Era domingo temprano y Roberto aprovechó que todos dormían para empezar a escribir el capítulo de su libro.
«Veo a mis hijos jugar y se me caen las lágrimas, no es solo porque sea sentimental sino porque tienen mucha suerte de poder jugar, pues en algunas épocas estarían trabajando, es algo que he descubierto en mi viaje a través de la historia. Me quedo dormido y tengo un sueño muy raro.
Soy una niña y tengo unos diez años, estoy en un taller haciendo hilos de seda, tengo que ir con cuidado de que no se me rompan, ya que son muy delicados y si alguno se me rompe, me pegan.
Durante un momento paro, pues mis manos me duelen y una mujer me echa la bronca por parar.
—Pero me duelen las manos —le digo a la señora.
—Hasta que no termines la bobina, no pares o serás castigada —me ordena levantándome la mano.
Yo sigo trabajando sin rechistar, pero llega un momento que me duelen tanto las manos que salgo corriendo del taller camino de mi casa para q
A pesar de no ser un día especial, Roberto compró una pulsera a Clara con su nombre, cuando fue a Madrid para dejar a Dolores otra parte del manuscrito de su libro.La directora de la editorial estaba fascinada por el buen ritmo que llevaba el libro y por la forma en que trataba un tema tan delicado como la evolución de la mujer a lo largo de la historia. El estilo, los temas, la forma tan especial de reflejar los sentimientos de la mujer y el respeto con el que había tratado las torturas, habían sorprendido a Lola y más aún siendo un hombre, estaba totalmente segura de que había acertado al pensar que iba a ser un buen libro.No podía dejar comprar algo a sus hijos y, en una pequeña tienda de artesanía, encontró los regalos perfectos para ellos y otro más para su mujer.Cogió un taxi y, durante el camino, empezó a escribir parte del capítulo de su libro.«Estoy viendo con mis hijos un reportaje sobre la invención de la máquina de vapor y la primera revol
El matrimonio había sido invitado a una fiesta de unos amigos en donde celebraban su próxima paternidad, por lo que ella debía ir a la peluquería y necesitaba que cuidara de los niños.—Cariño, tengo que ir a la peluquería, ¿te puedes ocupar con los niños? —informó.—Por supuesto, amor, no tienes que preguntarlo, también son mis hijos y son mi responsabilidad —afirmó él.Ella le dio un abrazo y un beso, se despidió de los niños y se fue.—Papi, ¿dónde va mamá? —preguntó Esperanza.—Va a que la apañen más el pelo, para que la pongan aún más guapa.—Jo, le quería pedir que me hiciera unas trenzas —comentó la niña cruzando los brazos.—No te preocupes, princesa, yo te las puedo hacer —insistió mientras cogía un par de gomas para el pelo.—Gracias, papi, eres el mejor del mundo. Tú sí que no eres machista.—¿Por qué dices eso, cariño?—Un compañero de clase me ha dicho que su padre no colabora en casa y la señorita le
Roberto y Clara debían de comprarse los disfraces para la fi esta de sus amigos, puesto que estaba ambientada en los felices años 20, en la ley seca americana y en los clubs de Jazz de la época.Ella se compró un disfraz de cigarrera de aquellos años con su vestido de flecos hasta mitad de la pantorrilla, con su diadema cofia y su liga con monedero para meter el dinero, las medidas negras de rejilla las tenía ella.Él se compró un disfraz de gánster con traje color granate y sombrero a juego.En el camino de vuelta, la compra de los disfraces le había inspirado para el próximo capitulo, por lo que se puso a escribir en cuanto llegó a casa.«Después de los pequeños avances de finales del XIX, en los comienzos del siglo XX se iban a producir algunos cambios más. Esta vez no tengo un sueño sino que me teletransporto a través de la puerta de entrada de mi casa a la época de la segunda República española y soy una adolescente que empieza a tener ciertas curios
Al día siguiente llevaron a los niños al colegio y se fueron a la perfumería. Durante uno de los tiempos de descanso, Roberto aprovechó para empezar a escribir el capítulo de hoy.«Este capítulo va a ser un poco distinto, voy a contar una historia de dos hermanas divididas por la guerra, algo muy normal en esa guerra fratricida que separó, no solo a un país, sino también a familias.Fernanda era una miliciana del bando republicano que utilizó a las mujeres, inicialmente, como instrumentos de propaganda calificándolas como “Heroínas de la patria” y representándolas en diversos carteles. El objetivo era, convencer a los hombres para que combatieran, imitando el patrón de sus compatriotas mujeres. Pero, con el tiempo, Fer fue defenestrada como todas sus compañeras, pues en el momento en que se las dejó de considerar como un arma necesaria, empezaron a desmitificarlas y a dejarlas apartadas en la retaguardia, con frases como: «Hombres al frente, mujeres a la retaguardia».
