LIAM BLAKEDesperté con dolor de cabeza y todo me daba vueltas. Cuando me quité las sábanas de encima me di cuenta de que estaba completamente desnudo. Mis recuerdos eran borrosos y poco claros, pero también había destellos de Annie encima de mí, obteniendo lo que necesitaba. Estaba asqueado, iracundo, quería encontrarla y matarla con mis propias manos. Me di un baño rápido, creyendo que podría quitarme su asqueroso perfume de la piel. En cuanto abrí el clóset noté que la ropa de Idris estaba hecha jirones, Annie había destrozado todo sin piedad. Al salir a la sala vi el «baby doll» sobre el respaldo del sillón y la peluca roja que usó. Lleno de ira destruí la lencería y arrojé la peluca a la basura. Esto no se quedaría así. —¿Qué fue lo que encontraste? —le pregunté a Clark en cuanto subí al auto. Noté su mirada por el retrovisor, parecía desconcertado por mi comportamiento, aun así, no hizo preguntas. —Al parecer la familia Taylor está pasando por un problema económico serio. Es
IDRIS DOYLENo había podido contactar a Liam, durante la noche le llamé más de treinta veces y no contestó. Temía que estuviera molesto por mi ausencia. Sentía que en esos días había tocado su corazón y pensar que podría perder todo lo que había avanzado, me torturaba. —Pareces muy ansiosa. Hoy mismo la habitación estará lista y Oliver podrá estar más cómodo aquí y con mejor servicio médico —dijo Ethan a mi lado mientras veíamos, desde el pasillo, como los trabajadores adecuaban una cama hospitalaria con todos los aditamentos necesarios para que Oliver pudiera abandonar el hospital sin que sufriera de cualquier necesidad. Incluso había convencido a Tina de cuidar de él aquí.Con una sonrisa mustia, tomé distancia de Ethan en cuanto vi al señor Harrison pasar detrás de nosotros. —Creo que esto no es necesario… —dije pisándole los talones. —¿No es necesario? —Después de lo que ocurrió en la fiesta, no tengo cara para recibir tal regalo, no puedo aceptarlo —dije agachando la mirada.
IDRIS DOYLE—¿Qué ocurre? —pregunté mientras intentaba mantener el paso de Ethan dentro de los pasillos del hospital. —Buenas noticias… —dijo sin bajar la velocidad, hasta que de repente se detuvo en seco y giró hacia mí, haciendo que chocara con él—. ¡Encontré un donador para Oliver!Su noticia me paralizó e hizo que todo dentro de mí se retorciera al mismo tiempo que mi corazón se agitaba.—¿No estás feliz? —preguntó desconcertado. —¿Estás hablando en serio? —¡Muy en serio! Encontré a uno de los cuarenta y tres, lo contacté y aceptó ser el donador de Oliver. ¿No es genial?Exploté en alegría y lo abracé con fuerza. No podía creerlo, era un milagro. Cuando quise disolver el abrazo, noté que Ethan no estaba muy seguro de querer soltar mi cintura. Sus ojos se clavaron en los míos y su rostro se enserio. —Te ves hermosa sonriendo de esa forma —dijo con ternura, no solo haciendo que me sonrojara, sino que también me incomodara un poco. —¿Señora Doyle? —preguntó el doctor de Oliver,
IDRIS DOYLELa música era un tango suave y acompasado, las manos de Liam se derretían en mi cuerpo, generándome escalofríos y temblores involuntarios. Su loción con notas de cuero y vainilla me torturaba a cada paso que daba conmigo entre sus brazos, era una mezcla cautivante de elegancia y fuerza. Las parejas que nos rodeaban en la pista fueron haciéndose a un lado conforme nos movíamos. El tango era la expresión de dos amantes, muchas veces equivocados, no había mejor baile para nosotros, sabíamos muy bien lo que era jugar con un amor no correspondido e imposible. Bailar entre la pasión y la negación, entre el gozo y el dolor. —¿Por qué me torturas de esta forma, Idris? —preguntó mientras me tenía cautivada con sus hermosos ojos.—¿Yo te torturo a ti? —inquirí herida por sus palabras, pero queriendo sonreír mientras delineaba sus labios con las yemas de mis dedos—. Tienes a tu prometida y ahora a una amante. ¿Qué haces aquí, interrumpiendo mi cita con Ethan? Es obvio que yo ya sob
