La bisabuela por fin lo sabeeeee. ¡Muchas gracias por leer la historia! Si te está gustando no te olvides de comentar, votar y dejar tu reseña.
AriaPara cuando llego a casa, todavía me estoy riendo de la reacción desmesurada que tuvo Julia por la noticia. Muchas veces me pregunto si es verdad lo que le dije, y las mismas veces tuve que reafirmarlo.Cuando me meto por la ventana, escucho voces que provienen de la sala. No me cuesta mucho reconocer la voz de Rowan, que viene a preguntar que si lo que me envió me lo comí.—No entres en pánico —susurro mientras me alboroto el cabello para parecer adormilada.—No me digas que tú enviaste la comida —está diciendo Stacy cuando yo salgo, fingiendo bostezar.—Rowan —le digo y él me mira con una mezcla de alivio y extrañeza—. ¿Qué te trae por aquí?—Te envié comida, ¿todo bien? ¿La comiste?—Pues claro —respondo encogiéndome de hombros—. ¿Por qué no iba a comerla?No le estoy mintiendo. En realidad sí me comí aquel caldo y me sentó bien al estómago gracias al cielo.—¿Todo está en orden?—Sí —contesto y vuelvo a bostezar—. Puedes irte, Rowan. Sabes que no tienes que disimular más que e
AlecEl trabajo es algo que siempre me ha distraído de cualquier preocupación, siempre ha sido algo que calma mi ansiedad por más estresante que sea la situación personal que esté viviendo. Pero esta vez no sé qué me ocurre, no paro de ir al baño a vomitar. Incluso he enviado al mensajero a que me compre un medicamento para cortarlo, pero sigo sintiendo ascos y síntomas de que pronto me dará un maldito resfriado. Lo único que consigue calmarme es tomar el saco de Aria y olerlo. Este es el único aroma que me tranquiliza y me calma todo. Admitirlo es ridículo, aunque es la única manera que tengo para estar medianamente bien. Sospecho que en realidad lo único que me haría sentir mejor es tenerla a ella conmigo, pero tengo que resistir. No puedo volver a verla hasta que Natasha no se vaya. Debo desintoxicarme de su presencia, de esta ansiedad que me recorre cuando no sé lo que está haciendo.Las horas en la oficina mientras intento concentrarme en el comportamiento de las inversiones más i
AriaUnos toques a mi puerta son los que me hacen abrir los ojos e impiden que por fin descanse. Me ha costado la vida entera el poder cenar la ensalada que me preparó Jackson, pero por suerte no la vomité y planeo que esto siga así y por eso quería dormir.Vuelven a tocar la puerta, así que, de mala gana, arrastro los pies hacia la puerta.—¿Qué pasó, Jack…? ¿Stacy?—Lo siento, lo siento —se disculpa en voz baja—. Mi pobre osito está cansado y triste. Se fue a tomar una siesta.—La tiene bien merecida —le contesto.—Sí, pero eso no es de lo que quiero hablar. Tu chófer vino a buscarte.Siento que se me paraliza el corazón al escuchar aquello, pero intento disimular quedándome impasible.—¿Sí? ¿Qué es lo que necesita?—No lo sé, pero habla con él. No creo que sea para nada bueno. Tal vez tu jefe ya descubrió tu secreto.Trago saliva y me aparto de la puerta, agobiada ante la idea.No, Julia no me pudo haber traicionado.—Tal vez no, pero tienes que ir a hablar. Dijo que no se irá hasta
Alec Sin decir una sola palabra, observo cómo Aria me ayuda a desvestirme para meterme en la bañera que me preparó, así como yo hice con ella. Debería decir que no me siento tan mal como aparento, mucho menos desde que ella llegó, pero no quiero decir absolutamente nada para no arruinar el momento, para no dejar de sentir sus suaves y amorosas manos, las cuales me tocan con el pretexto de que debe quitarme la ropa. No tiene asco de mí, de que vuelva a contagiarla; me cuida con la misma delicadeza con la que una madre cuidaría de un pequeño. ¿Acaso será así o más cuidadosa con nuestro hijo? Eso quiero descubrirlo muy pronto. Esta noche tengo que lograrlo, aunque no esté del todo bien. Otro detalle que no puedo dejar de notar es que ha puesto la esencia de rosas que me gusta. A ella le gusta más la vainilla, por eso se la puse, aunque no me agrade del todo a mí. Mejor dicho, antes no me agradaba. Aria ha causado que el aroma lo relacione con ella y que se encienda mi libido hasta má
