Una mañana, Roberto se despertó con una idea, irían de excursión ya que le venía bien para el próximo capitulo que iba a escribir.
—Se me ha ocurrido una idea —dijo Roberto.
—Miedo me das, pero dinos —contestó Clara.
—¿Por qué no vamos a ver la fortaleza de Buitrago de Lozoya?, he oído que es muy original y está construida sobre el río.
—Así qué, ¿nos vamos de excursión? —preguntó Esperanza.
—Sí, mi niña, y podrás ser una princesa—comentó él.
—Biennn, bieeeen.
La niña abrazó a su padre y mientras se arreglaban, se puso a escribir el principio del capítulo.
«Después de mi periplo por la alta edad media, pienso que las mujeres son muy valientes y unas verdaderas guerreras, pues eso no lo aguanta cualquiera. Espero que mi viaje por la baja edad media sea diferente.
Me entra un sueño terrible y cuando despierto soy una niña en la época de los Reyes Católicos, donde Isabel la Católica es un ejemplo a seguir para todas las niñ
Después de planificar con su amada una visita al Museo Reina Sofía, para ver la exposición sobre los artistas del renacimiento que era el tema del siguiente capítulo de su libro, se puso a escribir el capítulo.«Tras mi periplo por la edad media, estoy estudiando el renacimiento en España, tomo un poco de agua y me pongo a ver un rato la televisión junto a mi mujer, necesito descansar la mente, nos miramos a los ojos y al unísono decimos lo mismo: “te amo”, se apoya en mi hombro y se queda dormida, le doy un beso en la cabeza, apago la televisión y sigo estudiando. Me entra muchísimo sueño y me quedo dormido.Me despierto siendo una niña feliz y alegre, me dejan libertad para jugar y mi mamá me acaba de hacer una muñeca de trapo con los restos de una almohada y unos vestidos que se me habían quedado pequeños, tengo que reconocer que mi madre cose muy bien y ha hecho vestidos hasta para algunas novias, me quedo horas mirando como cose, aunque cada vez le cuesta más, por
Era domingo temprano y Roberto aprovechó que todos dormían para empezar a escribir el capítulo de su libro.«Veo a mis hijos jugar y se me caen las lágrimas, no es solo porque sea sentimental sino porque tienen mucha suerte de poder jugar, pues en algunas épocas estarían trabajando, es algo que he descubierto en mi viaje a través de la historia. Me quedo dormido y tengo un sueño muy raro.Soy una niña y tengo unos diez años, estoy en un taller haciendo hilos de seda, tengo que ir con cuidado de que no se me rompan, ya que son muy delicados y si alguno se me rompe, me pegan.Durante un momento paro, pues mis manos me duelen y una mujer me echa la bronca por parar.—Pero me duelen las manos —le digo a la señora.—Hasta que no termines la bobina, no pares o serás castigada —me ordena levantándome la mano.Yo sigo trabajando sin rechistar, pero llega un momento que me duelen tanto las manos que salgo corriendo del taller camino de mi casa para q
A pesar de no ser un día especial, Roberto compró una pulsera a Clara con su nombre, cuando fue a Madrid para dejar a Dolores otra parte del manuscrito de su libro.La directora de la editorial estaba fascinada por el buen ritmo que llevaba el libro y por la forma en que trataba un tema tan delicado como la evolución de la mujer a lo largo de la historia. El estilo, los temas, la forma tan especial de reflejar los sentimientos de la mujer y el respeto con el que había tratado las torturas, habían sorprendido a Lola y más aún siendo un hombre, estaba totalmente segura de que había acertado al pensar que iba a ser un buen libro.No podía dejar comprar algo a sus hijos y, en una pequeña tienda de artesanía, encontró los regalos perfectos para ellos y otro más para su mujer.Cogió un taxi y, durante el camino, empezó a escribir parte del capítulo de su libro.«Estoy viendo con mis hijos un reportaje sobre la invención de la máquina de vapor y la primera revol
El matrimonio había sido invitado a una fiesta de unos amigos en donde celebraban su próxima paternidad, por lo que ella debía ir a la peluquería y necesitaba que cuidara de los niños.—Cariño, tengo que ir a la peluquería, ¿te puedes ocupar con los niños? —informó.—Por supuesto, amor, no tienes que preguntarlo, también son mis hijos y son mi responsabilidad —afirmó él.Ella le dio un abrazo y un beso, se despidió de los niños y se fue.—Papi, ¿dónde va mamá? —preguntó Esperanza.—Va a que la apañen más el pelo, para que la pongan aún más guapa.—Jo, le quería pedir que me hiciera unas trenzas —comentó la niña cruzando los brazos.—No te preocupes, princesa, yo te las puedo hacer —insistió mientras cogía un par de gomas para el pelo.—Gracias, papi, eres el mejor del mundo. Tú sí que no eres machista.—¿Por qué dices eso, cariño?—Un compañero de clase me ha dicho que su padre no colabora en casa y la señorita le
