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4-Dueña absoluta de Las Marias.

-Por eso no querías que los vieras ¿eh? Porque sabes que conozco de esto y me voy a dar cuenta que lo que tienes es un desastre y que le debes a medio pueblo-Le dijo en altavoz.

-¡SAL DE AHÍ!- le gritó arrebatándole de las manos los documentos- ¡No eres más que un estorbo, en todo te metes, todo lo revisas, todo lo quieres saber!, ¡ME TIENES ARTO!

-No me importa cuanto grites, sabes que tengo la razón- le dijo ella enfrentándolo.

-¿Y qué vas hacer?- le sonrió irónicamente- ¿ me vas a denunciar? ¿Vas a ir a la policía y le vas a decir que Gerónimo de la Oz se gasta su dinero en lo que le da su puta gana?

-Ojalá pudiera-le dijo Ale con todo el odio del mundo- pero en esta sociedad echa por ustedes y para ustedes los hombres, nosotras las mujeres solo somos buenas para darles desendencia.

Gerónimo se echó a reír- algunas, porque tú ni para eso vas a servir, pobre marido que te toque, ni se la vas a parar con ese estilo de machorra que siempre tienes, ahora fuera de aquí, ¡fuera!

-No vas a salir de mi tan fácil Gerónimo, tus palabras ni me escandalizan ni me intimidan- le dijo bajito y mirándolo fijamente a la cara, luego de eso, caminó hacia la puerta y salió.

-¡Ay Ale!, -le dijo su hermana al verla salir- no pude hacer nada, entró por otra puerta, ni lo vi llegar, me di cuenta solo cuando escuché los gritos.

-No te preocupes, igual logré mi propósito, vi todos los libros, ven, vamos al cuarto- tomó de la mano a su hermana y caminaron a paso apurado hasta llegar al cuarto de Fer y ahí se encerraron.

-¿Que encontraste? -le preguntó muy curiosa Fer.

-Es un desastre Fer, la economía de la hacienda es un desastre, debe mucho dinero, sobre todo a ese tal Rómulo.

Fernanda se puso las manos en la boca, sabía que las cosas no andaban bien, pero nunca se imaginó que tan magno el desastre.

-Por eso es que no se ve nada de avance, te digo que desde que Diego está aquí las cosas han mejorado, pero no se ve tanto como debería- su puso de pie Fer y comenzó a caminar de lado a lado- ¿y que podemos hacer al respecto- terminó preguntándole a su hermana.

-Ese es el problema, que no sé que podemos hacer, esta sociedad y sus leyes machistas nos dejan muy poca opciones a nosotras las mujeres- dijo visiblemente molesta.

-Tengo que pensar-dijo nuevamente Ale- algo se me tiene que ocurrir, porque sino vamos a perder esto, por mucho que hagamos, por mucho que nos esforcemos trabajando, vamos a terminar perdiendo a Las Marías.

-Primero que todo y lo más importante no puedo salir de aquí porque sino Gerónimo no va a tener quien lo pare-siguió hablando Ale analizando la lista de prioridades- tú te casas pronto y te vas para el pueblo con Rafael, si yo también me voy entonces estará sin control, por lo tanto lo primero es evitar casarme.

-¿Y cómo pretendes hacer eso?, sabes que hasta te puede obligar- le comentó Fer.

-Yo sé, yo sé, pero algo se me tiene que ocurrir, ¡algo!-estuvo sopesando las cosas por unos minutos hasta que volvió hablar- mira, creo que lo primero es echarle un vistazo al testamento que dejó papá, éramos muy niñas cuando él murió así que realmente no sabemos hasta dónde tenemos derecho.

-Entonces tenemos que aprovechar otra oportunidad que él no esté porque eso tiene que estar en la oficina-le dijo Fer.

-Exactamente, pero eso no es tan complicado, casi todas las noches se va para el pueblo. Cuando lo tengamos en nuestro poder tendríamos que dárselo a Rafael para que lo revise detenidamente.

-Si-dijo Fer segura- él nos ayudará con eso, ¿y que más?

-No sé Fer, de ahí en adelante todo depende de lo que diga el testamento, él siempre ha dicho que es el dueño de todo porque es el viudo de mamá, pero la verdad que yo dudo que papá nos haya dejado desprotegidas y además ¿ tú alguna vez lo leíste leído? ¿estás segura que eso realmente es lo que dice?

-No, nunca lo he visto.

-Yo menos, así que esa debe ser nuestra primera misión, encontrar el testamento.

Esperaron a la noche y como era de esperar Gerónimo se fue para el pueblo, fueron directamente a la oficina y ahí a la luz de una vela estuvieron buscando pero no encontraron nada.

-¡No puede ser!- dijo molesta Ale -tiene que estar por aquí, tiene que tenerlo guardado en algún lugar.

-¡¿Pero dónde?! Ya hemos virado esto al revés y al derecho varias veces y nada- comentó frustrada Fer.

