Ese día Clara tenía consulta con el ginecólogo, había pedido para ir antes de irse a Denia, para poder irse más tranquila al viaje, pues aunque quedasen los resultados de las pruebas, el primer paso ya estaba hecho.
Fueron a la cita, el ginecólogo la revisó y les dijo que no tenían problemas para tener otro hijo por lo que se fueron a comer para celebrarlo.
Para la vuelta, fue Clara la que llevó el coche, por lo que su esposo aprovechó para empezar a escribir el capítulo.
«A falta del epílogo, este es el último capítulo del libro y en él voy a reflejar los retos que aún quedan por conseguir para alcanzar la igualdad total entre hombres y mujeres.
En primer lugar, voy a hablar de una joven que fue repudiada por sus padres por quedarse embarazada, siendo soltera y todo por culpa de un hombre que se aprovechó de ella.
Un día me encontré a una chica de unos diecisiete años en un parque, estaba triste y no había nada que la animara.
Me contó que
Clara prácticamente no había dormido. Estaba nerviosa, pues tenía que recoger los resultados de las pruebas, aunque, en principio, debía estar todo bien, siempre quedaba la posibilidad de que hubiera algún problema.Se puso a escribir el epílogo del libro, aunque sabía que a Roberto no le importaría copiarlo al dictado, sentía escribirlo ella y luego dárselo a su marido para que se lo corrija.Cuando acabó, se fueron a la consulta del ginecólogo, cuando llegaron este les dijo que todo estaba bien, así que cuando Roberto tuvo un rato leyó el epílogo que había escrito su amada.«No sé cómo empezar, pues escribir no es mi especialidad, pero voy a intentar hacerlo de la mejor forma posible.Soy Clara la esposa de Roberto y sobre la marcha he cambiado de idea sobre lo que iba a escribir, pues al leer este libro, me he dado cuenta de que tengo una suerte tremenda, ya que tengo un trabajo que me gusta, en el que se me valora y respeta y no sol
Roberto era un hombre ejemplar, cariñoso, atento, generoso, un padre y un marido abnegado, capaz de dar su corazón sin pedir nada a cambio, bueno, si algo podía pedir era un abrazo, un beso sincero y un te quiero de esos que salen del fondo del alma, con eso era feliz y con ver a su mujer y sus hijos contentos, como tantas veces le decía su mujer: Era un hombre de los que pocos quedaban.Un día se había quedado solo en casa con los niños, ya que su esposa se había tenido que ir a ver a un primo suyo al hospital, los niños eran muy pequeños todavía, y al ver a su hija dormir la siesta se le vino a lo mente la siguiente pregunta: «¿Por qué no escribo un libro y se lo dedico a ella?».Quería a sus dos hijos por igual, aunque con la niña tenía un cariño distinto, por el hecho de que se parecía demasiado a su madre, era idéntica a
Se acercaba su aniversario y Roberto quería darle una sorpresa a su mujer, pero no tenía ni idea, pues ya le había regalado todo lo regalable, sus mejores versos, sus mejores sonrisas, sus mejores besos y un millón de noches mágicas, así que, si no quería regalarle una joya ni las socorridas rosas o bombones, pues eso le parecían que eran más para pedir perdón, debía estrujarse la mente y exprimir sus neuronas, para encontrar el regalo ideal.Mientras estaba pensando en el regalo que podía hacerle, recordó aquel viaje a la Gomera dónde por primera vez sintió el verdadero sufrimiento de Clara y decidió reflejarlo en su libro.—Vida, ¿me permites reflejar el viaje a la Gomera para mi libro? —le preguntó antes de empezar a escribir.—Por supuesto, cariño mío, estoy deseando leerlo —contestó dándole un cariñoso abrazo.Se sentía muy afortunada de tener a un hombre tan maravilloso a su lado y sentía ese proyecto que había iniciado como propio y más sabiendo qu
Desde el día que había escrito el primer capítulo de su libro, Roberto, estaba más cariñoso todavía con Clara y con sus hijos, si normalmente no tenía quejas en ese sentido, ahora menos, pues se había multiplicado por diez ese amor y las atenciones que siempre habían tenido, por lo que, ella estaba como en una nube.—Mi amor, ¿puedes venir un momento? —le preguntó a su esposo.—Por supuesto, vida mía —dijo apartando la mirada del ordenador y yendo hacia la habitación de los niños que era donde estaba su amada.—¿Qué le pasa a mi princesita? —insistió él dándola un beso en la frente a Esperanza que no tenía muy buena cara—, creo que tiene fiebre —continuó.—Es verdad, lleva toda la tarde así. Sé que te dije que hoy te dejaría tiempo para investigar y escribir el libro, pero si puedes me gustaría que ayudaras a Héctor a estudiar, mientras yo voy al médico con Esperanza —indicó Clara.—Por supuesto que sí, primero sois vosotros y despu
