IDRIS DOYLEMis primeros días en la mansión fueron completamente diferentes. Acudí a la habitación del señor Thomas para acomodar la ropa que se pondría ese día. Revisé su agenda y confirmé las citas a las que acudiría. Lo llevé del brazo hasta el comedor para que desayunara mientras yo seguía haciendo mi trabajo con singular gusto. Cuando llegó la hora de ir al hospital a ver a mi bebé, él no dudó en acompañarme, parecía sentir una empatía muy especial por Oliver y, de camino, había decidido comprarle golosinas y un pequeño camioncito de juguete. Era como si su instinto le dijera que ese niño en verdad era su nieto. En el caso de Oliver, fue para él una alegría poder ver al señor Thomas, la idea de tener un abuelo parecía excepcional. —Sé lo importante que es para ti tener a tu hijo cerca… —dijo el señor Thomas cuando salimos del hospital—. No quiero ser el motivo de que te alejes de él durante las noches, por la preocupación de hacer tu trabajo. Ya hablé con el médico responsable
IDRIS DOYLEJamás creí que cuidar de un hombre como Thomas sería tan divertido. Lo había acompañado al parque para alimentar a las palomas y cuando se acabaron las migajas de pan, quiso que lo llevara por un helado. Me daba tristeza que, teniendo tanto dinero y una familia grande, nadie quisiera estar con él.—Necesito que te compres un vestido nuevo, el más bonito que encuentres —dijo una vez que se acabó su helado—. Habrá una reunión el fin de semana y quiero que te veas espectacular.—¿Qué?—Eres mi asistente y me tienes que acompañar. Vendrá el hijo de un amigo de visita. Estuvo viviendo en el extranjero y ya pedí que se organice una gran fiesta para recibirlo. Debes de verte preciosa. Depositaré el dinero suficiente en tu cuenta, no escatimes, ¿entendido?—Pero… tengo vestidos…—Idris, por favor… Hazme caso y no repeles —contestó como lo haría un abuelo reprendiendo a su nieta.ϔAproveché la tarde libre y de camino al hospital para ver a Oliver, pasé a un centro comercial muy gr
IDRIS DOYLENunca me había sentido tan humillada y ridiculizada. La mujer policía revisó mi bolsa, abriendo todo, mi monedero, una pequeña bolsa de golosinas que le había enviado el señor Thomas a mi hijo, regando todos los caramelos por el suelo y, por supuesto, mis artículos personales.—Bien, ¿puede hacerme el favor de retirarse la ropa? —preguntó la policía con aparente calma. —¿Qué? ¡¿Por qué?! ¿Cree que me puedo poner un vestido debajo de los pantalones? ¡¿Es en serio?! —exclamé horrorizada, cubriéndome con ambas manos como si ya estuviera desnuda. —Por favor, la invito a cooperar. Es parte de la rutina. En caso de que se niegue, podemos ir a la comisaría donde podrá hacer una llamada y solicitar un abogado de oficio si no tiene posibilidad de contratar uno. —¿Me arrestará si no me desnudo? —pregunté escéptica.—Por evasión de la ley —contestó lentamente, como si fuera una retrasada.ϔLIAM BLAKE Llegué al centro comercial donde vería a Annie. Quería comprarse un vestido en
LIAM BLAKECuando estaba buscando mi siguiente objetivo, las suaves manos de Idris se aferraron a mi brazo, llamando mi atención, clavando sus hermosos ojos azules en mi rostro y calmando lentamente mi furia, dominándome, sedándome con su simple tacto. —Ya basta… No sigas… —pidió angustiada y de pronto ya no me sentía furioso, por el contrario, compartía su melancolía.Respiré profundamente y volteé hacia la encargada que se había tirado al suelo a llorar. —Dile al dueño de la tienda que me mande la cuenta, acompañado de tu acta de renuncia. No pienso condenarte como a ese par de ineptos defensores de la justicia, no voy a arruinar por completo tu vida, pero… a cambio te encargarás de difundir por cielo, mar y tierra, que cualquier idiota que se atreva a tocar un solo cabello de la señorita Idris Doyle, recibirá mi furia y no solo la mía, pues mi abuelo dudo mucho que también tolere que lastimen y humillen a su asistente, ¿entendiste?Su mirada cargada de miedo me confirmó que había
IDRIS DOYLE—Usa el collar de tu abuela y no dejes que nadie te diga nada. Si preguntan, yo te lo estoy prestando —agregó el señor Harrison levantando mi mentón para que lo luciera con orgullo—. Solo cuídalo mucho, pues es de las pocas cosas que me quedan de ella.—Así lo haré… —contesté para después tomar su brazo y juntos ir al enorme salón donde la fiesta se estaba llevando a cabo. Justo en la entrada, pude ver a Liam, con ese traje negro tan elegante y un gazné rojo que combinaba a la perfección con mi vestido, era como si estuviera vestido para acompañarme durante la fiesta, o eso hubiera pensado si no hubiera descubierto a Annie a su lado, con el mismo modelo de vestido que había escogido en aquella tienda donde me fue tan mal. Para ser sincera, a mí se me veía mejor que a ella. Herida, triste, pero cómoda al lado de mi elegante compañero, avancé entre la gente, escuchando los susurros que comenzaban a rodearnos. —¿Te das cuenta? —preguntó el señor Harrison con una sonrisa—.
