A continuación, tuvo que encargarse del funeral. Diane nunca mencionó a algún familiar ni siquiera lejano, siempre fue muy hermética en ese aspecto, así que hizo todo sola y al terminar con la funeraria fue a la casa de su amiga para revisar la habitación que había dispuesto para los que creía serían gemelos.
Estaban las dos cunitas, de inmediato pensó en que mientras resolvía lo del dinero para los niños, los pondría a dormir de a dos en una de las cunas; sabía que su amiga había contactado a un abogado, pero siempre evitaba esa conversación, ahora lo lamentaba, tendría que revisar sus cosas para ver qué encontraba.
Había pasado por alto un sobre que estaba en el piso detrás de la puerta, lo vio justo antes de salir, al revisarlo encontró una notificación del abogado, agradeció mentalmente por eso y tomó nota para ir al siguiente día a su oficina.
***
Dos meses después, se encontraba Maddy Lawson, una chica de 19 años, frente a los trillizos que tendría a su cargo ya que su mejor amiga se los había dejado al morir poco después del parto. Ahora pensaba que Diane falleció sin decirle el origen de los niños y mucho menos el nombre del padre, así que ese sería el misterio de sus vidas.
Así que tenía ante ella a tres varones prácticamente recién nacidos porque acababan de salir de la incubadora; cincuenta mil dólares en una cuenta a su nombre; la llave de una casa en los suburbios y un automóvil que ya había vivido sus mejores días y que su amiga se empeñó en llamar Juanito.
Al momento de darles el alta, le preguntaron el nombre de los pequeños y pidió unos minutos para pensarlo bien; el abogado le había entregado copia del documento donde Diane le cedía la custodia total de sus hijos, así que podían llevar su apellido, pero de los nombres no le dejó ningún indicio y no quería que los niños al crecer se lo reprocharan.
–¿Ya tiene los nombres? –preguntó la enfermera con impaciencia.
–En orden de nacimiento serán Bayron, Gerald y Justin Lawson.
Terminó todo el papeleo y salió de allí con dos cochecitos, uno doble y uno sencillo en el que llevó a los niños hasta el viejo auto que su amiga le dejó y que había mandado a recomponer un poco para poder utilizarlo sin problemas con los trillizos.
Abrió la puerta de la casa y les dijo a los pequeños bebés:
–Bienvenidos mis queridos pequeñines, hoy comienza nuestra aventura juntos, solo espero hacerlo bien y que ustedes tengan una buena vida.
Le fue imposible evitar las lágrimas y lloró por mucho rato, estaba dispuesta a cuidar de esos pequeños con toda su voluntad que no era poca, pensó en que utilizaría el dinero solo para ellos, trabajaría desde casa en muchas cosas a la vez, lo que podía manejar con una computadora y buena señal de internet. Todos sus planes personales quedaban suspendidos hasta nuevo aviso.
***
Cinco años después…
Maddy se encontraba resoplando en la oficina de su supervisora, desechando airadamente el cambio en su cronograma de trabajo para ese día, su alegato principal era que, desde que firmó su contrato de trabajo había establecido la imposibilidad de trabajar en vuelos que pernoctaran fuera de la ciudad.
Todo su trabajo debía ser local, vuelos que despegaran y regresaran el mismo día. No entendía la razón de ese cambio repentino en su itinerario y no podía aceptarlo.
–Maddy, ¿y si contratas a alguien que cuide a tus hijos solo por esta noche?
–No señora Johana, créame que no me es posible.
Lucía Carolina, secretaria del CEO de la empresa y una chica que no le tenía muy buena voluntad, apareció y dijo:
–¿Otra vez queriendo hacer tu voluntad en la empresa?
–No intervengas que este asunto no te concierne Lucía Carolina.
–Uy, qué geniecito, te sugiero que hables directamente con el dueño del circo, justo está llegando en este momento –señaló con muy mala intención.
Efectivamente, Renán Viteri acababa de atravesar las puertas de la aerolínea, enfundado en su uniforme, ya que no solamente era el CEO de la empresa, sino que también ejercía como piloto.
Alto, atrayendo todas las miradas con su magnetismo, elegancia y extraordinario atractivo, siempre ocultando el azul de sus ojos bajo las oscuras gafas Ray-Ban que usaba a diario.
Renán no sonreía, no hablaba, parecía enfadado con el mundo y prácticamente así era, con grandes zancadas atravesó el espacio entre la entrada y su oficina.
–¿Y tú pensaste que a mí me intimidaría hablar con quién sea para defender mis derechos? –preguntó antes de girarse y caminar en dirección a la oficina del CEO.
–¿Qué va a hacer esa loca? –preguntó Lucía Carolina y fue tras ella imponente.
