Las exclamaciones de Liam para que su madre lo tome entre sus brazos es lo único que puede sacar a Clara del ensueño. Deja las manos de Ronalda con lentitud y se dirige hacia Liam.Jasmine le entrega a su hijo con pesar y una vez observa a Clara con su hijo, se toma de las manos con pesadumbre mientras se acerca a Ronalda, que sólo había un par de veces hace muchos años atrás.Clara toma a Liam entre sus brazos con una fuerza ligera, cierra los ojos y coloca los labios en el cabello negro de su hijo al igual que el suyo para besar su frente. Y cuando los abre, un par de lágrimas se quedan estancadas en ese lugar.—¿Cómo que está desaparecido…? —se le va el aire—. ¿Cómo que Martín está desaparecido…?—Acaban de llamar de la empresa de Martín, Clara. Dicen que desde ayer no apareció en la reunión y creyeron que sólo se había tardado. Pero hoy tampoco apareció —Ronalda se abrazó a sí misma mirando hacia el suelo—. Y no tiene rastros de él…ya yo llamé a la policía. Vendrán aquí en unos
Clara siente un alivio cuando ve ese mensaje y se apresura a ponerse los tacones de plataforma y agarra la primera gabardina que observa. Cuando está a punto de salir, Liam remueve sus ojos y se sienta en la cama. —¿Mami? —pregunta el niño—. ¿Mami, a dónde vas? Clara se detiene abruptamente y se voltea a verlo. —Mi cielo, mami tiene que salir ahora y… —¿Te vas, mami? —Liam pregunta casi con tristeza—. No, mami, no me dejes solo. —Mi amor, te prometo que volveré… —No quiero que me dejes solo —Liam gatea hasta bajar de la cama y descalzo corre hacia las piernas de su madre para abrazarla y se oculta entre ellas. Clara palidece con preocupación—, por favor, mami… Y el primer sollozo sale de Liam y lo único que hace Clara es tomarlo entre sus brazos y besarlo. —No, mi amor. Tranquilo. Está bien, está bien. Mamá te llevará con ella, no te dejará solo. Pero por favor no llores —lo abraza y se apresura a buscar sus zapatos para colocarselos—. Ya, bebé, mamá está aquí. —No quiero que
Acelera con fuerza. Sus ojos no observan nada salvo la oscuridad que todavía recae en la ciudad y dentro de poco amanecerá así que Clara tiene el deber de buscar un lugar seguro. Sin Ryan, sin Martín, y cayendo en esta trampa que hace de su sentencia algo que debe tener en cuenta. Aprieta las manos en el volante y mira hacia su lado frunciendo el ceño. Su expresión se suaviza una vez observa a los dos pequeños en el lugar cerca el uno con el otro, abrazados y mirando con atención a las afueras. Clara traga saliva con fuerza y vuelve a poner la mirada en la carretera. Ve detrás en el retrovisor. Toma un suspiro. Tiene que buscar ayuda. Su única intención es proteger a estos niños y mantenerlos en un lugar seguro y resguardado, ¿Pero en qué lugar ahora? ¿Una estación de policía? ¿Y qué tan segura está de que si la ayudarán? —¿Mamá? —llama Liam sin dejar de abrazar a Naia—. ¿Papi vendrá con nosotros? Clara observa el alrededor con fijeza ya que los nuevos edificios del centro
Dos cuadras más arriba pese a ser una ciudad grande podrá encontrar el edificio del congreso.Ya no corre sino trota con su pequeño hijo, que sigue a su madre en cualquier paso que dé y se le ocurra, pero aún así está ensimismado en caminar y mirar atento al alrededor. Quien no quiere despegarse de ella es Naia, adherida a sus brazos como si nunca quisiera irse de ellos, y Clara la sostiene cada vez que sus tacones palmean el pavimento con fuerza y le hacen una idea de que jamás en la vida usará otros tacones. Si estuviera sola podía correr lo mucho que quisiera e incluso no le importaría enfrentarse a esos rufianes porque sería la única manera de saber quién estaba detrás de esto, y no estaba todavía en sus cabales para pensar que no estaría haciéndolo bien. Pero tenía a dos niños y debía actuar con cautela. Tiene que dejarlos en un lugar seguro. Clara se detiene para tomar aire mientra la gente a su alrededor se detiene a verla pero no dicen nada ni preguntan su situación.Quiere
