•ஐ[★]ஐ•
—Ahhh…
Fue lo que escuchó por parte de ella, después de un gemido que denotaba placer. Al empalarse dentro de su sexo, sin ninguna piedad.
—Lo siento, no pude contenerme —Edward se excusó de la boca para afuera, porque lo cierto era que le había encantado su receptividad.
Se quedó por unos minutos inmóvil, disfrutando del calor de su sexo. Sentir un placer como ese, debía estar prohibido. Notó la manera en que su cuerpo comenzaba a humedecerse de sudor, por el esfuerzo de tratar de contenerse. Ya que su intención era que ella disfrutara. No entendió el porqué era importante tal cosa para él.
—¡Uhmm! —exclamó Alina, removiendo un poco sus caderas.
—¡Quédate quieta! —no le quedó otra opción que azotar una de sus caderas de nuevo.
Quedó maravillado cuando la sintió bajar sus hombros y arquear más su espalda, levantando un poco más su firme trasero. Escondiendo su rostro en el espaldar del sofá. Su cuerpo temblaba incontrolablemente por la pasión. Un gemido bramó de nuevo de sus labios, y estaba completamente lleno de necesidad.
—Dime… ¿Estás bien? ¿Quieres algo?
—Sí…
—¿Qué quieres?
—Más —contestó con un susurro—, quiero más de ti.
Aquellas palabras y ver como alzaba las mejillas de su trasero y chocaban contra el abdomen masculino, iban a volverlo loco. El sonido era completamente sexual al punto de la decadencia. Ninguno de ellos aguantaría mucho, sus cuerpos ya se los estaban advirtiendo. Así que no tenía sentido postergar el clímax por tanto tiempo.
Sus estocadas pasaron a ser más profundas, más rápidas al punto de caer en lo perfectamente errático. Aferrándose a sus redondeadas caderas. Sus piernas comenzaron a temblar al segundo que los músculos vaginales de Alina comenzaron a apretar su miembro.
Dejándolo asombrado, por aquella desinhibición de su parte. Algo con lo que no había contado. Respiró profundo y echó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y continuó embistiendo su apretado sexo.
En el instante que Alina sincronizó los movimientos de sus caderas con él, quedó aturdido. Todos los planes que tenía de disfrutes para ella se habían ido a la m****a,
—No voy a permitir que pretendas acabar conmigo, mocosa, malcriada —le dio dos azotes en el trasero que hicieron eco en el lugar.
—¡Oh, sí!
La exclamación lo dejó de nuevo sin palabras, porque al parecer ella disfrutaba con cada cosa que él le hacía. Había tenido muchas mujeres en su vida, pero ninguna que fuera tan exigente como él a la hora del sexo. De hecho, no recordaba cuando había sido la última vez que alguna mujer lo hiciera.
La burbuja de la lujuria los atrapó. Sin necesitar un mapa, Edward deslizó una de sus manos por dentro de sus muslos, y al llegar al sitio deseado apartó sus regordetes pliegues. Para encontrar aquel brote que con caricias exactas los llevaría al clímax. Cada uno de sus gemidos, le estaba volviendo jodidamente loco.
La manera en que ella le suplicaba que le necesitaba una y otra vez. Le hacía hervir la sangre de deseo. Su clítoris estaba duro, hinchado y resbaladizo por la humedad de sus fluidos, que acrecentaban su necesidad de correrse.
—Por favor… Estoy tan cerca…
—Shu… Lo sé… —la acarició más rápido—. Vamos cariño, todavía tenemos tiempo.
—¿Por qué entonces no me ayudas? ¡Cuando sabes que te necesito! —se quejó con voz entrecortada.
—Me gustaría que estuvieras más cerca —susurró Edward mordisqueando su oreja.
—Más sería llegar a la cumbre.
Su afirmación fue poesía para los oídos masculinos. Edward aceleró sus penetraciones, fueron más profundas, usando también sus dedos en el sexo de Alina, le haría saber que había entendido el mensaje.
Estaba cerca de que el orgasmo explotara en ella, como los fuegos artificiales del cuatro de julio. Para él estaba claro, y el gesto de hundir la cara completamente en el sillón y gemir, se lo confirmó. Sus cuerpos resbalaban, en un intercambio de fluidos y sudor. La mezcla mágica que solo lo da la química sexual.
Se sentía completamente en el aire, volando en una nube de emociones que iban desde la lujuria, hasta el complemento de dos corazones.
—Por favor… más… No me lo niegues —la voz rota de Alina hacía estragos en él.
—No creo que sea lo justo en este momento para ninguno de los dos —fue lo único que él respondió.
Con cada movimiento de sus caderas, estaba claro, que ambos estaban a punto de alcanzar la cumbre del placer. Sin embargo; él deseaba que durara un poco más.
—¡Ya no más! —chilló ella negando con la cabeza con desespero— ¡Ahora! ¡Ahora!
—Espera… te prometo que será increíble.
—¡Ya no puedo más!