Maddy tocó la puerta, escuchó un: ¡Adelante!, y pasó a la oficina de Renán quien estaba acompañado de Román y de Alberto dos de sus tres mejores amigos y que trabajaban con él en la aerolínea.
–Buenos días señor Viteri, necesito hablar con usted.
–Sí, dígame.
–Señor, lo lamento mucho, ella se coló –decía Lucía Carolina entrando tras ella y tomando por el brazo a Maddy clavándole las uñas.
–Tú misma sugeriste que hablara con él, ¿se te olvidó? –dijo y sacudió su brazo para masajearlo donde Lucía Carolina le había hecho daño.
–Estoy ocupado, hable de una buena vez, señorita…
–Madeleine Lawson señor, verá, llevo varios años aquí como sobrecargo y desde que firmé mi contrato establecí claramente que solo podía atender vuelos locales.
–¿Y eso por qué?
–Porque tengo tres hijos de cinco años y no puedo dejarlos solos en la noche.
–Yo le dije que contratara una niñera –intervino Lucía Carolina.
–Y ya respondí que me es imposible hacer eso.
–¿Sus hijos están enfermos? –preguntó Renán.
–No señor.
–Déjelos con su esposo.
–Soy madre soltera señor.
–¿Puede pagar una niñera?
–Sí señor.
–Entonces, está resuelto.
–No señor.
El CEO se crispó porque la sobrecargo, simplemente, le pareció obstinada y su amigo Román al notar su reacción decidió tomar parte.
–¿Dice que está establecido en su contrato? –interrogó en su papel de abogado corporativo.
–Así es.
–Lucía Carolina, busca el expediente de la señorita Lawson –ordenó y esta resopló.
La asistente salió y regreso en segundos con una Tablet, mostrando en la pantalla el contrato laboral de Madeleine Lawson, efectivamente, estaba indicado que su labor estaba supeditada a vuelos locales solamente.
–Ella está en lo correcto –exclamó Román–, solo vuelos locales, es decir ida y vuelta el mismo día.
–Entiendo –señaló Renán–, ¿quién es su supervisora?
–Johana Banegas –respondió Maddy.
–Comunícame con ella Lucía Carolina.
–¿Qué?, ¿van a cambiar el itinerario?, pronto todos querrán hacer cambios.
–No –contestó el abogado–, solo los que, como ella, lo hayan establecido desde un principio en su contrato laboral.
Despejaron la oficina del CEO y Alberto, quien había permanecido como mudo espectador manifestó:
–Esa chica Madeleine es una fierecilla.
–Y muy joven, ya tiene tres hijos y solo 24 años –agregó Román.
De pronto entró Edison y después de saludar le preguntó a Renán.
–¿Quieres ir a Castelón?, volamos en una hora, almorzamos allá y regresamos para la cena aquí.
–Sí, quiero salir de este drama.
Cuando Maddy llegó a su puesto, le anunciaron:
–Prepárate, vas a Castelón.
Cuando subió al avión y vio al resto de la tripulación se encontró frente a frente con el CEO.
No tuvo tiempo de nada, porque una compañera se colocó entre el CEO y ella para saludarlo. –Buenos días señor.Él solo asintió con la cabeza, pero sus ojos estaban siguiendo a Maddy quien, ante la interrupción de la otra asistente de vuelo, se dedicó a colocar bandejas en el mesón para comenzar a preparar bebidas. –¿Viste quién nos acompaña? –preguntó Edison. –¿Quién? –interrogó haciéndose el desentendido. –La asistente más hermosa y esquiva de todo el equipo, quien debe dormir en su casa cada noche, lástima. –Edison, sabes muy bien que es absolutamente inapropiado lo que acabas de insinuar. –Te lo estoy diciendo aquí en nuestro santuario privado, sin testigos. –¿Estás seguro?, yo acababa de abrir el parlante, quería anunciarle a la tripulación que se prepare para el despegue. –¿Qué?, no, ¿estás loco? –cuestionó con los ojos desorbitados.Renán ni siquiera sonrió, solo se limitó a disfrutar
Se zafó del agarre de su compañera y enseguida tuvieron que guardar la compostura porque otra asistente les avisó que el Capitán estaba ingresando al avión.Por eso Maddy tenía el rostro desencajado y la expresión de molestia tan firme que no quiso girar su rostro al momento de la llegada de los oficiales, solo deseaba terminar lo más pronto posible ese viaje tan incómodo.Estaba realmente furiosa, no entendía la razón que tenía Lucía Carolina para detestarla tanto, ella y su prima Harper siempre buscaban fastidiarle la paciencia y lo peor era que lo lograban. –Trata de calmarte Maddy –le dijo su compañera Pilar–, si le haces caso se envalentona. –¿Por qué son así conmigo?, ella y su prima no pierden oportunidad de acosarme. –Bueno, si te sirve de consuelo no es solo contigo, molestan a todo el mundo, Lucía Carolina desde su posición cercana al CEO ataca a todas las mujeres de la empresa, Harper se cree superior por ser su prima y siempre nos molest
