Se zafó del agarre de su compañera y enseguida tuvieron que guardar la compostura porque otra asistente les avisó que el Capitán estaba ingresando al avión.
Por eso Maddy tenía el rostro desencajado y la expresión de molestia tan firme que no quiso girar su rostro al momento de la llegada de los oficiales, solo deseaba terminar lo más pronto posible ese viaje tan incómodo.
Estaba realmente furiosa, no entendía la razón que tenía Lucía Carolina para detestarla tanto, ella y su prima Harper siempre buscaban fastidiarle la paciencia y lo peor era que lo lograban.
–Trata de calmarte Maddy –le dijo su compañera Pilar–, si le haces caso se envalentona.
–¿Por qué son así conmigo?, ella y su prima no pierden oportunidad de acosarme.
–Bueno, si te sirve de consuelo no es solo contigo, molestan a todo el mundo, Lucía Carolina desde su posición cercana al CEO ataca a todas las mujeres de la empresa, Harper se cree superior por ser su prima y siempre nos molesta. La verdad es que el padre de Lucía Carolina y tío de Harper, conoce de años atrás al padre del señor Viteri, así que están seguras de que esa conexión amistosa las hace intocables.
–Bueno, a decir verdad, el CEO hoy me pareció un hombre justo y correcto, no creo que les apoye tantas fechorías.
–No lo sé, ese señor es tan raro, apenas nos habla, aunque es un jefe excelente, nadie podría quejarse por trabajar para él; se oyen rumores sobre él y Lucía Carolina, pero nada confirmado. Ahora hablando de cosas lindas, ¿me dejas ver el obsequio?
Las dos apreciaron el collar, era realmente hermoso, Maddy lo guardó cuidadosamente; aterrizaron y tan pronto pudo se retiró a su casa, apenas entró fue recibida por tres pequeños huracanes que corrían hacia ella con mucha energía.
–Hola mis tesoros, ¿cómo pasaron el día?
–Hola mami –saludó Byron.
–Tú dinos, ¿cómo estuvo tu viaje de hoy? –señaló Gerald, mirándola con sus ojos azules escrutadores.
–Hola mamita linda –expresó tiernamente Justin.
Tras ellos entró Deyanira, la mujer que la ayudaba a llevar la casa, madre soltera como ella y que tenía una niña de la misma edad que los trillizos, ambas vivían con ellos y se consideraban familia.
–¿Dónde está Liseth? –preguntó extrañada al no verla junto a sus hijos.
–Castigada por glotona –respondió Byron.
–¿Cómo?, ¿qué hizo mi pequeña traviesa?
–Acabó con la merienda de todos –informó Gerald.
–Hoy se me ocurrió hacerles un pastel de manzanas, lo saqué del horno para que reposara y distribuirlo, pero la muy bandida se coló en la cocina y debe habérselo comido todavía humeando, todo el centro se lo acabó, dejó las orillas solamente, no te rías Madeleine Fabiola, no se te ocurra –pedía señalándola con un dedo, mientras los trillizos la observaban con los ojos entrecerrados.
–¿Dónde la tienes?
–Encerrada en el cuarto hasta nuevo aviso.
–Mis tesoros, denme un momento para refrescarme con una ducha y nos vemos en la sala, quiero revisar sus deberes de hoy.
–¿No estás cansadita?, puedes dejarlo para mañana –dijo Justin.
–No señor, eso no se pospone.
Los tres pusieron caritas de cachorrito, pero ella los ignoró dándose vuelta para caminar hasta su habitación. Al entrar fue hasta el armario donde guardaba todas las joyas que había recibido a lo largo de tres años, porque era una constante que, al no aceptarles propina, le hacían llegar alguna joya, era inusual, sabía que no era común ese comportamiento, pero ya estaba acostumbrándose.
Mientras se duchaba repasó su encuentro de la mañana con el CEO y sonrió, su presencia era muy imponente, pero eso no la intimidó y pudo defender su punto, se dio una palmada en la espalda por valiente; también recordaba haberlo visto en el restaurante y podría jurar que él pasó bastante rato mirándola, pero era cierto lo dicho por Pilar, ese señor es raro, bellísimo, pero raro.
Al salir y antes de encontrarse con sus hijos, pasó por la habitación de Liseth, la encontró en la banqueta de su ventana observando el jardín, era una niña de redondas y rosadas mejillas.
–Hola mi pequeña.
–Hola madrina, ¿ya te contaron?
–Así es, ¿por qué lo hiciste?
