Paula Daniela, muy sonriente, estrechó la mano de Maddy y le dijo:
–Hola, soy Paula Daniela, un placer conocerlos a todos, sé que se han hecho muy amigos de mi hija y eso me alegra mucho. Ella no es muy dada a hacer amistades –dijo la última frase casi susurrándole a Maddy, quien asintió sonriendo.
Deyanira y Liseth se habían quedado un poco rezagadas, entonces Maddy las llamó y las presentó también; la que estaba un poco renuente era Liseth y Maddy asumió que eran celos de la niña nueva.
Cumplieron el protocolo de entregar a los niños con sus respectivos trajes y salieron de allí para tomar asiento en el auditorio, Paula Daniela las invitó a sentarse junto a ella.
Al llegar a la fila, Paula Daniela les dijo que les presentaría a su esposo y a su hermano que la estaban acompañando ese día, cuando Maddy levantó la vista se encontró al mismísimo Renán Viteri quien la observaba como si quisiera leerle la mente.
–Señorita Lawson, ¿cómo está?
–¿Ustedes se conocen? –intervino Paula Daniela.
–Trabaja conmigo –respondió Renán.
–Trabajo para su aerolínea –aclaró Maddy–, soy asistente de vuelo.
–Vaya hermano, qué coincidencia –expresó Paula Daniela.
–¿Sus hijos están aquí? –le preguntó Renán, ignorando el comentario de su hermana.
–Se presentarán en la obra y comparten crédito con Ana Gabriela –respondió su hermana.
–Maddy, Maddy, ya va a comenzar, los nuestros saldrán en el segundo acto –interrumpió Deyanira llegando a su lado–, sentémonos.
Ante el anuncio de su amiga y niñera de sus hijos, Maddy decidió tomar asiento, sin darse cuenta de que Renán le había hecho señas a su hermana para tomar asiento justo al lado de la asistente de vuelo.
Durante la primera presentación, Renán dedicó su tiempo a observar con mucho disimulo a Maddy, estaba grabándose cada línea de su perfil, cada movimiento de sus manos, de su cabello, estaba muy hermosa con ese vestido que arropaba su cuerpo; tragó grueso por sentirse tan admirado con ella, no le debería estar pasando eso.
–Hermana, necesito que me hagas un favor.
–Claro dime.
–Al terminar invitas a los hijos de Maddy a comer helado y te llevas a su amiga.
–¿Quieres quedarte solo con ella?, ¿por qué?, ¿te gusta?
–¡Paula Daniela! –reprochó ante el interrogatorio, viéndola a los ojos.
–¡Renán Esteban! –replicó en el mismo tono sin desviar la mirada de sus ojos.
–Tengo un asunto muy importante qué tratar con ella.
–¿No puede ser mañana en el trabajo?
–No es un tema laboral, ¿lo harás o no?
–Te costará.
–¿Cuánto?
–No cuánto, sino qué, yo te libero a Maddy, pero tú te quedas con Ana Gabriela el fin de semana, así llevo a mi esposo a una escapada romántica.
–Los detalles sobran. ¡Hecho!
Sonrió satisfecho porque el plan que acababa de surgir en su mente estaba dando resultados, ahora solo debía convencer a la asistente de vuelo para que aceptara reunirse con él al final de los actos.
–Señorita Lawson, ¿podríamos hablar al finalizar el acto?
–Sí, por supuesto –respondió, aunque lo miró extrañada.
No pudo continuar porque anunciaron el acto de los pequeños de prescolar en edades de cuatro, cinco y seis años; allí aparecieron los trillizos, que le sacaron una brillante sonrisa a su madre y que Renán observó embelesado, antes de girar su cabeza al escenario y sorprenderse.
Aun disfrazados con túnicas largas y barbas, pudo distinguir que eran tres niños de la misma edad, cada tanto saludaban a la asistente haciendo reír a la audiencia, allí cayó en cuenta de que era madre de trillizos, no pudo evitar conmoverse un poco porque la consideró una mujer muy fuerte si estaba criando sola a sus hijos y se preguntó: “¿Qué mal tipo la había abandonado en esas condiciones?”
Trató de fijar su atención en el escenario, buscó a su sobrina y se concentró en ella, aunque luchaba con las ganas de girar la cabeza hacía Maddy. El acto fue muy especial, los niños con su actuación, sacaron risas y lágrimas en el público que, entusiasmado, los aplaudieron de pie cuando terminaron su presentación.
