Un día Roberto tuvo que ir al centro de Madrid para cerrar el acuerdo con una editorial para la publicación de su futuro libro, pues el tema le resultó interesante a la directora.
—Hola, Roberto, soy Dolores, aunque todo el mundo me llama Lola —se presentó.
—Hola, Dolores, ¿por qué me has hecho venir hasta aquí?
—Me han informado que está escribiendo una novela sobre la mujer y me gustaría saber si ha pensado en publicar.
—Sí, lo tenía en mente, pero creí que no era un tema interesante. Si quiere leerla, aquí le dejo lo que llevo —dijo dándole una copia de los tres primeros capítulos.
—El título me gusta, es atractivo, voy a leerlo y ya le digo algo, pero le adelanto que si es parecido al que escribió sobre la historia de su mujer, va a ser un verdadero éxito y lo publicaremos —concluyó.
Este se despidió de la mujer y fue a un centro comercial para comprar la serie completa de Érase una vez el hombre para sus hijos y una báscula de súper precisión para su mujer, debido que necesitaba otra para su trabajo, además, de una pulsera de plata de ley con corazones y ositos que una vez le dijo que le gustaba.
Lo daba todo por su familia y aunque algunos pensaban que se cansaría, estaba convencido de que no lo haría, pues así era su forma de amar.
De vuelta a su casa, pasó por el paseo de Pintor Rosales y vio El Templo de Debod, por lo que decidió, que pronto haría una excursión con su familia para enseñarles un templo del antiguo Egipto.
Cuando llegó a casa, los niños fueron corriendo hacia él para darle un gran abrazo.
—Niños, tengo una sorpresa para vosotros, pero es para los dos y debéis compartirlo —indicó.
Mientras los niños abrían los vídeos, aprovechó para dar un fuerte abrazo y un beso a su mujer.
—También tengo algo para ti, mi amor —comentó a Clara dándole los dos regalos.
—Gracias, cariño mío, me han encantado, eres el mejor. Pero dime, ¿cómo te ha ido la reunión en la editorial?
—Les he dejado lo que llevo escrito y me han dicho que, si es la mitad de bueno que el libro que escribí sobre tu vida, lo publicarán, pero me tienen que dar una respuesta todavía.
—Seguro que lo hacen, es buenísimo lo que llevas —dijo dándole un abrazo y un beso.
Después de eso, llevó a su esposa donde estaban los niños, pues tenía que comunicarles una idea que había tenido.
—Familia, vamos a ir a ver El Templo de Debod.
—¿Eso que es, papi?
—Hija, es un templo que está en un parque de Madrid que fue un regalo de Egipto a España en 1968 en compensación por la ayuda española tras el llamamiento internacional realizado por la Unesco para salvar los templos de Nubia, principalmente el de Abu Simbel.
Antiguamente se encontraba situado en la pequeña localidad que llevaba este nombre, en las orillas del río Nilo, próximo a la primera catarata, en la Baja Nubia, «país del oro», al sur de Egipto, muy cerca del lugar donde el Nilo corta al Trópico de Cáncer. Un poco más al norte, en la isla de Filé, se encontraba el gran santuario de la diosa Isis.
—Papá, ¿qué es Egipto? —preguntó Héctor.
—Os voy a poner un vídeo donde os lo van a explicar muy bien —respondió mientras ponía el capítulo dedicado al antiguo Egipto de la serie.
—Mientras yo hago la comida y puesto que los niños están tranquilos, puedes escribir un poco, amor.
—Vale, mi cielo, así lo haré —indicó mientras se ponía a escribir.
«Estoy viendo un reportaje sobre Egipto con mis hijos en la televisión. Mi hija me da su piedra mágica, pues se quiere ir a jugar y me quedo dormido con ella en la mano.
Me despierto en la orilla del río Nilo, en el antiguo Egipto. Soy una chica de no más de dieciséis años y me estoy lavando en el río junto a mi madre y mi hermana pequeña, es un día grande pues a mi madre la van a nombrar profesora de los hijos del Faraón y van a dar una gran fiesta en su casa.
