Y sin pensarlo, hay otra sonrisa en el rostro de Ryan. ¿Acaso están juntas las dos mujeres más importantes en su vida? Naia, su hermosa hija, y Clara, la única mujer que ha amado. Pues lo están. Y no sabía que necesitaba oírlas juntas para que su vida estuviera completa. Lo dejaría todo ahora para ir junto a ellas y el mundo dejaría de existir. Lo único que necesita para respirar es a ellas dos. Tan sólo eso.—¿Por qué me dices eso cuando estoy tan lejos de ti…? Ryan siente tanta ansiedad luego de oírla: esa mujer lo vuelve loco.Clara sólo sonríe.—Perdóname, no pude evitarlo —ella susurra contra el télefono—, fue inevitable porque —se detiene despacio—. ¿Vuelve, sí? —Haré todo lo posible para volver junto a ti, mi cielo…—Ryan alza la mano. Ya en este punto no le queda tiempo—, realmente estoy curioso por saber la razón por la cual estás junto a Naia y es mejor que sea así. Estoy muriendome estando aquí. Sólo quiero verlas juntas para siempre…a mi lado…no me interesa más nada.La
Aunque ha insistido una y otra vez para que Sarah le diga la verdad, su tía se niega y le repite.—Hay que tenerlos de frente.Así que no insiste más porque han llegado al edificio donde están las oficinas de la compañía de los Salvatore. Antes de conocer incluso a Ryan su trabajo era la administración de los artículos por demanda por todo el país y en los distintos locales a nivel nacional. Un trabajo bastante laborioso, pero incluso así, no tenía acciones en la empresa. Algo que no le gusta recordar en realidad. Cuando estacionan toma a sus mellizos y se coloca los lentes negros. Sus tacones de punta fina resuenan conforme avanza hacia recepción y ni Liam ni Naia sueltan su mano mientras siguen caminando. Clara no le presta atención a los murmullos que ahora están aumentando poco a poco con cada paso que da hacia el frente, y supone que a estas alturas incluso estaría normal que la vetaran de la compañía, pero la presencia de Clara Salvatore en la compañía no hace más que destila
Jasmine se tapa la boca con horror. Grace tiene que sentarse de golpe mientras se queda muda. Ariel y Azalea se miran entre sí llenas de pánico y Lucas se sostiene con las manos en la mesa.Y Clara no puede mirar a su tía porque su mundo vuelve a detenerse. Esto no puede ser verdad. Esto no puede estar pasando y mucho menos debe ser algo que pueda entender.—¿De qué estás hablando? —Clara la toma de los hombros—. ¿¡De qué estás hablando, tía?!—¡De la verdad! —grita Sarah y vuelve a ver a Frederick—. ¿¡O creíste que lo ocultarías para siempre?! ¡También eres cómplice de todo lo que hizo tu marido, Salomé! Clara es la única hija de mi hermano, ¡Ese que ustedes asesinaron para quedarse con la herencia de mi padre! Aprovecharon que yo no estaba en el país e hicieron todo lo posible para que mi padre firmara. Me enteré de todo —Sarah observa a todos los Salvatore y Salomé no puede verla porque incluso siente que le está dando un ataque al corazón—, ese abogado al que contraron, lo busqu
Y sale corriendo una vez más el salón y toma a Liam entre sus brazos.—¿Dónde está Naia, mi amor? ¿Dónde está tú hermana?—Se fueron por allí —Liam señala el lugar de las habitación.Sarah observa con confusión pero Clara tiene que buscar a Naia. ¡Apenas sucedió en un parpadeo porque no le había quitado la mirada de encima!—Tenlo, tía. Voy a ver qué sucede —y Sarah toma al pequeño en sus brazos.—Clara —menciona Sarah con severidad, por supuesto desconfiada por lo que ocurre.—Ya regreso —Clara se quita la gabardina y sale corriendo hacia las habitaciones—. ¡Emily! —grita con fuerza mientras sube los escalones—. ¡Naia! Observa las habitaciones pero no encuentra nada.—Demonios —comienza a hiperventilar por la preocupación y sigue sin oír nada—. ¡Naia! Y entra a la habitación de Liam, sólo para encontrarse con la vista de las cortinas abiertas que se mueven de manera espantosa gracias al viento. Se acerca con rapidez a cerrarlas. Y gira hacia todas partes para encontrar a su hija.
