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Cap. 5 Debes casarte Renán

Exactamente a las doce del mediodía, entró a la espectacular mansión de sus padres con sus pasos resonando en el pulido mármol del piso de la residencia, el matrimonio Viteri estaba en una salita cercana al comedor donde solían esperar el anuncio de que la comida había sido servida tomando algún aperitivo.

            –Padres, buenas tardes.

            –Hola hijo –saludó su padre.

            –Señora Viteri, ¿cómo está usted el día de hoy?

            –Insolente –fue todo lo que escuchó de su madre.

            –¿De qué querías hablar conmigo papá?

            –¿Cómo va tu relación con la hija de mi amigo?

            –Yo no tengo ninguna relación con la hija de tu amigo.

            –Pensé que Lucía Carolina ya era tu novia –intervino su madre.

            –Lucía Carolina es mi secretaria, nada más.

            –Pero mi idea al pedirte que la contrataras era que la conocieras e iniciaras una relación con ella –señaló su padre.

            –Lo siento, pero eso no va a ocurrir –dijo tajante.

            –Debes casarte Renán, tu hermana ya cumplió su parte y nos dio una hermosa nieta, pero necesitamos que produzcas un heredero con nuestro apellido.

            –¡Dios bendito!, ¿se están escuchando?, ¿me estás exigiendo que produzca un heredero con tu apellido?, reiría de lo ridículo que sonó eso si no fuera tan patético a la vez.

            –Respeta a tu padre Renán –vociferó su madre–, no es ridículo y mucho menos patético lo que te dice, es lo que se espera de ti, es tu deber por no decir obligación con lo que será tu legado. Tienes sesenta días a partir de hoy para comprometerte en matrimonio bien sea con Lucía Carolina, con una chica de su mismo nivel o del nuestro que sería lo ideal.

“¿Esto es en serio?, así que quieren comprometerme con alguien como Lucía Carolina o superior. ¿Qué tal alguien totalmente opuesto?” –pensó y una idea muy maliciosa surgió en su mente.

            –Ahora mismo solo quiero saber una cosa y es que si vamos a comer en paz sin volver a mencionar el tema.

            –Yo ya dije lo que tenía que decir –señaló su madre.

            –Comamos en sana paz hijo.

Justo en ese momento les anunciaron que la comida estaba servida, sus padres se levantaron y caminaron en silencio hasta el comedor, él los siguió con las manos en los bolsillos.

Cuando su madre le impuso que fuera a almorzar pensó en varios temas, pero tenía muy lejos de su mente que quisiera imponerle un matrimonio, parece que se había olvidado de su pasado, de todo lo que vivió hasta convertirse en el hombre frío que es ahora.

No se casaría por amor, le era imposible volver a entregar su corazón, pero si podía complacer a sus padres y de paso darles una gran lección de vida, lo haría porque todo lo que tienen en mente es la posición social, el prestigio y la imagen.

Mientras más lo pensaba, mejor le resultaba la idea que había aparecido en su mente como una estrella fugaz, pero que con cada segundo transcurrido se iba arraigando, no pudo evitar sonreír con solo visualizar la reacción de sus padres.

***

Acababa de tomar asiento en su oficina cuando entró su amigo y abogado Román:

            –Amigo, vine con Alberto para llevarte a almorzar, ambos tenemos noticias para ti, ¿qué te hiciste?

            –Atendí una imponente invitación a almorzar de mi madre, con carácter de asistencia obligatoria, me fue imposible evadirla. Ahora yo también tengo novedades para ustedes, de hecho, tenía planeado llamarte para exponerte una idea, pero ¿dónde está Alberto?

            –En su oficina, ¿quieres que lo llame?

            –Sí, por favor.

Mientras esperaba a que su amigo Alberto respondiera la llamada de Román para acudir a su oficina, fue al bar para servir tres vasos con whiskey. Cuando estuvieron reunidos, Alberto comenzó su relato:

            –Amigos, he conocido a la mujer más angelical y perfecta que existe en el mundo. Hemos tenido unas cuantas citas y quiero que sean los primeros en saber que le pediré matrimonio.

            –¿Qué?, ¿es en serio?

