NARRADORAQuiso retroceder, pero ya era demasiado tarde, estaba muy cerca del joven Drakmor, que levantó la garra delantera y le dio un feroz zarpazo cegándolo de varios ojos.El rugido de agonía y enojo, volvió a estremecer la jungla.Ignacio aprovechó su descuido, levantó su poderoso torso debajo del Alfa y se abalanzó a por su cuello.En el último momento, el Alfa intentó saltar hacia atrás, tratando escapar de la muerte, pero se resbaló con escarcha dejada en la yerba y todo su cuerpo pesado cayó de golpe en la tierra, estremeciéndola.Ignacio había ido dejando trampas ocultas por todos lados.Se precipitó sobre el Alfa y con los dientes llenos de hielo atravesó la armadura de escamas en el vulnerable cuello.La sangre caliente salpicó, mientras el Drakmor daba su última batalla, resistiendo en el suelo, arañando a Ignacio con sus garras, pero el Drakmorcito no lo soltó y solo cerraba más la mordida, zarandeándolo con violencia.El Alfa llamó a su clan, pidiendo ser salvado.Ignac
NARRADORAMinatto comenzó a entrar en pánico como nunca.Podía soportarlo todo menos la muerte de su familia.“No, el Dios Bestia escuchó mis ruegos mi amor, alguien nos está ayudando, pero ahora, necesitamos que distraigan a los guardias, ¡vamos a liberarlos mi Rey!”Minatto creía que ya estaba soñando despierto. Tanto había extrañado a su mujer, a su cachorra, que ya se la imaginaba, sin embargo, pronto comprendió que todo era muy real y que ahora, ellos tenían que hacer su parte.*****¡BAM!— ¡Eres un maldit0 canalla! – se escuchó de repente un rugido, cuando ya todos habían logrado dormirse de nuevo.— ¡¿Pero qué diantres sucede ahora?! ¡Maldici0n, que ni dormir puede uno en este agujero de mierd4! – los centinelas se levantaron enojados.La vigilancia aquí era bien floja y relajada, con esos Drakmor debajo, ¿quién se iba a atrever a subir a la mina?— ¡Cállense pulgosos! ¡Oye deja de golpearlo, maldici0n¡, ¡¿no dicen que es su Rey?! ¡Beto, trae la llave que hay que entrar o est
NARRADORACuando Leonidas llegó al pie de la montaña, se asombró un poco al observar el desastre sanguinolento por todos lados.Eran restos de cadáveres irreconocibles que los Drakmor arrastraban para adentro de su cueva y engullían.El sonido de la cruda masticación y los huesos siendo triturados eran evidentes y hasta ellos, que también eran carnívoros, les daba un asco extremo escucharlos.Los olores se mezclaban y confundía, cerca de la cueva, con tantos Drakmor, era imposible no sentir otro aroma que no fuese el de la muerte advirtiendo que no te acercaras por ahí.— Parece que no quedó nada aquí de esos extranjeros – uno de los guerreros del Rey dijo con asco.— ¡Sal!Leonidas le gritó al Alfa.Estaba molesto porque le había dado a oler claramente el aroma de Ilia y le ordenó, que a ella no se la podía comer, solo retenerla si algún día la encontraba.Como hubiese desobedecido, lo golpearía fuertemente con el látigo de espinas.— ¡¡Te ordeno que salgas, no me hagas repetirme!!—
NARRADORAPero en el último segundo, Leonidas sintió el peligro respirando en su nuca.Se giró para escapar por milímetros de un feroz ataque de garras.— ¿Mi…Minatto? – no se lo podía creer.Por entre las sombras, detrás de los Drakmor, comenzaron a salir guerreros, los mismos que deberían estar en la mina como esclavos, leonas y unos hombres raros que debían ser los extranjeros.Esa era la razón de no sentir sus olores, los Drakmor los camuflaban con su fuerte esencia.— Hoy es el último día que te atreves a poner tus asquerosos ojos sobre mi hembra, ¡el último día que la codicias! Minatto le rugió lleno de ira y saltó hacia Leonidas, convirtiéndose en un enorme león dorado con la boca abierta listo para destrozarlo.Leonidas también cambió a su forma animal.Igual era un león poderoso, pero más opaco su pelaje, y se notaba más viejo.Ilia los vio pelear como muchos años atrás. Los dos machos se mordían arrancándose pedazos y daban zarpazos que creaban heridas profundas sanguinole