Mi padre pertenece a la guardia del faraón y eso posiblemente haya influido para que la escogieran a ella, aunque a las mujeres se nos respeta mucho por lo que somos, por lo que también la han escogido porque es buena en su trabajo.
Para mí es todo un ejemplo a seguir y me gustaría ser maestra de la escuela, aparte de cuidar de mi casa, pero eso requiere un gran esfuerzo.
Un día mi progenitor me llegó a decir que puedo ser lo que quiera ser y que me case con el hombre que me guste, que diferencia con mi otra vida en Mesopotamia, donde era un objeto y un trozo de carne y una vez me casaba me convertía en invisible. Ahora es distinto, aquí una mujer tras el matrimonio, se convierte en la Señora de la Casa, siendo la encargada de administrar el patrimonio y de organizarlo todo en el hogar.
Aquí yo puedo disponer de mi propio patrimonio, no solo el del hogar y, además, somos libres para crear nuestros propios negocios.
También podemos decidir ejercer cualquier profesión y, cuando tenemos la menstruación, es un signo de salud, por lo que es algo bueno, muy distinto a lo que he vivido anteriormente.
De repente, me escandalizo cuando veo al faraón tocarse su miembro en la orilla del río y dejando en él el líquido que le sale por la punta.
—No os escandalicéis, hijas mías, eso es para que nazca el siguiente faraón y es una costumbre —nos explica mi madre.
Terminamos de lavarnos y vamos cada una a ponernos nuestras mejores ropas para la fi esta.
Mi madre se viste con un vestido largo y nosotras con ropas provocativas, estamos en edad de conocer al hombre de nuestra vida y debemos conquistarle y esas fi estas son buenas para ello, mis padres se conocieron allí.
Nos dirigimos hacia ella y cada vez me siento más nerviosa, no sé el motivo, posiblemente será porque voy a ver al chico que me gusta y es el momento de conocerlo mejor».
Roberto se ve obligado a dejar de escribir, pues, ya estaba hecha la comida. Horas más tarde, después de pasar un día agradable con la familia, cenar, acostar a los niños y mientras su mujer se daba un baño relajante, intentó terminar el capítulo.
«Ya estamos en la fi esta y nos ofrecen una bebida. Tiene un sabor raro, que no me gusta, por lo que no la bebo, pero mi hermana sí y empieza a comportarse de una forma desinhibida, bailando de forma sexy, besando a todos los que bailan con ella y se la llevan a una habitación donde hay varios hombres y mujeres desnudos practicando sexo en varias posiciones e incluso felaciones, una orgia en la que participa encantada.
Salgo al jardín de la casa y se me acerca el chico que me gusta y me recita un lindo poema.
Después de la fi esta volvemos a casa y me quedo dormida.
Me despierto y estoy casada con el hombre al que quiero y llevo las cuentas de su negocio, es todo un caballero, me ama y me respeta, me siento como una diosa, con eso estoy contenta, pero estoy triste porque mi hermana se ha convertido en una “Diosa del placer”, que son las mujeres que satisfacen los placeres sexuales de los hombres nobles, con lo inteligente que es podía haber sido cualquier cosa, pero aquella fiesta fue su perdición.
Pasa el tiempo, me quedo embarazada y mi marido me tiene en palmitas, me cuida mucho, la verdad es que me sorprende este tratamiento, no solo por lo que he vivido en otras vidas, sino por las noticias del trato que reciben las mujeres en la vecina Grecia, donde es todo al revés.
Tengo una niña y mi marido contrata a alguien para que la cuide para que yo pueda seguir trabajando, pero le digo que, de momento, quiero cuidarla yo.
Con el tiempo, me quedo embarazada de gemelos y casi muero en el doble parto, pero por milagros de los dioses me salvo. Desde ese día decido que me voy a dedicar a la casa y educar a los niños para que vivan bien y sean lo que quieran ser.
Me siento realizada en todos los sentidos y soy yo la dueña de mí, me siento libre, aunque sé que las cosas pueden cambiar a peor y posiblemente pase, por las noticias que me llegan de otras zonas, pero mientras tanto voy a disfrutar de este momento.