-Piensa Ale piensa- se dijo a si misma Alejandra con los dedos en su tabique.- a ver, si tienes algo muy importante que guardar y sobre todo si no quieres que nadie más lo vea no lo dejas a simple vista ¿ verdad ?

-Verdad-le contestó su hermana- ¡espera!, creo que ya sé donde puede estar- a ver, hace tiempo vi por casualidad a Gerónimo acomodando la alfombra, esa- la señaló con la mano- y me dijo que era el piso, que si tenia una tabla mala, algo así, pero andaba un poco nervioso, quien sabe, a lo mejor está ahí, en la famosa tabla rota.

-¡Claro!, pudiera ser, vamos, ayúdame a correr el escritorio.

Después de pasar un trabajo grandísimo porque el escritorio pesaba más de la cuenta, lograron correrlo y quitar la alfombra, fueron tanteando hasta que encontraron una brecha, levantaron la tabla y habían una carpeta, se miraron las dos por unos segundos y rápidamente cuando reaccionaron sacaron la carpeta desesperadas para revisar que había dentro.

-¡Lo encontramos Ale lo encontramos!, dijo súper alegre Fer.

-Vamos, que ahora tenemos que poner nuevamente todo en su sitio, no puede sospechar nada de nada.

Volvieron a pasar el mismo trabajo pero al revés, aunque ahora ya más contentas porque el sacrificio había valido la pena.

-Vamos a tu cuarto- dijo Ale- tenemos que saber que dice ahí.

Se encerraron las dos en el cuarto de Fer y empezaron a revisar papel por papel, se quedaron frías cuando empezaron a leer cada detalle.

Resulta ser que las dueñas de la hacienda eran ellas, su padre testó a nombre de las dos, ni tan siquiera a nombre de su madre.

-¿Estás leyendo lo mismo que yo Fer?-preguntó azorada Alejandra.

Su hermana solo asintió con la cabeza, estaba demasiado impresionada como para hablar.

-Somos las dueñas, lo dice aquí, tú y yo, papá nos la dejó.

-¿Y entonces, ahora que hacemos?- preguntó Fer.

-Ahora hay que llevárselo a Rafael, él es el único que nos puede decir.

-Entonces escondamos muy bien esto y mañana bien temprano salimos para el pueblo- dijo muy decidida Fer.

Apenas pudieron dormir, era demasiada la tensión que tenían ambas, acababan de descubrir algo que les podía cambiar la vida.

Desde temprano ambas estaban en pie, desayunaron algo ligero y salieron acompañadas de José un negro de confianza de los pocos que quedaban de años.

Fueron todo el camino nerviosas, ansiosas y con mil dudas he interrogantes.

-¿Amor, pasó algo que están aquí tan temprano?- preguntó asustado Rafael.

-No, bueno si, tenemos que enseñarte algo que encontramos anoche- le explicó Fer

-Esperen déjenme cerrar la oficina con llave así evitamos visitas inesperadas.

Rafael fue hacia la puerta y la cerró bien- ahora si- dijo sentándose.

Ale sacó la carpeta y se la puso sobre el escritorio- necesitamos que le eches un vistazo y nos digas que crees- hizo una pausa- es el testamento de nuestro padre.

Rafael estuvo un buen rato revisando hoja por hoja, era un testamento muy bien redactado, todo estaba explicado con lujos de detalles.

-Somos las dueñas ¿verdad?- le preguntó ansiosa su novia.

-Si y no, a ver, les explico, en teoría si son las dueñas, pero legalmente una mujer soltera no puede hacer uso de sus bienes, solo las casadas lo pueden hacer y mediante su esposo, es una ley injusta, lo sé pero así son las cosas.

Ambas respiraron en señal de resignación.

-Pero bueno- dijo Ale- ustedes están a un paso de casarse por lo menos la parte de Fer tú podrás controlarla ¿ verdad?

-Eso es otra cosa-dijo Rafael rascándose la cabeza.

-Cuando yo fui hablar con Gerónimo para pedirle tu mano, me puso como condición que tenia que firmar un documento en el cual yo me comprometía a no apropiarme de algún bien tuyo una vez estuviéremos casados.

-¿Y tú lo firmaste? - preguntó asombrada Fer.

-Perdóname amor pero si, yo solo quiero casarme contigo, no me importa lo que tengas o no, lo que yo tengo es suficiente para los dos- le dijo sinceramente- claro, que si yo hubiese sabido esto antes, hubiera encontrado un mecanismo de no despojarte de lo que por ley te pertenece, pero no lo sabía perdóname.

-No te preocupes cuñado, ni nosotras mismas lo sabíamos.

-Solo queda una vía-dijo Rafael- el documento solo surte efecto una vez nosotros casados, ahora mismo ambas son dueñas, por lo tanto Fer puede donar su parte a nombre tuyo y cuando tú te cases serás junto a tu esposo la dueña absoluta de Las Marías porque por supuesto tú no vas a permitir que él firme nada.

-Entonces, ¿eso significa que tengo que casarme para no perder la hacienda?

-Si cuñada, es la única via.

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