IDRIS DOYLELlegué al hospital, recorriendo los pasillos con rapidez, directo hacia la habitación de mi bebé. Al abrir me encontré a un hombre joven y agradable que le sonreía con insistencia a Oliver. Parecía encantado por conocerlo y no pude evitar notar sus cabellos rojos y despeinados que desentonaban con el pulcro y perfecto traje que lucía.—¡Mami! —exclamó Oliver en cuanto me vio—. ¡Mira, es mi nuevo amigo! ¡Se llama Kyle! El chico se puso de pie y al voltear hacia mí se quedó petrificado, no sabía si quería sonreír o gritar. Sacudió un poco su cabeza, antes de ofrecerme su mano. —Kyle Lynch… Mucho gusto —se presentó con cortesía y noté ese acento extraño. —Idris Doyle —contesté estrechando su mano. Su tacto era gentil, así como su mirada. —¿Doyle? Qué feo apellido. —Ese es el apellido con el que llegué al orfanato donde crecí.—¿Un orfanato? Claro… —dijo para sí, como si lo comprendiera mejor que yo—. Es un gusto conocerte por fin, Idris. —¡Mami! ¿Ya te diste cuenta que s
IDRIS DOYLE—¡Oliver! ¡¿Te gusta tu nueva habitación?! —preguntó el señor Thomas entrando lleno de emoción. —¡Señor Harrison! —exclamó mi pequeño, rodando sobre el colchón para poderse acercar.—¿En qué quedamos, caballero? —El señor Thomas se inclinó hacia él, con una sonrisa cálida, pero ambas manos en la cintura, fingiendo descontento—. ¿Cómo prometiste llamarme?—¡Abuelito! —contestó Oliver antes de abrazar al señor Thomas. —Mi niño bonito, aquí te sentirás mejor. Te prepararán la comida que tu quieras y pasaré todas las tardes contigo para que juguemos.—¿En serio? —preguntó Oliver con los ojos cargados de emoción.—Muy en serio, además, tu mamá estará más cerca y podrá unirse a nuestras tardes de juegos —contestó el señor Thomas con emoción.ϔRecibí un mensaje en mi teléfono, era Kyle quien deseaba ver a Oliver. Le pedí permiso al señor Thomas para poderlo invitar a la casa y no dudó en aceptar. Esperé pegada a la ventana junto con Oliver hasta que vimos ese hermoso auto colo
IDRIS DOYLELlegué arrastrando los pies a la mansión Harrison, Tina llevó a Oliver a su habitación, quien buscaba mi mirada. Parecía más preocupado por mí que por sí mismo. Intenté sonreírle, pero solo pude ofrecerle un espasmo de mi mejilla en un esfuerzo por levantar las comisuras de mi boca.De pronto una voz irritante, como arrastrar las patas de una silla, irrumpió el silencio. —¿Qué hace ese niño moribundo entrando a la casa? —Se trataba de Annie quien veía a lo lejos como llevaban a Oliver.—Ese niño, es mi hijo… —dije entre dientes, volteando hacia ella con la mirada llena de odio—. ¡No te atrevas a hablar así de él! ¡No permitiré que le hagas d
LIAM BLAKEN—Si planeas explicarme algo… Lamento decirte que es demasiado tarde. No creo en nada que salga de tu boca. En verdad espero que seas feliz al lado de Annie, tal vez de esa forma me dejes de lastimar —contestó con su mirada cargada de miseria—. Fueron ocho largos años donde te amé, te demostré que era capaz de lo que fuera por ti, pero lo único bueno que me diste fue a Oliver, es lo único que te agradezco.Se sacudió mis brazos y mientras me quedaba confundido y desconcertado, ella intentó entrar a la habitación de Oliver, pero apenas dio un par de pasos cuando sus rodillas se doblaron. Me olvidé de todo en cuanto su cuerpo se desvaneció y la sostuve entre mis brazos, evitando que tocara el piso.—¡Mami! &mda