCH—Déjame adivinar… —dijo la cazadora divertida recargándose en la pared sin despegar la punta de mi cuello—. Tú debes ser el abogado. Se te nota por lo arrogante y soberbio… —Nadie me había juzgado de esa forma sin conocerme —contesté posando mi mano sobre su muñeca, sin alejar la punta de mi garganta, entonces percibí un líquido cálido y pegajoso que escurría de su palma, se estaba cortando al empuñar con tanta fuerza el vidrio roto. —Puedo detectar un ciervo a kilómetros y atravesarle el corazón de un solo disparo… ¿Crees que no puedo detectar a una persona mala cuando la veo? Apreté más su muñeca y aunque fingió que la presión no le dolía, terminó por abrir la mano y dejar caer el trozo de espejo. —Llamaré a un doctor… —dije ignorando sus acusaciones.—No lo necesito —contestó viendo su mano con apatía y enjuagándola en el lavabo como si la sangre solo fuera suciedad. —¿Te darás un baño? —Tal vez… pero no creas que usaré ese asqueroso vestido de ahí —contestó malhumo
IDRIS LYNCHTal vez me daban horror sus palabras, pero no era lo que yo deseaba, lo que yo más quería era seguir a su lado como su mujer. ¿Estaba dispuesta a condenarme al infierno solo por él, a morir con ese sucio secreto en mi consciencia? Cuando se deslizó dentro de mí, gruñendo contra mi hombro, descubriéndolo lentamente para morderlo, arremetiendo contra mi cuerpo aún de espaldas contra la pared, supe que no me importaba arder en el infierno por él. Yo tampoco estaba dispuesta a renunciar, pasara lo que pasara. Le recordó a mi cuerpo lo que significaba ser presa del suyo. Tuve que morder las sábanas para no llenar la mansión con mis gemidos y gritos que salían desgarrando mi garganta mientras Liam me embestía cada vez con más fuerza, sujetándome por las muñecas hasta hacerme colapsar entre temblores y espasmos producto del placer.—¿Aún sigues pensando que te dejaré ir? —preguntó entre jadeos, cansado, pero satisfecho—. ¿Crees que hay un buen motivo para que renuncie a ti?Exte