NARRADORA“Te puedo asegurar que está tramando algo malo… o bueno, depende de tu estado de ánimo hormonal, pero yo, que soy tu loba interior, aseguro que te mueres por abrirle las piernas”“Seré yo tan resbalosa como tú” Raven le bufó a su loba.“No querida, tú eres peor. De las que juegan a inocente y por detrás se mandan unas, que no veas. En vez de loba, tenías que haber nacido como zorra, te pegaba más”“Mejor ni te respondo” Raven puso los ojos en blanco, negando con la cabeza y salió del baño.Pero “casualmente”, lo hizo descalza, su cabello humedecido, suelto y solo con un suave y semitransparente batón blanco por encima.Cuando Cedrick se giró y la miró con intensidad de arriba abajo, prácticamente desnuda y con la piel sonrojada tan jugosa, tuvo que contenerse con todo, para no saltarle encima y devorarla.— ¿Qué haces aquí, no recuerdo haberte quitado el castigo? – le dijo haciéndose la molesta.— Sé que a esta hora te entra hambre y encargué a la cocina tu pastel favorito,
NARRADORACedrick sumergió dos dedos en la tarta y luego los llevó a la erguida aureola, embarrándola por completo. Bajó la cabeza, abrió su boca y chupó profundo, gimiendo ronco de placer.— Mmm joder deliciosa… están hinchadas mis tetas… Sshhh cuándo saldrá leche por aquí, ya quiero mamarla… Mmmm… — le daba toquecitos con la lengua al pezón, manoseando el otro seno, en lo que la provocaba con palabras sucias. A tirones le abrió los botones del frente y acarició su cintura, su vientre, hasta más abajo, en ese horno entre sus piernas.Su dedo jugueteó con el excitado clítoris, pellizcándolo entre sus yemas. El dulce jugo de Raven empapaba su hendidura y le dio acceso entre sus labios vaginales al abrirle más las piernas, buscando mayor estimulación.Cedrick miró a la mesa y separó sus dedos, solo para untarlos de más mermelada y esparcirla por todo el coño mojado de su hembra.Arriba y abajo tentando sobre su temblorosa vulva, estimulando el clítoris, pero sin penetrar la vagina.—
NARRADORA— Todavía estás castigado y dependiendo de si me gustan o no tus servicios, entonces me lo pensa… Aahhh Sssshhh … Cedrick…No pudo terminar de hablar porque el rosado glande empezó a pasarse brusco por entre sus labios, arriba y abajo, rápido, casi a punto de atravesar la dilatada hendidura en cada caricia.— Mmm Alfa…Raven se sentó y abrió más las piernas, con las puntas de los pies en el borde de la mesa de madera, al igual que sus nalgas, al extremo de casi rodar por el filo.Estaba pidiéndola a gritos.— ¿Qué, su majestad?, no quiero enojarla de nuevo. Dígame claramente qué desea de mí… Cedrick se inclinó hacia delante tomándola por la nuca, dominante, haciéndola levantar la cabeza para susurrarle contra los labios.Sus cuerpos pegados, tensos y excitados al máximo.Abajo su polla no dejaba de tentar la entrada en llamas.— Que me jodas hasta que me desmaye o dormirás con Aidan por un mes – le dijo entre dientes, frustrada y con las hormonas al límite.— Sus deseos son
7 MESES DESPUÉS… NARRADORA Ojos rojos entrecerrados miraban maliciosos hacia un grupo de hombres sentados en un claro. Hablaban y discutía de cosas sin importancia. La bestia encubierta calculaba sus próximos pasos, la manera de acabar más rápido con la lucha. De un momento a otro, la paz en el claro fue perturbada cuando una enorme criatura, de impenetrables escamas negras y dientes puntiagudos, se abalanzó con un salto mortal a cobrarse su primera víctima. Pero los Hombres de Invierno lo estaban esperando, no se encontraban tan distraídos como mostraban, hoy, no pensaban perder de nuevo. Se dispersaron enseguida rodeándolo. El Drakmor siseaba amenazante a su alrededor y entonces, el primer ataque de invierno llegó. Lo esquivó con sus poderosas patas y atacó al guerrero más cercano, que le lanzaba escarcha sin cesar. Su cola poderosa impactó en el cuerpo del hombre lanzándolo unos metros más allá. La magia de invierno comenzaba a congelar su lomo, sin embargo, simplemente