AriaEl baño se termina cuando noto que la temperatura del señor Elwood ha bajado un poco y que lo veo menos enrojecido. Me alegra mucho verlo mejor y mucho más que, a pesar de sentirse mal, también tiene cuidado conmigo. No nos vamos a la cama hasta que me seca por completo. Esta vez no me he mojado el cabello, así que no le toma bastante tiempo.—Lo mejor que puede hacer ahora es descansar —le digo—. Tómelo con calma.—Eso es lo que haré —me responde—. Voy a tomarlo con calma por esta noche, pero para que eso pueda pasar debes quedarte.—Lo haré, pero no sé qué le voy a decir a mi hermano cuando regrese.El señor Elwood pone mala cara, pero deja que lo ayude a recostarse en la cama. No tengo palabras para describir lo hermoso que luce en aquel pijama de seda azul. Yo también estoy cómoda en el mío, que es de color morado. Es el mismo que algunas veces he usado en el departamento y que esconde muy bien en su clóset para que su novia jamás se dé cuenta de que lo tiene.—Ya le inventar
AriaMi jefe se queja demasiado por el libro que le leo, pero termina adormecido y preguntando cosas que no le hacen demasiado sentido. Es bastante divertido verlo así, pero al mismo tiempo me duele demasiado, ya que sé que mi amor es unilateral y que, aunque fuera correspondido, nunca será suficiente para que él me elija a mí, para que yo pueda decirle sobre nuestros hijos.—Tienes razón, ese libro es aburrido —dice con voz débil cuando se acuesta—. Es espantoso.—Ya no se lo leeré más —prometo.—No, hazlo —me pide—. Con tu voz no es tan desagradable y funciona para tener sueño. Me lo quedaré para que me lo leas de nuevo.Suelto una risita.—Buenas noches, señor Elwood —le digo—. Iré a...—No te vayas —me dice mientras me atrae hacia él—. Quédate quieta, m*****a sea.—De acuerdo —susurro.Los dos nos quedamos en silencio, solo sintiendo nuestras respiraciones calmadas. En este momento me pregunto cómo este hombre puede hacer que me sienta tan agitada muchas veces y cómo ahora estar en
AlecCuando Aria se marcha, recojo todas las cosas que me ha dado y las examino. Son objetos comunes, que nunca se me pasaría por la cabeza tomar si las viera en cualquier sitio, pero ahora tienen un significado demasiado profundo para mí. No entiendo del todo por qué ha aceptado dejármelas, pero me alegra que lo haya hecho, ya que no pensaba dárselas de regreso nunca. Estas cosas son el cuidado y el amor que me dio mientras me cuidaba de un simple resfriado.Ni siquiera mi propia madre llegó a darme tanta atención y ternura.—Me estás volviendo un maldito sentimental —mascullo mientras me llevo la manta a la nariz para olerla.El sentido del olfato lo tengo un poco atrofiado por la gripe, pero puedo distinguir perfectamente bien el de Aria. Todavía puedo sentir su calor aquí, los recuerdos, sus sonrisas. Anoche no fue solo sexo, fue algo más, algo que me asusta ahora que lo pienso, pero que en el momento no me importó.Estoy involucrándome más de lo que quisiera. Aria Mills se está co
AriaNo despego la mirada de la ventana en todo el camino, pero no estoy consciente de nada de lo que pasa afuera del auto. No dejo de pensar en mi jefe recibiendo a su novia, negando por milésima vez que estuvo con alguien, o sea, conmigo. No es lógico desear que tenga un arranque de locura y les diga que soy su amante, que lo dejará todo por mí o que siempre estará conmigo aunque se casen, pero lo hago. Me he divertido recreando fantasías en donde él puede sentir el significado de lo que pasó anoche y se da cuenta de que soy lo que él quiere.Por desgracia, no soy lo que él quiere, solo su capricho cuando su novia no puede estar con él. ¿Cómo puedo seguir aceptando eso en mi vida? Tendré hijos, no puedo darles ese pésimo ejemplo. Debo ser una mejor persona, aunque no solo por ellos, sino por mí. No quiero criar a estos niños sintiéndome toda la vida como una amante cualquiera. Tengo que ser una persona respetable, de la que ellos se puedan sentir orgullosos.Ellos no pueden conocer m