El valle de dolor que se transforma en un alivio arrasa con todo su pensamiento porque no hay manera de mantenerse cuerda, mucho menos en este momento que la muerte ha venido por enésima vez a buscarla. Pero como si no quisiera entregarse a ese martirio de saber si seguía viva o muerta, enfrenta el golpe de la realidad.Respira.Un aire lejano de las llamas del infierno donde ya no había vuelta atrás y ahora la sensación de estar frente a otra oportunidad la llevan a sentir la fuente de vida: el aire. El aire puro.Tose con fuerza y ni siquiera se da cuenta, por unos instantes, de la figura que la saca del incendio y la lleva lejos de volverse cenizas.Se aferra a su cuello mientras tose y en el camino también otra voz se une. Pero en estos instantes lo más probable es que esté en el estado de shock que produce consumir el aire tóxico, incluso puede pensar que lo que está sucediendo no es más que una ensoñación, algo que no es real, que no sucede, y que imagina por estar delirando.Só
Y mientras lo toma del rostro, encontrándose sus ojos, ya no existe barrera, ya no existen límites, ya nunca más existirá ese tormento en el que había caído. Ryan cae de rodillas al suelo junto a Clara.—¿Qué estás diciendome…? —sigue inquiriendo, mitad muerto, mitad irracional, temblando a causa de las palabras que se arrastran hacia su corazón para quebrarlo.Clara se agarra de su cuello y antes de mencionar algo el primer llanto suena desgarrador desde lo más profundo de su garganta. Son clavos introduciendose en su pecho, una corona de espinas, el peso de cargar con este secreto sobre sus hombros y la idea que arruinaba su vida cada día, para Clara, no puede existir peor dolor que el de ahora.Abraza a Ryan como si pudiera unirse con él más de lo que están ahora. —Nos han mentido todo este tiempo…—las últimas las palabras se fusionan con el jadeo. Aparta el cabello de Ryan de su frente, buscando los ojos que ahora son su única esperanza y razón de vivir—, nos mintieron y nos qui
Es imperdonable lo que la vida le está haciendo. Así, de repente, sin esperar, como si quisiera verla muerta por la impresión y por toda la recopilación de verdades lanzadas de repente y sin espera. Sus manos dejan las manos de Julieta para dar un vistazo contundente hacia el hombre que ha llegado con Martin.—¿Usted…? —comienza Clara. Su expresión se ha relajado un poco pero sus lágrimas y su rostro rojo es sinónimo de desesperación—, ¿Es el abogado de mi abuelo?—Fui el abogado de su abuelo, señora, antes de morir —el abogado trae también un maletín marrón debajo de su brazo—, y fui contratado por una familia llamada los Furnsby.El mismo apellido que su tía mencionó. Clara tiene una mano en su pecho y otra la pasa por su cabello negro.—Podemos dejarlo para otro día —comienza el abogado.—No —interrumpe Clara—, usted me dirá ahora mismo la verdad y cómo puedo recuperar el apellido por completo y encerrar a la gente que le robó a mi abuelo. No espere más tiempo.Julieta coloca la ma
Tiene suficiente con lo de sus hijos para echarme encima una tonelada de mentiras, corrupción y asesinatos. Clara se aleja lo tanto que puede de la oficina sin prestar atención a quien ha salido también y disparado hacia ella.Quiere de una vez por todas acabar con esto. Llevarse a sus hijos, mantener a sus hijos a salvo y olvidar que todo esto sucedió.La realidad la golpea directo en el rostro: no tiene a sus hijos, no es una buena madre porque no mantuvo a sus hijos a salvo y nada de lo que ha sucedido en su vida lo olvidará tan fácil. Está en un pasillo solitario y aprovecha el momento a solas con sí misma para sollozar en silencio. Pone las manos en las rodillas y deja caer la cabeza. Las primeras lágrimas dejan el rastro de un sufrimiento que no lleva en sus hombros, sino dentro de su corazón.Su cuerpo está destrozado por el constante martirio en el que vive. En la niñez, en la adolescencia y ahora en el sueño de ser madre de sus pequeños. Trata, lo intenta, trata de ser lo