NARRADORALos dos hombres cuervos se asombraron de repente al ver salir de la cueva a la Reina Ilia con sus leonas y algunos guerreros de Hombres Lobos.Sus sospechas eran ciertas, el Rey los había mandado a vigilar la cueva y avisarle de cualquier movimiento.“¿De dónde crees que vengan? Claramente, la cueva estaba vacía” uno le preguntó al otro.“No tengo ni idea, pero hay que averiguar a dónde se dirigen” le respondió, sin embargo, en eso…— ¡Rápido, guerreros, hay que darse prisa!, los Drakmor deben estar durmiendo en la cueva, si logramos escabullirnos, solo quedaría liberar al Rey.Se escuchó la voz de Ilia en un susurro, pero lo suficientemente alto como para que ellos la escucharan.“Van a la montaña del Dios Bestia”“Hay que avisarle al Rey, vamos, esta información es valiosa”Y esperaron a que Ilia se marchara deprisa, para convertirse en cuervos y emprender el vuelo al palacio, que se encontraba a cierta distancia.“Parece que esos tontos picaron el anzuelo” Cedrick dijo o
NARRADORAQuiso retroceder, pero ya era demasiado tarde, estaba muy cerca del joven Drakmor, que levantó la garra delantera y le dio un feroz zarpazo cegándolo de varios ojos.El rugido de agonía y enojo, volvió a estremecer la jungla.Ignacio aprovechó su descuido, levantó su poderoso torso debajo del Alfa y se abalanzó a por su cuello.En el último momento, el Alfa intentó saltar hacia atrás, tratando escapar de la muerte, pero se resbaló con escarcha dejada en la yerba y todo su cuerpo pesado cayó de golpe en la tierra, estremeciéndola.Ignacio había ido dejando trampas ocultas por todos lados.Se precipitó sobre el Alfa y con los dientes llenos de hielo atravesó la armadura de escamas en el vulnerable cuello.La sangre caliente salpicó, mientras el Drakmor daba su última batalla, resistiendo en el suelo, arañando a Ignacio con sus garras, pero el Drakmorcito no lo soltó y solo cerraba más la mordida, zarandeándolo con violencia.El Alfa llamó a su clan, pidiendo ser salvado.Ignac
NARRADORAMinatto comenzó a entrar en pánico como nunca.Podía soportarlo todo menos la muerte de su familia.“No, el Dios Bestia escuchó mis ruegos mi amor, alguien nos está ayudando, pero ahora, necesitamos que distraigan a los guardias, ¡vamos a liberarlos mi Rey!”Minatto creía que ya estaba soñando despierto. Tanto había extrañado a su mujer, a su cachorra, que ya se la imaginaba, sin embargo, pronto comprendió que todo era muy real y que ahora, ellos tenían que hacer su parte.*****¡BAM!— ¡Eres un maldit0 canalla! – se escuchó de repente un rugido, cuando ya todos habían logrado dormirse de nuevo.— ¡¿Pero qué diantres sucede ahora?! ¡Maldici0n, que ni dormir puede uno en este agujero de mierd4! – los centinelas se levantaron enojados.La vigilancia aquí era bien floja y relajada, con esos Drakmor debajo, ¿quién se iba a atrever a subir a la mina?— ¡Cállense pulgosos! ¡Oye deja de golpearlo, maldici0n¡, ¡¿no dicen que es su Rey?! ¡Beto, trae la llave que hay que entrar o est
NARRADORACuando Leonidas llegó al pie de la montaña, se asombró un poco al observar el desastre sanguinolento por todos lados.Eran restos de cadáveres irreconocibles que los Drakmor arrastraban para adentro de su cueva y engullían.El sonido de la cruda masticación y los huesos siendo triturados eran evidentes y hasta ellos, que también eran carnívoros, les daba un asco extremo escucharlos.Los olores se mezclaban y confundía, cerca de la cueva, con tantos Drakmor, era imposible no sentir otro aroma que no fuese el de la muerte advirtiendo que no te acercaras por ahí.— Parece que no quedó nada aquí de esos extranjeros – uno de los guerreros del Rey dijo con asco.— ¡Sal!Leonidas le gritó al Alfa.Estaba molesto porque le había dado a oler claramente el aroma de Ilia y le ordenó, que a ella no se la podía comer, solo retenerla si algún día la encontraba.Como hubiese desobedecido, lo golpearía fuertemente con el látigo de espinas.— ¡¡Te ordeno que salgas, no me hagas repetirme!!—