Capítulo 49El caos estalló como una tormenta sin aviso. En cuestión de segundos, la paz que querian construir se desmoronó.Amelia, con el corazón latiéndole en la garganta, se vistió a toda prisa. El miedo le nublaba la mente, pero su instinto era claro: proteger a su hijo. Corrió por la habitación como un suspiro, lo envolvió en una manta y lo estrechó contra su pecho.Larios llegó con el rostro tenso, la mirada preocupada . Sus palabras fueron un puñetazo.—Uno de mis lobos escuchó que los ancianos han ordenado aplicar la ley de sangre —explicó con voz ronca—. Van tras un hijo ilegítimo.El aire se volvió denso. Matthew sintió que los ancianos pasaban por encima de su liderato y de nuevo quedaba confirmado.—Váyanse a la cabaña del norte —ordenó él, girándose hacia Amelia y Matthew—. Amelia conoce el lugar. Es seguro. Yo me quedaré a enfrentarlos.Ella lo miró, incrédula. El pánico brilló en sus ojos, sintio una cruda preocupación golpearle el corazón.—¿Te pueden hacer daño? No..
CAPÍTULO 50Los besos eran hambre de amor, eran necesidad de estar con el otro.Matthew despojó a Amelia de su ropa con una facilidad desesperada, deseoso de sentir su piel cálida bajo sus manos.La misma piel que había estado en sus pensamientos, suave y tersa.La loba jadeaba al contacto, embriagada por las caricias firmes y devotas con las que el Alfa la reclamaba. En ese momento, nada más existía. Solo ellos. Solo el deseo desenfrenado de dos lobos destinados encontrándose.Cuando llegaron a la cama, Matthew se detuvo un instante, contemplándola. La escena era perfecta. Amelia, desnuda, con los ojos oscurecidos de deseo, se mordía el labio inferior mientras su pecho subía y bajaba con respiraciones entrecortadas. Se frotaba los muslos con una urgencia silenciosa, ansiosa, vulnerable de pertenecerleSolo comprobó que ella seguía siendo suya.Él no pudo resistirse más. Se inclinó sobre ella, llenándola de besos que descendían lentamente por su abdomen hasta llegar a su ombli
Capitulo 51Noel cerro la puerta del estudio con un leve empujón antes de despedir a su BetaSirvi una copa de whisky, la sostuvo unos segundos entre los dedos, saboreando la espera, y bebio con lentitud. La madera de la gran puerta del estudio, resonó de golpe cuando la puerta se abrió de par en par.—Sabía que vendrías —dijo sin girarse, con ese tono cínico que lo caracterizaba —. Mi Beta no es bueno guardando mis secretos de ti.Iris entro en la habitación, el rostro rojo y lleno de furia, los ojos firmes con un odio que la desbordaba. Gruñía entre dientes, incapaz de contener la rabia que le recorria en las venas.—¿Qué planeas? —escupió—. ¿Por qué quieres matar al esposo de esa maldita?Noel sonrió, deslizando lentamente el borde de la copa entre sus dedos, disfrutando del momento.—Quiero darte una satisfacción, Iris. ¿Eso es malo? —preguntó, con una dulzura falsa burlándose irónico de ella.La loba golpeó con fuerza la mesa, lastimándose la mano. Pero el orgullo le apret
Capítulo 52Apenas las palabras del Alfa retumbaron en el salón, los ancianos se volvieron contra Aurelio, heridos y sintiendose traicionados.—¿Es cierto lo que afirma nuestro líder? —gruñó uno de ellos, golpeando la mesa con el puño mientras sus ojos se abrían de indignación.Aurelio bajó el tono de su voz, sosteniendo la mirada de Matthew, sintiéndose traicionado. Jamás imaginó que el Alfa revelaría su secreto para salirse con la suya.Pensó que lo guardaría por el bienestar de Cecilia y de su propio cachorro, Pero Matthew no tendría compasión, no cuando nadie lo había tenido por Amelia.El ambiente se tornó denso, se podía sentir la tensión que provocaba la traición. Los ancianos, enardecidos, le gritaban sin piedad, acusándolo de haberlos engañado, de haberles hecho creer que Cecilia era la loba destinada a ser su Luna.—¡Es una bastarda! ¡Nunca debió rozar el trono de la manada! —exclamo uno de ellos, dejando escapar su rabia.El más anciano del consejo, con movimientos lentos
