Al estar justo en la puerta, el arregló su corbata, pasó la mano por su bien peinado cabello y mirándola sonriente, le preguntó:
–¿Lista?
–No –respondió ella, pero a él le agradó lo que vio en sus ojos, a pesar de decir que no estaba lista, la determinación y firmeza de su mirada lo llenaron de confianza; se dijo que había hecho la elección correcta, con esa mujer fuerte, valiente, protestona y decidida, sería una digna contrincante de su madre.
Tocó a la puerta y en pocos segundos la misma se abrió dando paso a un señor de traje que inclinó su cabeza apenas vio a Renán.
–Joven Viteri, buenas noches y bienvenido.
Maddy le siguió el paso a Renán para salir de la casa, pero estaba que se devolvía para decirle unas cuantas cosas a su futura suegra, a ella podía decirle lo que se le ocurriera, lo que no permitiría nunca era que se refiriera a sus hijos tan despectivamente, de pronto se soltó de su agarre para cuestionarlo. –¿Por qué no me dejó responderle? –Porque no vale la pena. –Dijo que protegería a mis hijos y, ¿así es cómo lo va a hacer?, ¿huyendo cuando hablen mal de ellos? De todos modos, supongo que con esa reacción de su madre ya todo queda cancelado. –De ninguna
Altamente intrigada por la solicitud de Bianca Viteri, Lucía Carolina caminó con ella hasta la oficina de Johana Banegas, solicitaron a Madeleine y les pidieron esperar un momento mientras la buscaban. –Maddy, te busca Lucía Carolina, está con una señora muy elegante que no baja la nariz –le dijo en un susurro su supervisora. –Es extraño, iré enseguida, gracias señora Johana.Maddy caminó hasta la sala de espera y se sorprendió al encontrar allí de pie a la madre de Renán, se sintió extremadamente incómoda porque estaba acompañada de Lucía Carolina, aspiró aire y se acercó a las mujeres: –Buenos días, &i
El rostro del director de Recursos Humanos se llenó de sorpresa, pero encontró que la posición de la señora Viteri era firme y decidida, entonces llamó a su secretaria y le pidió redactar una carta de despido para Madeleine Lawson.A partir de ese momento la satisfacción de Bianca Viteri solo fue creciendo, cuando la carta estuvo lista se fue con el director en busca de Madeleine, quiso la mala suerte que Lucía Carolina los viera caminando por el pasillo porque de inmediato se pegó a ellos, al llegar al área de asistentes de vuelo, fue Bianca quien pidió la presencia de Madeleine. –¿Qué quiere ahora señora Viteri? –Ya vas a bajar ese tono, dígale usted director –ordenó petulante.&nbs
Renán dejó al hombre con la boca abierta, la secretaria temblaba cuando él salió y le lanzó una mirada nada complaciente. Román iba a su lado como mudo testigo de sus acciones, pero respaldando con su presencia cada una de ellas.El CEO se encaminó hacia su oficina donde fue recibido por una sonriente secretaria quien no podía disimular su felicidad al verlo: –Buenas tardes Renán, no creí que vinieras hoy. –Debiste saber que al enterarme de lo que hizo mi madre, seguramente con tu ayuda, vendría de inmediato para saber qué pasó aquí. –No Renán, un momento, yo no supe nada hasta que estuvimos en la oficina de las asistentes.
Efectivamente Renán no se equivocaba con respecto a su abuelo, quien en ese momento estaba reprochándole airadamente a su nuera su actitud displicente. –¿Cómo es posible que te comportes así Bianca?, tú lo estás empujando al matrimonio y ahora te encargas de interferir. –Porque esa chica no es apropiada. Solo nos hará pasar vergüenza. –¿Te imaginas que mi difunta esposa y yo hubiéramos tomado esa misma posición contigo?, jamás te hubieras casado con Randy, parece que has olvidado cómo y dónde te conoció mi hijo, se enamoró y decidió hacerte su esposa; por su bienestar lo apoyamos en todo momento, ¿por qué no pue
Renán observaba a Román repitiendo y asimilando en su mente lo que acababa de soltar su amigo. –¿Y el registro de los niños? –Sí fueron registrados por ella como su madre y con su apellido, pero no hay ningún hospital o clínica que tenga información sobre su parto, siendo trillizos es mucho más fácil la búsqueda por no ser un hecho común, sin embargo, no logro encontrar nada, tampoco consigo un ginecobstetra que la haya atendido. –Tiene que haber algo más. –Lo sé, aunque no puedes negarme que todo es muy extraño y sospechoso.&nb
Cuando Renán estuvo en el pasillo se encontró con su amigo que lo esperaba de brazos cruzados. –¿Qué? –Nada, vámonos, ya los demás están listos, te dejé de último para que disfrutaras de un mañanero –expresó Román con una sonrisa de medio lado. –Camina imbécil, no eres para nada gracioso, quédate ejerciendo la abogacía.Cuando regresó a la ciudad pasó por su apartamento a ducharse, de solo ver el traje que usaría para su boda tuvo el primer impulso de prenderle fuego, lo lanzó a la basura y se dispuso a ir a su oficina.A primera hora de la tarde, recibió la incómoda visita de los qu
Una vez ubicados en una mesa lejos de miradas curiosas, la pareja hizo su pedido de entradas y bebidas, mientras esperaban ser servidos escucharon un comentario de una mesa cercana donde un padre le decía a su hijo, de forma airada, que debía estudiar derecho para hacerse cargo algún día de su bufete.Eso dio inicio a una conversación entre ellos que fluyó cuando él de pronto le preguntó: –¿Qué querías ser cuando grande? –Piloto de avión. –¿En serio?, ¿por alguien de tu familia? –No –dijo riendo–, mis padres son médicos, cuando crecí y continué con mi deseo, las cosas se pusieron feas y mi padre manifestó: Que no volviera a casa hasta que quisiera estudiar medicina. –Entonces…, ¿no has vuelto a casa? –Nunca más, porque yo no quiero ser médico. –¿Desde cuando estás fuera de tu casa? –Desde los dieciocho años.Renán pensó que al ser joven e inexperta conoció a alguien, se embarazó y el hombre