Cada representante debía acercarse al escenario para recoger a su pequeño, así que Maddy, Deyanira y Paula Daniela se fueron juntas, al estar todos reunidos Paula Daniela dijo:
–Me gustaría invitar a los niños a merendar, ¿aceptan?
–Sííí –respondieron los pequeños saltando alegres.
–Bueno sí, con gusto –señaló Deyanira.
–De acuerdo –confirmó Maddy, pero Paula Daniela la miró y le hizo señas hacia su espalda donde Renán estaba de pie en actitud de espera.
–¿Qué pasa?
–Mi hermano quiere hablar contigo Maddy –ella asintió y caminó hacia él.
–Dígame –solicitó al estar a su lado.
–¿Ya podemos hablar?
–Su hermana acaba de invitar a los niños a merendar.
–Ella, mi cuñado y su amiga pueden hacerse cargo, por favor, aprovechemos esta oportunidad, es importante lo que tengo que decirle.
–¿Importante para quién? –“Qué mujer más difícil.” –Pensó con algo de irritación.
–Para mí, pero estoy seguro de que puede serlo para usted también.
–Hablaré con Deyanira –anunció separándose de él, quien la siguió con la vista y observó el intercambio entre las dos mujeres, luego la vio inclinarse sobre cada niño para besarlos, incluyendo a la otra pequeña, cruzó unas palabras con su hermana y regresó con él.
–Bien, ¿de qué quiere hablarme?
–Vamos a un lugar más tranquilo donde podamos sentarnos y conversar sin tanto bullicio.
Maddy solo asintió y caminó hacia la salida del teatro, una vez afuera la condujo hasta el automóvil que ya esperaba con la puerta trasera abierta, entró, se acomodó y se mantuvo tensa todo el trayecto, su mente era un remolino buscando razones por las que el CEO de la empresa quisiera hablar con ella.
Tomaron asiento en la terraza de un restaurante muy lindo y elegante, ella pidió un té frío y él un café, una vez que fueron servidos, Maddy cruzó las manos sobre la mesa y lo miró interrogante, entonces Renán inició la conversación:
–Antes de hacerle mi planteamiento, necesito saber si el padre de sus hijos tiene presencia en sus vidas y si representa algún problema.
–Todavía no entiendo qué está tratando de plantearme ni por qué me necesita, lo que quiere saber es parte de mi vida privada y no encuentro la razón para compartirla con usted.
–Lo entenderá cuando le haga mi propuesta.
–Hágala de una vez y deje los rodeos.
–¿Siempre es así?
–Señor, usted es el CEO y propietario de la aerolínea para la que llevo tres años trabajando, nunca nos habíamos topado hasta que fui a su oficina para defender una condición de mi contrato que fue validada en su presencia; tampoco habíamos cruzado más de dos frases hasta hoy, debe comprender que no estoy cómoda y, además, me siento muy intrigada por su actitud, quiero saber de una buena vez: ¿Qué hago aquí sentada con usted en una reunión por demás inusual?
–La fortuna de los Viteri no tiene sus bases solo en la aerolínea que dirijo, esa es una parte de todo el imperio aeronáutico que crearon mis abuelos y del que yo tengo la mayor parte de responsabilidad, sin embargo, existe una condición que no he hecho efectiva por total falta de voluntad y ahora mi madre me ha dado un plazo de sesenta días para cumplirla. Señorita Lawson, necesito que se case conmigo.