¿Por qué la vida es tan cruel y a la vez tan bella para presenciar y escuchar este tipo de cosas? Entre sus brazos protege a su hijo, a su vida entera. Y hubiese sido lo mismo si su hija ahora estuviera aquí. El recuerdo de su hija complementaba su vida, esa imaginación de aquella primera vez que oyó el llanto de sus pequeños y cuando Ronalda los puso a los dos en su pecho para sentirlos y darles su calor. Esa primera vez que siempre jura al cielo que fue real, que se sintió real porque su niña estaba a su lado. Y no tendría porqué lidiar con el dolor de una pérdida de un hijo. Tendría a su hija ahora mismo junto a ella y Liam, y nada de esto estuviera pasando. Pero la vida la golpea con fuerza cuando oye a Naia llamarla de esa forma.“No…” quiere decir Clara entre lágrimas. “No, pequeña, yo no soy tu madre…”Pero la mirada en Naia es algo indescriptible, es algo…que siente cada vez que mira los ojos de Liam: se siente viva. —¡Mamá! —expresa otra vez Naia—. ¡Cargame!Clara solloza
—¡Liam! ¡Por Dios! ¡Mi hijo! ¡Ese hijo es mi hijo! ¡Es mi hijo! ¡Yo soy su madre…!Clara sigue removiéndose de las manos que sostienen su cuerpo y la alejan cada vez más de Liam. El llanto de Liam es fuerte y quiebra su corazón en mil pedazos. Siente que su cuerpo flaquea porque la distancia se hace mucho más grande, alejándose de la única razón por la que sigue haciendo esto, su niño, su hijo, su vida, su pequeño…Lo mismo que sintió cuando Ronalda le dijo que su hija había muerto.—¡Mamá! ¡Clara! El pecho se contrae una vez que escucha a Naia también desde la distancia en los brazos de Virginia y quizás no había tenido tanto sufrimiento en su vida como ahora. Es como si le arrancaran parte del corazón y ni siquiera puede defenderse.—¡¿Por qué nos hacen esto?! —grita con fuerza entre llantos, enloquecida. Sus ojos viajan a Virginia—. ¡¿Por qué me haces esto?! —le grita con lágrimas en los ojos—, ¿¡Por qué…?! —se le quiebra la voz cuando ya se da cuenta que comienzan a esposarla—. ¡
—¡Apresúrense! ¡Reanínmelo! ¡Lo perdemos! Es lo que escucha lejanamente, como si estuviera demasiado lejos y no tuviera la oportunidad de unir la mente con el entendimiento, pero era consciente de todas esas voces a su alrededor. El alrededor lo veía negro, como si no entendiera en realidad de lo que pasaba. Una experiencia indescriptible, tal cual volase en un espacio vacío. —¡Otra descarga! ¡Rápido! —ordena otra voz—. ¡Perdemos al presidente! ¡Otra reanimación!—Pulso debajo de lo requerido, otra descarga —se le une otra tono de voz más aguda—. ¡Ahora, rápido!Su cuerpo se alza con la descarga eléctrica y siente el cuerpo rígido, sin nada de fuerzas, sólo como un saco pesado que no termina por unir toda la razón necesaria para abrir los ojos. No cree que esté vivo, sino en el limbo donde una vez observa su vida pasar delante de sus ojos. —¡Tiene pulso! —escucha de pronto.Un valeroso respirar toma cuando al instante hacia sus pulmones corren una ráfaga de viento. —¡Lo tenemos! ¡
El grito de Virginia en vez de generarle lástima le incrementa el odio. Pero Clara está lo bastante petrificada en su sitio que no le da ni tiempo de reaccionar. El estado de shock que la azota de repente aleja todo lo que acababa de suceder con Virginia, y ni siquiera eso es capaz de quitar de su mente lo que acaba de oír.Cae al suelo mientras Jasmine corre para alcanzarla. El jadeo constante de Virginia aumenta con cada segundo que pasa y niega con la cabeza hacia el oficial.—¿¡Qué está diciendo?! —grita Virginia cuando se acerca hacia él—. ¿¡Qué está diciendo…?!—El presidente Ryan McGrey falleció a causa del desangramiento causada por la bala en el pecho. Nada pudieron hacer los enfermeros y se le pide que vaya de inmediato con el cuerpo de seguridad para seguir el protocolo.—¡Mi esposo! No, no, no —repite Virginia en estado de negación, tomándose el cabello—. ¡Mi esposo no está muerto! ¡Él sigue vivo! ¡Él no está muerto! ¡Imposible! —se jacta de decir Virginia señalando al o