Tras el viaje a las cuevas de Altamira, parecía que los niños tenían más interés por la historia y le hacían a su padre más preguntas sobre ella.Un día, mientras estaba pensando en el siguiente capítulo para su libro, su hija le hizo una pregunta que le inspiró sobre lo que escribir.—Papi, ¿cuál es la ley más antigua?—El primer conjunto de leyes del que tenemos constancia es el código de Hammurabi, que tiene aproximadamente 3000 años, hija mía —contestó Roberto.—Gracias, papi, me puedes explicar qué es —dijo la niña—Vale, princesa, vamos al salón y así también se lo explico a tu hermano —respondió él.La niña le dio un abrazo a su padre y este la cogió a caballito para llevarla hasta el salón.—¿Ya habéis terminado de estudiar?—Todavía no, cariño, pero voy a hablar a Esperanza sobre el código de Hammurabi y creo que a Héctor también le vendría bien escucharlo —explicó.—¿Me puedo quedar yo también a escucharlo, pro
Un día Roberto tuvo que ir al centro de Madrid para cerrar el acuerdo con una editorial para la publicación de su futuro libro, pues el tema le resultó interesante a la directora.—Hola, Roberto, soy Dolores, aunque todo el mundo me llama Lola —se presentó.—Hola, Dolores, ¿por qué me has hecho venir hasta aquí?—Me han informado que está escribiendo una novela sobre la mujer y me gustaría saber si ha pensado en publicar.—Sí, lo tenía en mente, pero creí que no era un tema interesante. Si quiere leerla, aquí le dejo lo que llevo —dijo dándole una copia de los tres primeros capítulos.—El título me gusta, es atractivo, voy a leerlo y ya le digo algo, pero le adelanto que si es parecido al que escribió sobre la historia de su mujer, va a ser un verdadero éxito y lo publicaremos —concluyó.Este se despidió de la mujer y fue a un centro comercial para comprar la serie completa de Érase una vez el hombre para sus hijos y una báscula de súper pre
Los niños estaban nerviosos, pues no podían salir al estar lloviendo y a Clara ya se le habían acabado las ideas, por lo que pidió a su amado si le podía ayudar.—Niños, ¿queréis ver otro capítulo de la serie de ayer? —preguntó él mostrando el DVD a los niños.—Sííííííí, síííííí —dijeron los niños saltando y gritando.Roberto, así lo hizo y se sentó junto a su mujer en el sofá pasando su brazo por detrás de su cabeza, ella se apoyó en su hombro y, estuvieron viendo, junto con los niños, el capítulo sobre Grecia.—Ver la serie me ha dado una idea, voy a escribir el siguiente capítulo basado en nuestro viaje a Grecia y lo que nos enseñaron —anunció.—Me parece fenomenal, escribe un poco mientras están tranquilos porque luego nos va a poder.Así lo hizo y empezó a escribir el capítulo de su libro.«Es nuestra luna de miel y estamos en Grecia, un país que los dos queríamos conocer y una civilización que a mí me fascina, la antigua Grecia
Clara y Roberto tenían la presentación de un nuevo perfume basado en los olores de la antigua Roma en la ciudad de Segovia, por lo que se levantaron pronto, pues debían vestirse la ocasión.—Amor, ¿cómo te sientes tras escribir lo que llevas del libro? —indagó mientras le ayudaba a abrocharse la corbata.—Me está sirviendo para valorar más a las mujeres y siento cosas que nunca pensé que podría llegar a percibir, vida mía —le aclaró dándola un beso.Tras arreglarse, aviaron a los niños y se dirigieron a Segovia.—Papi, ¿qué es eso? —preguntó Héctor señalado el acueducto.—Hijo mío, es el acueducto de Segovia y es uno de los más importantes legados del Imperio Romano en España —respondió Clara.—Y, ¿para qué sirve mami? —dijo Esperanza.—Ahora es un monumento más decorativo que otra cosa, pero anteriormente servía para transportar el agua del río Acebeda, nacido en la sierra de la Fuenfría, a la parte alta de la ciudad de Segovia. Sus