Exactamente a las doce del mediodía, entró a la espectacular mansión de sus padres con sus pasos resonando en el pulido mármol del piso de la residencia, el matrimonio Viteri estaba en una salita cercana al comedor donde solían esperar el anuncio de que la comida había sido servida tomando algún aperitivo. –Padres, buenas tardes. –Hola hijo –saludó su padre. –Señora Viteri, ¿cómo está usted el día de hoy? –Insolente –fue todo lo que escuchó de su madre. –¿De qué querías hablar conmigo papá? –¿Cómo va tu relación con la hija de mi amigo? –Yo no tengo ninguna relación con la hija de tu amigo. –Pensé que Lucía Carolina ya era tu novia –intervino su madre. –Lucía Carolina es mi secretaria, nada más. –Pero mi idea al pedirte que la contrataras era que la conocieras e iniciaras una relación con ella –señaló su padre. –Lo siento, pero eso no va a ocurrir –dijo t
Esa misma tarde, antes de terminar la jornada laboral, Edison llamó a Renán para informarle que al otro día había un viaje a Nueva York con pernocta, así que podían disfrutar un poco de la locura de Manhattan; aceptó enseguida porque tendría tiempo suficiente de regresar y asistir a la cita con su sobrina. –¿Dónde andabas ayer? –le preguntó Renán a su amigo Edison al encontrarse para subir al avión. –Regresando de Miami, el vuelo fue muy entretenido porque trasladamos a dos grupos de góspel, cantaron y bromearon todo el tiempo. –Supongo que en algún momento saliste a unirte a ellos.&
Paula Daniela, muy sonriente, estrechó la mano de Maddy y le dijo: –Hola, soy Paula Daniela, un placer conocerlos a todos, sé que se han hecho muy amigos de mi hija y eso me alegra mucho. Ella no es muy dada a hacer amistades –dijo la última frase casi susurrándole a Maddy, quien asintió sonriendo.Deyanira y Liseth se habían quedado un poco rezagadas, entonces Maddy las llamó y las presentó también; la que estaba un poco renuente era Liseth y Maddy asumió que eran celos de la niña nueva.Cumplieron el protocolo de entregar a los niños con sus respectivos trajes y salieron de allí para tomar asiento en el auditorio, Paula Daniela las invitó a sentarse junto a ella.Al llegar a la fila, Paula Daniela les dijo que les presentaría a su esposo y a su hermano que la e
Maddy se quedó mirándolo y ni siquiera pestañeaba, Renán la observaba esperando alguna reacción, estaba a punto de repetir la propuesta, cuando ella soltó una sonora carcajada tan profunda que sus ojos se llenaron de lágrimas. –¿Qué le parece tan gracioso? –Lo que dijo. –No fue en broma, es una propuesta seria. –¿Qué? –preguntó irguiéndose en la silla y sintiendo que la tensión se apoderaba de todo su cuerpo–, ¿por qué yo? –Porque es madre soltera, acabo de ver que son
–Volviendo al tema del vuelo –insistió Bayron–, mamita, ¿qué dices?, ¿podemos ir con el señor Renán Viteri? –Voy a pensarlo. –Señorita Lawson, está pensando mucho, ya me debe dos respuestas –dijo descuidadamente Renán, haciendo que Maddy quisiera fulminarlo con la mirada. –Liseth termina tu helado por favor, tenemos que irnos, ¿tienen deberes? –expresó Maddy, desviándose del comentario de Renán. –No tenemos deberes, todo el fin de semana libre de deberes mamita linda –señ
Cuando alcanzaron el lugar indicado por el capitán del yate, todos se prepararon para ver el espectáculo natural, Renán había llevado a dos profesionales que realizarían un video que esperaba obsequiarle a Gerald como un recuerdo de su primer paseo.Mientras desayunaba y antes de la llegada de Maddy con su amiga, él tuvo oportunidad de conversar con los trillizos quedando maravillado de lo graciosos, educados, amables e inteligentes que eran por lo que, todas esas cualidades en los niños le iban sumando admiración hacia su madre.Una mujer que no podía dejar de mirar y de la que le gustaría saber mucho más, esperaba ansioso la información que pudiera obtener el investigador sobre ella, sin embargo, cada segundo se estaba diciendo a sí mismo que no debía interesarle tanto. –¿Preparados? &