Era el último día de clase de los niños y Clara se había despertado para prepararlos, pues tenían actuación en su colegio, pero su amado no se había levantado aún, algo que le extrañó, por lo que fue a ver qué le pasaba. Se lo encontró hecho un ovillo en la cama temblando.Para que los pequeños no lo vieran así, les puso una película y cerró la puerta de la habitación para hablar con su marido.—Buenos días, amor, ¿qué te pasa?—Buenos días, cariño, me he levantado con una extraña sensación y tengo miedo de contestarte mal y hacerte daño —respondió dándole un abrazo y un beso.—No creo que me lo hicieras, eres un amor y siempre me demuestras que me amas, así que levántate porque tenemos que ir al festival del colegio.—¿Es hoy?, pensaba que era mañana.—Sí, mi vida, es hoy, pero si no te apetece ir, lo entendería.—No me lo voy a perder, ahora me visto y nos vamos, cariño mío.Roberto, se arregló lo más rápido posible y se fue
La familia se iba de vacaciones a Santiago de Compostela, así que después de desayunar y de vestirse, se fueron a la estación para coger el tren. Una vez, estuvieron acomodados, Roberto se puso a escribir su libro.«La sociedad en los inicios de la década de los 60 ha evolucionado mucho, se ha producido una apertura al exterior y se promociona el turismo en las playas españolas.Se ha producido el despertar del movimiento feminista y la mujer se ha incorporado a la vida laboral, siendo visible otra vez.Me traslado a la década de los sesenta y me transformo en mi madre, para sentir lo que vivió en la adolescencia.Ya voy notando ciertos cambios en mi cuerpo por lo que un día noto mis braguitas manchadas de sangre. Como estoy en el colegio, me asusto y se lo digo a una de mis profesoras. Como son monjas, me explican que es normal y que debo decirle a mi madre que me compre algo para cuando manche, pero no me dice el qué.Nada más llegar a casa, se l
Roberto fue a ver a Dolores para entregarle la otra parte de su libro que había escrito y darle una fecha aproximada de cuando iba a tener el libro terminado.Mientras iba en el autobús, aprovechó el viaje para escribir el capítulo de su libro.«Tras la muerte de Franco se ha producido una verdadera revolución en todos los sentidos, sobretodo, para las mujeres, con el nacimiento de la democracia y de los derechos de la mujer.Es la época del destape, de las primeras manifestaciones feministas en España y supuso el principio del fin de la dominación masculina.Voy a seguir con la historia de mi madre y cómo vivió esos años y cómo fue el momento en que yo nací.El 20 de noviembre de 1975 muere Franco y mucha gente lo celebra, pero también hay personas que tienen miedo por lo que pueda pasar.Yo me alegro pues pienso que para nosotras va a suponer un gran avance y esos atisbos de cambio se van a consolidar.Gracias a m
La familia se fue hacia la editorial, pues Roberto quería darles una sorpresa.—Hola, veo que ha venido toda la familia, mejor, así ya os conozco a todos —saludó Dolores—. Si no os importa, mi ayudante puede llevar a los niños a nuestra guardería—continuó diciendo.—¿Tenéis guardería? —Sí, nosotros facilitamos la conciliación de la vida familiar y laboral.—Entonces estoy encantado de trabajar con una empresa que cuida la vida familiar.—Pasad a mi despacho. Roberto, ¿cuál es tu respuesta a la propuesta de ayer?—Antes de responderte, quiero decirte que la decisión ha sido tomada por consenso —respondió entrelazando sus dedos con los de su mujer.—Me encanta que estéis tan unidos. Clara, tienes mucha suerte de tener un hombre así a tu lado. Si alguna vez os separáis, ven a verme —comentó Lola guiñándole un ojo.—Me alaga lo que me dices, pero no cambio a mi mujer por nada del mundo. Pero vas a seguir viéndome, pues voy a acept