            –Muy, muy serio, su nombre es Kelsey y la amo.

            –Pues, felicidades amigo mío –expresó Román.

            –Salud por esa noticia –señaló Renán–, y, ¿cuál es tu noticia Román?

            –Yo no le pediré matrimonio todavía, pero también comencé a salir con una maravillosa mujer su nombre es Sienna Delonardo, es abogada.

            –No sigas –interrumpió Alberto–, sé quién es y tú también Renán, es la representante de Maytin.

            –Pues sí, ella es la chica de la que estoy hablando, estamos comenzando, me ha costado mucho ganarme su confianza, pero es simplemente única.

            –Excelente amigo –dijo Román–, felicidades para ustedes.

            –Vuelvo a decir salud por esa noticia.

            –Ahora te toca a ti Renán.

            –Mi madre me dio un plazo de sesenta días para casarme.

            –¿Qué? –soltó Alberto asombrado.

            –¿Qué dice tu padre? –cuestionó Román.

            –Mi padre no se atrevería a llevarle la contraria a mi madre, así que está de acuerdo en su exigencia.

            –¿Sesenta días?, ¿qué piensas hacer?

            –Contratar a alguien que sea totalmente opuesta al ideal de mujer de mi madre, un matrimonio de papel por un año y luego cada quien sigue con su vida.

            –¿Matrimonio por contrato? Y, ¿quién crees que se pueda prestar a algo así?

            –Una madre soltera de tres niños, muy trabajadora, pero con carencias suficientes para no rechazar una generosa cantidad de dinero.

            –¿Estás pensando en la asistente de vuelo? –preguntó atónito Román.

            –Exactamente, es ideal, ¿no?

            –No lo sé amigo, si se ofende la demanda por acoso sexual le dará mucho más dinero que ese matrimonio por contrato –expuso Román.

            –Por eso elaborarás un contrato blindado, con todas las condiciones muy bien definidas y la exigencia de absoluta confidencialidad, caso contrario podría ser separada de sus hijos.

            –Eso es cruel hasta para ti Renán –manifestó Alberto.

            –Amigos, ustedes saben muy bien que no voy a volver a enamorarme, es imposible que logre casarme de la manera tradicional, así que esa es la solución perfecta para complacer a mis padres y que aprendan de una vez por todas que a mí no pueden imponerme sus caprichos.

            –No voy a dormir esta noche pensando en cómo le harás el planteamiento a esa fierecilla –exclamó lastimosamente Alberto.

            –Ni yo, de solo pensar en cómo hacer un contrato que sea medianamente aceptable para ella, sin que terminemos demandados o presos.

            –¿Les parece si ordeno una investigación exhaustiva sobre ella? –consultó Renán.

            –Yo lo haría, en realidad la información que leí en su contrato es bastante escueta, muy básica –explicó Román.

            –Así tal vez descubras algo que sea interesante y conveniente para tu propósito –agregó Alberto.

Lucía Carolina los interrumpió para anunciar que Paula Daniela, la hermana de Renán, había llegado a visitarlo, rápidamente solicitó que pasara, entonces sus amigos esperaron el tiempo prudencial para saludarla y se retiraron dejando que los hermanos hablaran.

            –Me agrada que vinieras a verme, pero me intriga también, ¿sucede algo?

            –Sucede que tu sobrina tendrá su primera presentación en una obra escolar, que es muy importante para ella y la tiene entusiasmada, así que vine por su pedido expreso de invitar a su “tío Rino”.

            –Jajaja, ¿mi princesa es artista?

            –Ha ensayado incansablemente todos los días, no solo en el colegio.

            –¿Dónde será y cuándo?

            –Pasado mañana y será en el Teatro Dorado.

            –¿Por qué allí?

            –Porque es un evento intercolegial, todo referente a la Navidad.

            –¿Saben que estamos en julio?

            –Navidad en julio, ¿no te parece emocionante?

            –No, para nada.

            –Bueno Grinch, ¿qué le digo a tu sobrina?

            –Que cuente conmigo, estaré en primera fila aplaudiéndola.

            –Gracias hermano, me voy, tengo que ver un paciente en menos de treinta minutos.

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