Me entra un sueño tremendo y cuando despierto, soy otra vez yo, con los niños despertándome pues quieren jugar conmigo».
Los niños estaban nerviosos, pues no podían salir al estar lloviendo y a Clara ya se le habían acabado las ideas, por lo que pidió a su amado si le podía ayudar.—Niños, ¿queréis ver otro capítulo de la serie de ayer? —preguntó él mostrando el DVD a los niños.—Sííííííí, síííííí —dijeron los niños saltando y gritando.Roberto, así lo hizo y se sentó junto a su mujer en el sofá pasando su brazo por detrás de su cabeza, ella se apoyó en su hombro y, estuvieron viendo, junto con los niños, el capítulo sobre Grecia.—Ver la serie me ha dado una idea, voy a escribir el siguiente capítulo basado en nuestro viaje a Grecia y lo que nos enseñaron —anunció.—Me parece fenomenal, escribe un poco mientras están tranquilos porque luego nos va a poder.Así lo hizo y empezó a escribir el capítulo de su libro.«Es nuestra luna de miel y estamos en Grecia, un país que los dos queríamos conocer y una civilización que a mí me fascina, la antigua Grecia
Clara y Roberto tenían la presentación de un nuevo perfume basado en los olores de la antigua Roma en la ciudad de Segovia, por lo que se levantaron pronto, pues debían vestirse la ocasión.—Amor, ¿cómo te sientes tras escribir lo que llevas del libro? —indagó mientras le ayudaba a abrocharse la corbata.—Me está sirviendo para valorar más a las mujeres y siento cosas que nunca pensé que podría llegar a percibir, vida mía —le aclaró dándola un beso.Tras arreglarse, aviaron a los niños y se dirigieron a Segovia.—Papi, ¿qué es eso? —preguntó Héctor señalado el acueducto.—Hijo mío, es el acueducto de Segovia y es uno de los más importantes legados del Imperio Romano en España —respondió Clara.—Y, ¿para qué sirve mami? —dijo Esperanza.—Ahora es un monumento más decorativo que otra cosa, pero anteriormente servía para transportar el agua del río Acebeda, nacido en la sierra de la Fuenfría, a la parte alta de la ciudad de Segovia. Sus
Roberto se despertó nervioso por la reunión con la editora, estaban todos dormidos así que se vistió sin hacer ruido, preparó su desayuno y dejó medio hecho el de su familia.Justo en el momento en que terminaba de desayunar, apareció Clara, que quería despedirse y desearle suerte.—Amor, ¿por qué no me has despertado? —dijo dándole un beso.—Estabas cansada anoche y me tenía que levantar pronto para la reunión, mi vida.—Pero me habría gustado desayunar contigo.—No te preocupes, cariño. Por cierto, he dejado medio preparado vuestro desayuno.—Eres un verdadero amor —replicó dándole un beso.Roberto cogió su chaqueta y salió de casa camino de Madrid, había pedido un taxi por lo que aprovechó el viaje para escribir.«He nacido en una &e
Una mañana, Roberto se despertó con una idea, irían de excursión ya que le venía bien para el próximo capitulo que iba a escribir.—Se me ha ocurrido una idea —dijo Roberto.—Miedo me das, pero dinos —contestó Clara.—¿Por qué no vamos a ver la fortaleza de Buitrago de Lozoya?, he oído que es muy original y está construida sobre el río.—Así qué, ¿nos vamos de excursión? —preguntó Esperanza.—Sí, mi niña, y podrás ser una princesa—comentó él.—Biennn, bieeeen.La niña abrazó a su padre y mientras se arreglaban, se puso a escribir el principio del capítulo.«Después de mi periplo por la alta edad media, pienso que las mujeres son muy valientes y unas verdaderas guerreras, pues eso no lo aguanta cualquiera. Espero que mi viaje por la baja edad media sea diferente.Me entra un sueño terrible y cuando despierto soy una niña en la época de los Reyes Católicos, donde Isabel la Católica es un ejemplo a seguir para todas las niñ