—Por supuesto que puedes, gatita —él le animó cuando se quedó inmóvil por unos segundos—. Puedes con esto y más. Solo déjate llevar, deja que yo te guíe.
Ella continuó diciendo que no podía más, y negando con la cabeza. Mientras que cada uno de sus gemidos eran amortiguados por el material del sillón. Al mismo tiempo que golpeaba el respaldo con sus puños. Edward ya no tenía fuerza suficiente para negarle lo que ambos estaban necesitando en ese instante.
—Solo unos segundos más… Te prometo que la espera habrá valido la pena.
Alina por alguna razón extraña confiaba en él, era como si no necesitara palabras para poder explicarle lo que estaba sintiendo. Aunque era obvio, por la forma en que su cuerpo estaba temblando, que estaba necesitado por llegar al orgasmo. Sus músculos vaginales no dejaban de contraerse de manera dolorosa, y su útero latía sincronizado con los corazones de ambos. Levantó la cabeza, y sobre su hombro le hizo saber:
—Lo siento, pero voy a correrme ahora mismo —le hizo saber levantado la cabeza, y sobre su hombro, pues no le estaba pidiendo permiso.
Fue cuando Edward, decidió seguirla, comenzó a penetrarla más rápido y más profundo. Como si no tuviera más tiempo, aunque era comprensible por el estado en que se encontraban. Desesperados por llegar al orgasmo, y por supuesto saciar su necesidad. Decidió hacer algo y jaló suavemente su clítoris hinchado, para después pellizcar.
El tiempo se detuvo en el instante que los dos se embarcaron en la montaña rusa y de emociones que solo se experimenta con el clímax.
Después que los músculos de su cuerpo se relajaron, y que sus corazones volvieran a la normalidad, sus respiraciones dejaran de ser erráticas, Alina lo miró y con una gran sonrisa le dijo:
—Vamos… no pensarás que voy a hacerte lavandería —le guiñó un ojo—, todavía me debes cuatro cervezas.
Edward soltó una gran carcajada que resonó en toda el área de la lavandería.
—Eres tan descarada —le dijo acercándose para morderle el labio inferior.
—Los dos sabemos que eso es lo que te gusta —Alina replicó guiñándole un ojo.
Cuando Edward iba a contestarle, lo calló con un beso. Ella no quería perder ni un minuto, pues entendía que aquel encuentro había terminado y que su despedida sería después de que se comiera su almuerzo.
Quizá nunca más lo volvería a ver, solo el destino podía saberlo. Ya que era quien se encargaba de las jugarretas de la vida.
•ஐ[★]ஐ•Tres años después…Alina apretó los labios en línea recta, señal de su disgusto.—No puedo creerlo, de verdad —movió la cabeza de un lado a otro—. Esto se me hace muy injusto, señor Nicholson.—Lo siento, señorita Clark. Usted está en todo su derecho de estar molesta, y mostrar su indignación —la voz de su jefe sonaba comprensiva, mientras la observaba con uno de sus brazos sobre el escritorio antiguo de madera pulida, y con el otro debajo de su barbilla—, pero lamentablemente no podemos hacer nada.—¿A qué se refiere? —preguntó incrédula— ¿Cómo que no podemos hacer nada?—Son órdenes de arriba —chasqueó los dientes y se levantó de su sillón de cuero, y caminó hasta el ventanal que iluminaba la amplia estancia, y dándole la espalda, agregó con tono de desaprobación: —Aunque tengamos buenas intenciones, tenemos que seguir una serie de protocolos, y uno de esos es que ambos tenemos un jefe a quien ren
•ஐ[★]ஐ•No supo cuanto tiempo se quedó dormida, pero por la posición del sol debía de ser pasado el medio día. Se pasó la mano por el rostro.«¡Joder! Voy a perder el ciclo del sueño», pensó.Había pasado cierto tiempo en el cual ella se despertaba pasada después de las tres de la tarde. Aunque era solo en verano, las primeras semanas de clases las pasaba como un zombi, durmiendo en clases.Se levantó, se dio una ducha, y decidió buscar algo que comer. Lamentablemente, no había nada, así que tendría que ir al supermercado un momento. Pero primero pasaría por casa de Helen, tenía que informarle lo que estaba pasando. Sobre todo porque el ingreso del alquiler de su apartamento, era importante para su familia.Entró por la cocina, y se encontró con que Richard y ella estaban conversando. Aunque el hombre trabaja para una empresa constructora, cuando tenían mucho trabajo le daban tres días seguidos de descanso.