–Yo solamente iba a probar un poquito, olía tan delicioso que no podía esperar a que se enfriara, pero luego de la primera cucharada, me fue imposible detenerme, lo siento mucho, me dio vergüenza la mirada de los trillizos, sobre todo la de Byron.
–A ellos les enfadó ver que los dejaste sin merienda, verás mi pequeña, hay algo muy importante que puedes aprender de lo sucedido hoy, somos una familia y compartimos muchas cosas, nos queremos, deseamos los mejor para cada uno de nosotros, así que no podemos actuar con egoísmo, no debemos olvidarnos del resto de los habitantes de esta casa, solo porque algo nos guste mucho; siempre, siempre, siempre, tenemos que pensar en los demás miembros de nuestra familia. Tu madre hizo un pastel para todos, por mucho que a alguno de nosotros le guste el pastel, no es correcto que se lo adueñe, es su deber compartir para que todos lo disfrutemos.
–Entiendo y no volverá a suceder, lo prometo.
–Perfecto, ahora báñate para que bajes a cenar cuando esté lista la comida.
***
Renán Viteri arribó a su lujosísimo apartamento de tres pisos, exquisitamente decorado con gran elegancia y excelente gusto, cada detalle seleccionado y aprobado por él.
Uno de sus empleados lo recibió y siguiendo su costumbre le sirvió un poco de whiskey en un vaso corto y le anunció el tiempo restante para servirle la cena.
Al terminar el contenido del vaso, fue a su habitación, se despojó de la ropa y entró a su inmensa ducha, al cerrar los ojos tenía ante sí la imagen de Madeleine Lawson, hermosa, furiosa, ojos desafiantes, hacía mucho tiempo que una mujer no llamaba tan poderosamente su atención.
Sin embargo, debía luchar contra eso, no permitiría que nadie más entrara en su corazón para romperlo, además, ¿una mujer con tres hijos?, seguramente era una consentidora y esos niños debían ser terribles. Su teléfono lo sacó de las cavilaciones que ocupaban su mente.
–¿Aló?
–¿Renán Viteri?
–¡Mamá!, no tienes que exagerar de esa forma.
–Es que hace tanto que no hablamos que dudaba si ese sería todavía tu número.
–Hablamos la semana pasada.
–¿En serio?, no lo creo, lo recordaría claramente.
–¿Me dices el motivo de tu llamada?, por favor.
–Almuerzo mañana en la casa, tu padre necesita hablar contigo, es importante así que no aceptaremos ninguna excusa.
–¿Y si tengo que volar?
–Repito, no aceptaremos ninguna excusa, eres el dueño de la aerolínea, así que no “tienes” que volar –protestó su madre recalcando la palabra tienes como si le pusiera comillas.
Finalmente, y resoplando, aceptó la invitación que más se escuchó como una orden por parte de su progenitora, iría comería con ellos, les escucharía el sermón del día y volvería a su estilo de vida, único y particular, pero que se adecuaba perfectamente a lo que él deseaba.
La siguiente mañana en la aerolínea transcurrió entre documentos, reuniones y toma de decisiones, la diversificación de sus servicios marchaba estupendamente, pero exigía dedicación y tiempo que él le daba con gusto.
Exactamente a las doce del mediodía, entró a la espectacular mansión de sus padres con sus pasos resonando en el pulido mármol del piso de la residencia, el matrimonio Viteri estaba en una salita cercana al comedor donde solían esperar el anuncio de que la comida había sido servida tomando algún aperitivo. –Padres, buenas tardes. –Hola hijo –saludó su padre. –Señora Viteri, ¿cómo está usted el día de hoy? –Insolente –fue todo lo que escuchó de su madre. –¿De qué querías hablar conmigo papá? –¿Cómo va tu relación con la hija de mi amigo? –Yo no tengo ninguna relación con la hija de tu amigo. –Pensé que Lucía Carolina ya era tu novia –intervino su madre. –Lucía Carolina es mi secretaria, nada más. –Pero mi idea al pedirte que la contrataras era que la conocieras e iniciaras una relación con ella –señaló su padre. –Lo siento, pero eso no va a ocurrir –dijo t
Esa misma tarde, antes de terminar la jornada laboral, Edison llamó a Renán para informarle que al otro día había un viaje a Nueva York con pernocta, así que podían disfrutar un poco de la locura de Manhattan; aceptó enseguida porque tendría tiempo suficiente de regresar y asistir a la cita con su sobrina. –¿Dónde andabas ayer? –le preguntó Renán a su amigo Edison al encontrarse para subir al avión. –Regresando de Miami, el vuelo fue muy entretenido porque trasladamos a dos grupos de góspel, cantaron y bromearon todo el tiempo. –Supongo que en algún momento saliste a unirte a ellos.&