Después de planificar con su amada una visita al Museo Reina Sofía, para ver la exposición sobre los artistas del renacimiento que era el tema del siguiente capítulo de su libro, se puso a escribir el capítulo.«Tras mi periplo por la edad media, estoy estudiando el renacimiento en España, tomo un poco de agua y me pongo a ver un rato la televisión junto a mi mujer, necesito descansar la mente, nos miramos a los ojos y al unísono decimos lo mismo: “te amo”, se apoya en mi hombro y se queda dormida, le doy un beso en la cabeza, apago la televisión y sigo estudiando. Me entra muchísimo sueño y me quedo dormido.Me despierto siendo una niña feliz y alegre, me dejan libertad para jugar y mi mamá me acaba de hacer una muñeca de trapo con los restos de una almohada y unos vestidos que se me habían quedado pequeños, tengo que reconocer que mi madre cose muy bien y ha hecho vestidos hasta para algunas novias, me quedo horas mirando como cose, aunque cada vez le cuesta más, por
Era domingo temprano y Roberto aprovechó que todos dormían para empezar a escribir el capítulo de su libro.«Veo a mis hijos jugar y se me caen las lágrimas, no es solo porque sea sentimental sino porque tienen mucha suerte de poder jugar, pues en algunas épocas estarían trabajando, es algo que he descubierto en mi viaje a través de la historia. Me quedo dormido y tengo un sueño muy raro.Soy una niña y tengo unos diez años, estoy en un taller haciendo hilos de seda, tengo que ir con cuidado de que no se me rompan, ya que son muy delicados y si alguno se me rompe, me pegan.Durante un momento paro, pues mis manos me duelen y una mujer me echa la bronca por parar.—Pero me duelen las manos —le digo a la señora.—Hasta que no termines la bobina, no pares o serás castigada —me ordena levantándome la mano.Yo sigo trabajando sin rechistar, pero llega un momento que me duelen tanto las manos que salgo corriendo del taller camino de mi casa para q
A pesar de no ser un día especial, Roberto compró una pulsera a Clara con su nombre, cuando fue a Madrid para dejar a Dolores otra parte del manuscrito de su libro.La directora de la editorial estaba fascinada por el buen ritmo que llevaba el libro y por la forma en que trataba un tema tan delicado como la evolución de la mujer a lo largo de la historia. El estilo, los temas, la forma tan especial de reflejar los sentimientos de la mujer y el respeto con el que había tratado las torturas, habían sorprendido a Lola y más aún siendo un hombre, estaba totalmente segura de que había acertado al pensar que iba a ser un buen libro.No podía dejar comprar algo a sus hijos y, en una pequeña tienda de artesanía, encontró los regalos perfectos para ellos y otro más para su mujer.Cogió un taxi y, durante el camino, empezó a escribir parte del capítulo de su libro.«Estoy viendo con mis hijos un reportaje sobre la invención de la máquina de vapor y la primera revol
El matrimonio había sido invitado a una fiesta de unos amigos en donde celebraban su próxima paternidad, por lo que ella debía ir a la peluquería y necesitaba que cuidara de los niños.—Cariño, tengo que ir a la peluquería, ¿te puedes ocupar con los niños? —informó.—Por supuesto, amor, no tienes que preguntarlo, también son mis hijos y son mi responsabilidad —afirmó él.Ella le dio un abrazo y un beso, se despidió de los niños y se fue.—Papi, ¿dónde va mamá? —preguntó Esperanza.—Va a que la apañen más el pelo, para que la pongan aún más guapa.—Jo, le quería pedir que me hiciera unas trenzas —comentó la niña cruzando los brazos.—No te preocupes, princesa, yo te las puedo hacer —insistió mientras cogía un par de gomas para el pelo.—Gracias, papi, eres el mejor del mundo. Tú sí que no eres machista.—¿Por qué dices eso, cariño?—Un compañero de clase me ha dicho que su padre no colabora en casa y la señorita le