NARRADORALe rugió a Minatto lleno de odio por este hombre que le había arrebatado su trono y a la mujer que le tocaba por derecho.“Esta ocasión, serán otras tus justicieras”Minatto le respondió y de entre los leones salieron las leonas de Ilia y la Reina, rugiéndole con rabia, cerrando el cerco mortal poco a poco.Un león podía ganarle a una leona, quizás dos o tres, pero un león herido contra diez leonas, era más que obvio el resultado.La primera es abalanzarse a destrozarlo fue Ilia, con todo el rencor de su alma, como venganza por haber asesinado a sangre fría a su madre y todas las desgracias que les trajo a su vida.Posiblemente, la muerte de su padre, había sido también obra de este desgraciado.Se enredaron en una pelea a muerte. Las demás leonas atacaban en coordinación como cuando cazaban, defendían a su reina del león macho y le hacían ataques furtivos.Jugaban con él, desgastándolo, destrozándole cada centímetro de piel dolorosamente.Leonidas gruñó en agonía cuando un
NARRADORAUNA SEMANA DESPUÉS…— Cuidado no des un mal paso, le dije al Rey Minatto que debía tener dispuesto un carruaje cómodo – Cedrick abrazaba a Raven protectoramente a su lado.Su mano sobre el enorme vientre de su hembra que daba pasitos cortos.Ya Raven estaba en la última etapa y su macho entraba en pánico por cualquier cosa.Cedrick estuvo a punto de cancelar esta visita, pero ella tenía demasiada curiosidad por el Continente del Dios Bestia.— Está bien, amor, no me duele nada, tranquilo – le dijo en un susurro.Cedrick a penas se separó de ella para la batalla de hace una semana, siempre estaba vigilándola y si no era él, entonces cierto pelinegro sobre protector.“Hija, cuando regresemos, nace por favor para que te asfixien a ti”Pensó, pero era inevitable sentir calidez en su corazón.Cuando la comitiva de los Hombres Lobos salió de la cueva rebautizada como Portal Continental, se asombraron ante los cambios.El Rey Minnato había ordenado que talaran una gran de árboles d
NARRADORAZeraphina se metió más entre sus brazos, lastimosa, y Aidan le acarició las orejas, escuchándola ronronear complacida.A la leona le gustaba mucho que le tocara las orejitas, poco sabía Aidan que ella solo lo dejaba a él, ingenuamente, permitiéndole algo que las hembras exclusivamente le admitían a su macho.De repente, Theo gruñó en una dirección.— ¡¿Qué estás haciendo con la princesa?! Se escuchó un rugido enojado cerca y Aidan levantó la cabeza para ver a un niño más grande que ellos, que venía caminando enojado.Por sus orejas y cola, era un león. Zera enseguida se puso rígida, gruñéndole enojada y saliendo de los brazos de Aidan para pararse delante de él, protegiéndolo.— Princesa sabe que no debe dejar que nadie la toque y menos acaricie sus orejas, eso está prohibido y ¡más por un macho! – la miró enojado y luego a Aidan con rabia.“¡Métete en tus asuntos Brutus!”— ¡Tengo el derecho de cuidarla porque soy su prometido!, ¿cómo voy a dejarla estar cerca de otro mac
NARRADORA Él solo llevaba cinco brujos y los demás, eran esclavos para cargar las pesadas cajas de Obsidar. — Bien, lo que sea, no tengo todo el día para gastarlo hablando con ustedes, exijo ver al Rey Leonidas, con él es que tenemos el pacto, no acepto hablar con nadie más. — A ese infeliz se lo comieron los Drakmor, no es nuestro Rey, nuestro monarca es Minatto y alégrate de que no te arrancamos la cabeza después de que ayudaran a ese traidor de Leonidas a desterrarnos. El Beta León le rugió aguantando las ganas de destriparlo. Debido a que los Hechiceros se metieron en la rebelión, solo por los tratos secretos por el Obsidar, fue que Leonidas pudo vencerlos, además de contar con los Drakmor. — Estas son nuestras condiciones para renegociar con ustedes, las toman o las dejan. Vincent le arrojó al suelo el pergamino en su mano. Tradys apretó los dientes con ira. Él, el sobrino favorito de la Reina, ¿cuándo había sido humillado en su vida? — ¡Recógelo! – le ordenó a uno de s