INTRANQUILIDAD: •ஐ[★]ஐ•Edward, durante la reunión con la ministra de asuntos gubernamentales de la isla en donde se encontraban, miró siete veces su teléfono móvil. Estaba realmente preocupado por haber dejado a su hija con su asistente. Quién debía estar ahí con él y no haciéndole de niñera, pero mientras solventaba los permisos de salida de la niña no podía hacer más nada. Tuvo que salir de emergencia a la isla Caykes, ya que estaba sobre el día límite para exponer su propuesta de negocios al gobierno de ese lugar. Todo se le había complicado, pues tener a Kate con él bajo el mismo techo después de tres años de disputa legal con los padres de su exesposa, era su prioridad. En ese momento no tenía dudas, si tenía que perder un negocio, pues así sería.Había presentado todos sus diseños, la proyección económica y se encontraba debatiendo el porcentaje
VUELO PRIVADO: •ஐ[★]ஐ•Se había quedado dormida alrededor de las dos de la mañana, pues el día anterior había tomado una la siesta, que sumado a la ansiedad de su viaje inesperado, la dejaron la noche en vela. Lo cual le permitió tomar su portátil y hacer la planificación para trabajar con la niña, como no sabía cuanto tiempo iba a permanecer en el lugar, lo hizo por quince días. Agradeció que Charlotte le llamó muy temprano en la mañana y le informó que su vuelo al caribe sería a las tres de la tarde, puesto que tenían que esperar que al avión le hicieran su respectivo mantenimiento. Eso le daba un poco más de tiempo de dejar listo lo pendiente. Sin embargo, el chofer se apareció dos horas antes.«La ventaja de ser un vuelo privado», se dijo cuando se subió al vehículo. En silencio se dirigieron hasta el aeropuerto, y en el trayect
CARA A CARA: •ஐ[★]ஐ•Edward se sentía un tanto inquieto, la emoción que sintió cuando vio a Kate no tenía explicación. En el instante en que ella lo había visto, corrió a su encuentro. Sin importarle arrugar su costoso traje hecho a la medida, la tomó en sus brazos y la alzó. —¡Mi princesa, qué grande y que hermosa estás! A pesar de que solo habían pasado dos días de que él tuvo que irse de viaje, no pudo evitar expresarlo. Para Kate parecía ser lo mismo, porque lo abrazaba con fuerza. Mientras dejaba caer su pequeña cabeza en el hueco de su cuello, al mismo tiempo que caminaban hasta el auto.Kate miró a los lados, como si estuviera buscando a alguien.—¿Qué sucede, cariño? —quiso saber Edward.—Alina viene en el otro vehículo —intervino Charlotte—. No te preocupes, Kate. Ella estará con nosotros cuando lleguemos a casa.Edward miró a
¡TRÁGAME TIERRA! •ஐ[★]ஐ•El rostro de Alina palideció, al mismo tiempo que abría mucho los ojos. Fue en ese momento, cuando quiso que la tierra se abriera y la tragara. Porque el hombre que rondaba en sus sueños todas las noches, desde hacía tres años. Estaba parado en frente de ella, y al parecer tan asombrado como ella. —¿Estás bien? La voz de Charlotte la sacó de su lapsus. —Eh, si lo estoy —respondió luego de un respiro. Caminó hasta donde su nuevo jefe se encontraba, de nuevo se sintió intimidada ante el tamaño del hombre. Solo esperaba que esa vez no se burlara de ella, por eso. —Mucho gusto, señor McLean —le extendió la mano.Edward entrecerró los ojos hacia ella, y puso los labios en una línea recta. —El gusto es mío, señorita…—Clark —apresuró a decir ella—, Alina Clark. Aunque estaba un poco cambiada, era obvio que su cará
SIN APARTAR LA MIRADA: •ஐ[★]ஐ•Se supone que Edward, como el soldado que fue, estaba preparado para todo. Quizás era el tiempo fuera de las fuerzas, lo que lo hizo sentir de ese modo. Lo cierto era que por segunda vez en el día, y con diferencia de escasos minutos, Alina volvía a sorprenderlo, y a dejarlo sin palabras. En aquella mujer, lo que le faltaba de tamaño, le sobraba de encanto. Aquellas curvas bien formadas, con las carnes en donde deberían estar. Los firmes pechos redondeados con los pezones rosados le hicieron agua la boca por probarlos, y al bajar la mirada hasta su feminidad, desprovista de vello. Sintió de golpe un calor, que se concentró en el área de su entrepierna. Era obvio que Alina no se dio cuenta de que estaba como Dios, la trajo al mundo en frente de él. Apretó los dientes, y utilizó todo su autocontrol para no ponerla
NUEVOS PLANES: •ஐ[★]ஐ• Después de aquel encuentro, Alina trató de evitar todo lo que pudo a Edward. Así que no tuvo tiempo de presentarle su plan de trabajo, por eso esperaba no tener ningún problema con respecto a eso. Había combinado las tareas sencillas con un poco de terapia del lenguaje. En donde la Kate demostró que era muy inteligente y aplicada. En pocas cosas tuvo que reforzarle el conocimiento, lo que indicaba que su parte cognitiva estaba en perfecto estado. Sin embargo, ese día era viernes y quería hablar con él acerca del progreso de la niña, y todo lo que sabía de él era que había estado de reunión en reunión, al igual que Charlotte. Quería su autorización para dar paseos con ella por la isla. También había notado que Kate cada día se mostraba un poco ansiosa por ver a su papá. Pero lamentablemente no coincidían los tiempos, ya que Edward se iba muy temprano por las mañanas, y Alina suponía qu