Maddy se quedó mirándolo y ni siquiera pestañeaba, Renán la observaba esperando alguna reacción, estaba a punto de repetir la propuesta, cuando ella soltó una sonora carcajada tan profunda que sus ojos se llenaron de lágrimas. –¿Qué le parece tan gracioso? –Lo que dijo. –No fue en broma, es una propuesta seria. –¿Qué? –preguntó irguiéndose en la silla y sintiendo que la tensión se apoderaba de todo su cuerpo–, ¿por qué yo? –Porque es madre soltera, acabo de ver que son
–Volviendo al tema del vuelo –insistió Bayron–, mamita, ¿qué dices?, ¿podemos ir con el señor Renán Viteri? –Voy a pensarlo. –Señorita Lawson, está pensando mucho, ya me debe dos respuestas –dijo descuidadamente Renán, haciendo que Maddy quisiera fulminarlo con la mirada. –Liseth termina tu helado por favor, tenemos que irnos, ¿tienen deberes? –expresó Maddy, desviándose del comentario de Renán. –No tenemos deberes, todo el fin de semana libre de deberes mamita linda –señ
Cuando alcanzaron el lugar indicado por el capitán del yate, todos se prepararon para ver el espectáculo natural, Renán había llevado a dos profesionales que realizarían un video que esperaba obsequiarle a Gerald como un recuerdo de su primer paseo.Mientras desayunaba y antes de la llegada de Maddy con su amiga, él tuvo oportunidad de conversar con los trillizos quedando maravillado de lo graciosos, educados, amables e inteligentes que eran por lo que, todas esas cualidades en los niños le iban sumando admiración hacia su madre.Una mujer que no podía dejar de mirar y de la que le gustaría saber mucho más, esperaba ansioso la información que pudiera obtener el investigador sobre ella, sin embargo, cada segundo se estaba diciendo a sí mismo que no debía interesarle tanto. –¿Preparados? &
El lunes siguiente la rutina en casa de Maddy comenzó como siempre, cuatro niños preparándose sin mucho entusiasmo para asistir al colegio, Deyanira en la cocina haciendo el desayuno, la asistente de vuelo enfundándose en su uniforme y apurando a los pequeños para no retrasarse ni un minuto.No había podido dormir bien, repasaba en su cabeza el mensaje recibido por parte de Renán Viteri y, aunque lo había leído varias veces, todavía no alcanzaba a asimilar del todo si lo escrito era una promesa o una amenaza.Señor Viteri: El sábado fue un buen día para mí, compartir contigo y tus hijos me agradó mucho más de lo que esperaba, todo el día de hoy he pensado en la forma de convencerte de que te ofrezco una excelente oportunidad para ti y tu familia, que también será la mía si me lo permites.Desde
Luego de esa última declaración, Renán le entregó el sobre con el convenio a su amigo, socio y abogado Román Molina.Edison solicitó encarecidamente que le avisara con tiempo la fecha de la boda para organizar la despedida de soltero prometiendo que sería épica, porque al fin su amigo formaría parte de los hombres monogámicos –lo que hizo que todos rieran a carcajadas.Luego cada uno habló de su relación y de lo bien que estaban sintiéndose hasta que el turno volvió a Renán, en este punto fue Edison quien intervino: –Amigo, siempre he respetado tu actitud con respecto a las relaciones, sin embargo, te confieso que me mata la curiosidad por saber qué te hizo convertirte en el hombre frío y sin corazón que aparentas ser.–Renán suspiró
Al estar justo en la puerta, el arregló su corbata, pasó la mano por su bien peinado cabello y mirándola sonriente, le preguntó: –¿Lista? –No –respondió ella, pero a él le agradó lo que vio en sus ojos, a pesar de decir que no estaba lista, la determinación y firmeza de su mirada lo llenaron de confianza; se dijo que había hecho la elección correcta, con esa mujer fuerte, valiente, protestona y decidida, sería una digna contrincante de su madre.Tocó a la puerta y en pocos segundos la misma se abrió dando paso a un señor de traje que inclinó su cabeza apenas vio a Renán. –Joven Viteri, buenas noches y bienvenido.
Maddy le siguió el paso a Renán para salir de la casa, pero estaba que se devolvía para decirle unas cuantas cosas a su futura suegra, a ella podía decirle lo que se le ocurriera, lo que no permitiría nunca era que se refiriera a sus hijos tan despectivamente, de pronto se soltó de su agarre para cuestionarlo. –¿Por qué no me dejó responderle? –Porque no vale la pena. –Dijo que protegería a mis hijos y, ¿así es cómo lo va a hacer?, ¿huyendo cuando hablen mal de ellos? De todos modos, supongo que con esa reacción de su madre ya todo queda cancelado. –De ninguna
Altamente intrigada por la solicitud de Bianca Viteri, Lucía Carolina caminó con ella hasta la oficina de Johana Banegas, solicitaron a Madeleine y les pidieron esperar un momento mientras la buscaban. –Maddy, te busca Lucía Carolina, está con una señora muy elegante que no baja la nariz –le dijo en un susurro su supervisora. –Es extraño, iré enseguida, gracias señora Johana.Maddy caminó hasta la sala de espera y se sorprendió al encontrar allí de pie a la madre de Renán, se sintió extremadamente incómoda porque estaba acompañada de Lucía Carolina, aspiró aire y se acercó a las mujeres: –Buenos días, &i