Capítulo 1En el mercado de esclavas Omegas, en medio del calor y el sudor, las jaulas con las lobas más diversas, se preparan para ser elegidas por un nuevo dueño.Entre el sonido chillante de las cadenas, los rostros sin esperanza, con paso firme, un lobo de cabello castaño, una mirada tan fría como el hielo y un par de cejas pobladas, se acerca con la fuerza que emana un huracán.El Alfa Mathew Russo, camina en medio del tétrico paisaje, ojeando a un grupo de lobas encerradas en jaulas puestas a la disposición de los compradores.Ante su presencia, que impone fuerza los demás compradores se apartan agachando la cabeza, incapaces de retar al poderoso lobo.Con su mirada fría y calculadora, observa las jaulas, buscando a su próxima propiedad.Se detiene frente a una de ellas al escuchar un gruñido, gira y se encuentra con la mirada firme de una loba que parece desafiarlo con un par de ojos verdes como esmeraldas.La loba de cabello negro como el azabache, enmarañado y sucio, lo mir
Capítulo 2Amelia abrió los ojos, sintió el aire espeso a su alrededor, su pecho subía y bajaba con respiraciones entrecortadas, su cuerpo temblaba nervioso ante la mirada imponente y curiosa del Alfa.—Yo... —su voz no podía continuar con la oración.Matthew sonrie, a pesar de la suciedad, y el evidente cansancio, la belleza de la loba era innegable, era una diosa salvaje, una belleza indomable que resaltaba en las curvas de su cuerpo.El lobo se agacha, Amelia retrocede un par de pasos y el le da la toalla.Ella se cubre de inmediato, mientras suspira nerviosa intentando cubrirse rápidamente mientras sus mejillas se sonrojan por la vergüenza.—¿Es así como piensas ganar tu libertad? —Matthew arquea la ceja, con un tono de desdén en su garganta —La respuesta es No preciosa.Amelia abre los ojos y le da una fuerte cachetada en la mejilla al lobo, este gruñe enojado.—Usted me lo dijo, jamás mezclaria su semilla conmigo, yo lo confirmo, nunca me acostaria con un lobo como usted por mi
Capítulo 3Amelia observa el cielo de la manada, sus tonos dorados y cálidos, le recordaban su propio pasado, Phillippe la arrastraba sin piedad por el suelo, su mano gruesa aferrada a su cabello como si fuera un trozo de cuerda.—Eres una rebelde —gruñoLa arroja contra un árbol, el golpe hace que los pulmones de Amelia se queden sin aire, y la corteza del roble, rasguñe su piel, Antes de poder reaccionar, amarrar un par de duras y gruesas cuerdas en sus muñecas con brutalidad.—Puedes arrepentirte ahora —susurra Phillippe, inclinándose, su aliento cargado de whisky golpea en el rostro de la loba.Amelia levanta su cabeza, su mirada es un fuego desafiante, que con un preciso cálculo le escupe en la cara.—Prefiero que el hierro toque mi piel antes que sus asquerosas manos.El mentón de Phillippe se tensa, su mirada llena de furia, destilando el odio del rechazo, se limpia el rostro.—¡Calienta el hierro!El metal se sumerge en las llamas, Amelia cierra los ojos para no ver el reflejo
Capitulo 4Amelia está helada, su mirada está perdida en aquel libro de letras doradas y caligrafía cursiva, su rostro blanco y sus manos temblorosas.—¿Estás bien? —pregunta Mathew, preocupado por la reacción de la loba.Amelia apenas puede responder en medio de titubeos—Solo debo tomar un poco de aire —escapa hacia el jardín.Apenas puede recuperar el aliento, se prometió ser fuerte, no volver a llorar por la traición, por lo que le arrebataron, Pero el recuerdo de su madre agonizando en sus brazos, le quema el alma como el hierro con el que querían marcar su piel.Aprieta los puños, lastimando la palma de sus manos con sus uñas, Necesita justicia o cumplir su promesa de venganza.El galopeo de unos caballos, avisa de la llegada de un visitante, un carruaje la saca de sus pensamientos, seca sus lágrimas las que considera un símbolo de debilidad.Cuando Sergio, el Alfa de la manada Bluemoon, viejo amigo de Matthew desciende, Amelia avanza para atenderle y presentarse.Matthew que l