IDRIS DOYLENo podía estar en una peor situación, sentía las miradas sobre mí y no sabía cómo demostrar mi inocencia. —Yo puse el collar dentro de su bolso —dijo Liam tomándonos a todos por sorpresa.—¡¿Qué?! —exclamó Annie con los ojos desorbitados y la boca abierta.—Sí, el collar se le cayó al estar bailando. Sé lo importante que es para mi abuelo, así que lo recogí y lo guardé en su bolso para que no se perdiera. Le iba a avisar cuando Ethan se decidiera a soltarla de una vez por todas —contestó Liam tomando el collar de manos de Annie, así como mi bolso y regresándome ambos—. No fue mi intención que se hiciera todo un alboroto. Con delicadeza limpió una lágrima perdida que caía por mi mejilla. Era la segunda vez que intercedía por mí.—Me sorprende que hayas tardado tanto en confesarte —dijo el señor Harrison viendo con desconfianza a Liam. —Ya sabes… Hay hombres a los que nos gusta ver el mundo arder —agregó Liam con una sonrisa arrogante. —¿Querías sabotearla? ¿Querías que
LIAM BLAKELa vi directo a los ojos, eran tan azules como el cielo despejado, mientras que los míos eran de un azul similar a las profundidades marinas. Era una metáfora interesante y al mismo tiempo catastrófica, porque, aunque el cielo y el mar parecen que se unen en el horizonte, nunca se llegan a tocar. Desde el primer momento que la vi supe que era la clase de mujer que nunca estaría con un hombre como el que fui, tenía la belleza suficiente para someter a cualquier varón a su voluntad, pero parecía que no era consciente de su poder. Aun así, fue interesante sentirme dueño de una criatura así, inalcanzable. La frialdad que había descubierto en ella en un principio se fue derritiendo sin que lo notara, o más bien, sin que tuviera intenciones de hacerlo. —Gracias por protegerme de ella —dijo en un susurro agachando la mirada mientras mi mano ya estaba acariciando su mejilla. Esa maldita necesidad de siempre estarla tocando, era como si su piel tuviera alguna clase de droga que br
LIAM BLAKEAgotado, intentando recuperar energías, cerré mis ojos, pero sin poder dormir. Sabía que desearía a Idris una vez más antes de que el sueño llegara. Sentí como se removió en la cama, girando hacia mí, podía percibir su mirada clavada en mi rostro, así que abrí los ojos lo suficiente para poder verla, pero no tanto que pudiera darse cuenta de que estaba despierto. Sus dedos se acercaron temerosos a mi rostro, como si sospechara que en cualquier momento le lanzaría una mordida. Se posaron con delicadeza en mi pómulo y acariciaron mi mejilla para después delinear mis labios con suavidad. ¿Solía hacer esto cuando yo dormía? Tal vez esa era la explicación de por qué me sentía tan reconfortado cuando compartía la cama con ella. —Yo sí me hubiera enamorado… —dijo en un susurro cargado de tristeza—. Yo si me hubiera fijado en el chico débil, pero de gran corazón, lleno de sueños, aunque no tuviera ni un centavo en el bolsillo. Noté como su voz se quebró y sorbió con sutileza por