Roberto y Clara debían de comprarse los disfraces para la fi esta de sus amigos, puesto que estaba ambientada en los felices años 20, en la ley seca americana y en los clubs de Jazz de la época.Ella se compró un disfraz de cigarrera de aquellos años con su vestido de flecos hasta mitad de la pantorrilla, con su diadema cofia y su liga con monedero para meter el dinero, las medidas negras de rejilla las tenía ella.Él se compró un disfraz de gánster con traje color granate y sombrero a juego.En el camino de vuelta, la compra de los disfraces le había inspirado para el próximo capitulo, por lo que se puso a escribir en cuanto llegó a casa.«Después de los pequeños avances de finales del XIX, en los comienzos del siglo XX se iban a producir algunos cambios más. Esta vez no tengo un sueño sino que me teletransporto a través de la puerta de entrada de mi casa a la época de la segunda República española y soy una adolescente que empieza a tener ciertas curios
Al día siguiente llevaron a los niños al colegio y se fueron a la perfumería. Durante uno de los tiempos de descanso, Roberto aprovechó para empezar a escribir el capítulo de hoy.«Este capítulo va a ser un poco distinto, voy a contar una historia de dos hermanas divididas por la guerra, algo muy normal en esa guerra fratricida que separó, no solo a un país, sino también a familias.Fernanda era una miliciana del bando republicano que utilizó a las mujeres, inicialmente, como instrumentos de propaganda calificándolas como “Heroínas de la patria” y representándolas en diversos carteles. El objetivo era, convencer a los hombres para que combatieran, imitando el patrón de sus compatriotas mujeres. Pero, con el tiempo, Fer fue defenestrada como todas sus compañeras, pues en el momento en que se las dejó de considerar como un arma necesaria, empezaron a desmitificarlas y a dejarlas apartadas en la retaguardia, con frases como: «Hombres al frente, mujeres a la retaguardia».
Era el último día de clase de los niños y Clara se había despertado para prepararlos, pues tenían actuación en su colegio, pero su amado no se había levantado aún, algo que le extrañó, por lo que fue a ver qué le pasaba. Se lo encontró hecho un ovillo en la cama temblando.Para que los pequeños no lo vieran así, les puso una película y cerró la puerta de la habitación para hablar con su marido.—Buenos días, amor, ¿qué te pasa?—Buenos días, cariño, me he levantado con una extraña sensación y tengo miedo de contestarte mal y hacerte daño —respondió dándole un abrazo y un beso.—No creo que me lo hicieras, eres un amor y siempre me demuestras que me amas, así que levántate porque tenemos que ir al festival del colegio.—¿Es hoy?, pensaba que era mañana.—Sí, mi vida, es hoy, pero si no te apetece ir, lo entendería.—No me lo voy a perder, ahora me visto y nos vamos, cariño mío.Roberto, se arregló lo más rápido posible y se fue
La familia se iba de vacaciones a Santiago de Compostela, así que después de desayunar y de vestirse, se fueron a la estación para coger el tren. Una vez, estuvieron acomodados, Roberto se puso a escribir su libro.«La sociedad en los inicios de la década de los 60 ha evolucionado mucho, se ha producido una apertura al exterior y se promociona el turismo en las playas españolas.Se ha producido el despertar del movimiento feminista y la mujer se ha incorporado a la vida laboral, siendo visible otra vez.Me traslado a la década de los sesenta y me transformo en mi madre, para sentir lo que vivió en la adolescencia.Ya voy notando ciertos cambios en mi cuerpo por lo que un día noto mis braguitas manchadas de sangre. Como estoy en el colegio, me asusto y se lo digo a una de mis profesoras. Como son monjas, me explican que es normal y que debo decirle a mi madre que me compre algo para cuando manche, pero no me dice el qué.Nada más llegar a casa, se l