Paula Daniela, muy sonriente, estrechó la mano de Maddy y le dijo: –Hola, soy Paula Daniela, un placer conocerlos a todos, sé que se han hecho muy amigos de mi hija y eso me alegra mucho. Ella no es muy dada a hacer amistades –dijo la última frase casi susurrándole a Maddy, quien asintió sonriendo.Deyanira y Liseth se habían quedado un poco rezagadas, entonces Maddy las llamó y las presentó también; la que estaba un poco renuente era Liseth y Maddy asumió que eran celos de la niña nueva.Cumplieron el protocolo de entregar a los niños con sus respectivos trajes y salieron de allí para tomar asiento en el auditorio, Paula Daniela las invitó a sentarse junto a ella.Al llegar a la fila, Paula Daniela les dijo que les presentaría a su esposo y a su hermano que la e
Maddy se quedó mirándolo y ni siquiera pestañeaba, Renán la observaba esperando alguna reacción, estaba a punto de repetir la propuesta, cuando ella soltó una sonora carcajada tan profunda que sus ojos se llenaron de lágrimas. –¿Qué le parece tan gracioso? –Lo que dijo. –No fue en broma, es una propuesta seria. –¿Qué? –preguntó irguiéndose en la silla y sintiendo que la tensión se apoderaba de todo su cuerpo–, ¿por qué yo? –Porque es madre soltera, acabo de ver que son
–Volviendo al tema del vuelo –insistió Bayron–, mamita, ¿qué dices?, ¿podemos ir con el señor Renán Viteri? –Voy a pensarlo. –Señorita Lawson, está pensando mucho, ya me debe dos respuestas –dijo descuidadamente Renán, haciendo que Maddy quisiera fulminarlo con la mirada. –Liseth termina tu helado por favor, tenemos que irnos, ¿tienen deberes? –expresó Maddy, desviándose del comentario de Renán. –No tenemos deberes, todo el fin de semana libre de deberes mamita linda –señ
Cuando alcanzaron el lugar indicado por el capitán del yate, todos se prepararon para ver el espectáculo natural, Renán había llevado a dos profesionales que realizarían un video que esperaba obsequiarle a Gerald como un recuerdo de su primer paseo.Mientras desayunaba y antes de la llegada de Maddy con su amiga, él tuvo oportunidad de conversar con los trillizos quedando maravillado de lo graciosos, educados, amables e inteligentes que eran por lo que, todas esas cualidades en los niños le iban sumando admiración hacia su madre.Una mujer que no podía dejar de mirar y de la que le gustaría saber mucho más, esperaba ansioso la información que pudiera obtener el investigador sobre ella, sin embargo, cada segundo se estaba diciendo a sí mismo que no debía interesarle tanto. –¿Preparados? &
El lunes siguiente la rutina en casa de Maddy comenzó como siempre, cuatro niños preparándose sin mucho entusiasmo para asistir al colegio, Deyanira en la cocina haciendo el desayuno, la asistente de vuelo enfundándose en su uniforme y apurando a los pequeños para no retrasarse ni un minuto.No había podido dormir bien, repasaba en su cabeza el mensaje recibido por parte de Renán Viteri y, aunque lo había leído varias veces, todavía no alcanzaba a asimilar del todo si lo escrito era una promesa o una amenaza.Señor Viteri: El sábado fue un buen día para mí, compartir contigo y tus hijos me agradó mucho más de lo que esperaba, todo el día de hoy he pensado en la forma de convencerte de que te ofrezco una excelente oportunidad para ti y tu familia, que también será la mía si me lo permites.Desde
Luego de esa última declaración, Renán le entregó el sobre con el convenio a su amigo, socio y abogado Román Molina.Edison solicitó encarecidamente que le avisara con tiempo la fecha de la boda para organizar la despedida de soltero prometiendo que sería épica, porque al fin su amigo formaría parte de los hombres monogámicos –lo que hizo que todos rieran a carcajadas.Luego cada uno habló de su relación y de lo bien que estaban sintiéndose hasta que el turno volvió a Renán, en este punto fue Edison quien intervino: –Amigo, siempre he respetado tu actitud con respecto a las relaciones, sin embargo, te confieso que me mata la curiosidad por saber qué te hizo convertirte en el hombre frío y sin corazón que aparentas ser.–Renán suspiró