—Si , yo—le dijo con una gran sonrisa— ¿acaso pensaste que yo era corrupto?—dijo tomando asiento— pues te equivocaste grandemente, no soy más que un policía con ganas de atraparte.Rómulo no sabía ni qué contestarle, realmente lo tomó por sorpresa, una cosa era que lo presionaran y él hablara y otra muy distinta era que él fuera un policía encubierto.—Tú no tienes nada contra mi, solo es tu palabra contra la mía.—¿Y te parece poco la palabra de un policía?—intervino Esteban— déjame decirte que aquí mi amigo Eduardo Alfonso no es un mero policía, no, para nada, es uno de los más importantes y reconocidos, ¿o tú crees que te íbamos a mandar un cualquiera? —Además, te equivocas al decir que no tengo nada contra ti—le comentó—¿que crees que hice con todo el dinero que me pagabas por hacerme el ciego?Rómulo se quedó completamente callado y ecuánime, no podía perder la calma, si lo hacía iba a estar completamente perdido.—No sé de que me hablas, yo jamás te he dado dinero por nada ni p
El momento era tenso, los soldados estaban apuntando a los forajidos y viceversa. Estaban en un camino en el medio de la nada. Eran varios los soldados que custodiaban a Rómulo y a Joaquin pero los misteriosos hombres sin duda alguna los superaban numéricamente.—Entonces señor policía ¿que decidió?—volvió a preguntarle el mismo hombre del caballo blanco.Dicho esto uno de los guardias que estaba cerca de Alfonso dejó de apuntarle a los hombres misteriosos y le puso el arma en la cabeza a él.—Suéltalos—dijo el soldado—evita una masacre, somos mayoría.—Ya sabía yo que habían infiltrados—le dijo Alfonso al soldado— ¿en serio estás dispuesto a disparar?—Yo que usted no provocaba señor— le respondió este sin chistar.Se miraron fijo por unos segundos hasta que Alfonso habló.—Esta bien, como ustedes quieran—miró a Rómulo antes de seguir hablando—pero déjame decirte que te voy a perseguir hasta el último de mis días, ya esto se ha convertido en algo personal.Rómulo le sonrió muy cínica
—¿¡Como que se escapó!?— le preguntó Diego a su cuñado muy asombrado.—Los hombres de Rómulo prepararon una emboscada y los esperaron a medio camino—explicó Rafael— hubo muertos en ambos bandos uno de ellos fue Joaquin.—Dios mío—dijo Fer.—Bueno, yo la verdad que no soy capaz de desearle la muerte a nadie pero la realidad es que no se perdió mucho— comentó Ale.Estaban todos reunidos en la sala de casa de Rafael y Fer, él había acaba de llegar del pueblo con las últimas noticias de lo acontecido y los había reunido a todos para hacer el cuento una solo vez.—Donde crees que puede estar escondido?— le preguntó Rafael a Diego.—Donde mismo tienen el opio, estoy seguro que ahí deben estar escondidos, la pregunta del millón es, dónde tienen el opio.—Si, yo pienso lo mismo deben estar en el depósito de opio—le respondió Rafael—es tan buen lugar que nadie ha dado con él.—Debe estar bien oculto—dijo Fer.—O quizás no—intervino Diego—los mejores lugares son los más visibles, justo por eso,
Diego tuvo que sentarse, no podia creer lo que acababa de escuchar, Alejandra desaparecida , no era posible, no, eso no podia estar pasado.—Fer pero como que desaparecida, como es eso posible, ¿a dónde salió?— le preguntó a su cuñada después de estar unos segundos tratando de analizar lo que estaba pasando.—No lo sabemos—le respondió Fer sentándose frente a él.—Ella me dijo que iba a buscar unas cosas del bebé que se le había quedado ayer en casa de Fer—explicó Juliana—pero Fer dice que a su casa nunca llego.—Buenas noches—dijo Hortensia entrando a la casa—¿y esas caras, pasa algo?—Alejandra tía, nadie sabe donde está.—¿¡Como que nadie sabe de la niña Ale!?— preguntó Paco que venía con Hortensia.—Salió de aquí supuestamente para mi casa Paco, pero nunca llegó— le explicó Fer.—Ahora mismo voy a reunir unos cuantos muchachos y vamos a peinar toda la hacienda, tiene que aparecer— dijo Paco, dio media vuelta y salió de la casa.—Pues tenemos que buscarla porque está en sus últimos
Gerónimo no sabía que hacer ni que decir.—No, no puede ser, me estás mintiendo— miraba a los dos indistintamente, sonreía como un loco, tenia los ojos llenos de lágrimas.—Diego sin decir ni media palabra se zafó su pantalón y se lo bajó solo un poco, del lado izquierdo para que él pudiera ver su lunar.—Creo que tienes uno igual ¿verdad?—le preguntó.—Diego lo tiene de nacimiento,—le explicó Hortensia—mi hermana siempre me decía que eso lo había sacado de ti.Gerónimo tuvo que sentarse, era demasiado fuerte lo que estaba viviendo.—Necesito saber como fue, que pasó—preguntó Gerónimo mirando a Hortensia.—Después que tu padre nos vendió mi hermana descubrió que estaba embarazada, muchas veces le preguntaron si era tuyo y ella siempre lo negó, nunca dejó de protegerte.Gerónimo no podía contener las lágrimas.Cuando Diego nació fue casi imposible esconder que era tu hijo—siguió explicándole Hortensia—tu padre mandó a uno de sus matones, Diego tenia solo tres meses de nacido, nunca sup
—¡Diegooo,ah! No puedo aguantar más—gritó Alejandra desesperada.—Lo siento amor, lo siento—dijo él acercándosele mientras limpiaba las lágrimas que tenia en el rostro.—Él esta…—preguntó Ale al ver la camisa de su esposo manchada de sangre.—Si, Gerónimo acaba de morir y ese disparo era para mi, si él no se hubiera metido en el medio ahora fuera yo el muerto.—Te cuidó como un padre cuida a su hijo, dio la vida por ti.—Si, así mismo es, mi padre dio su vida por mi, después de todo mi madre no escogió tan mal.—¡Ah!—volvió a gritar Alejandra.—Vamos amor, ayúdame, tenemos que llegar a la casa.—No puedo Diego no puedo, me duele mucho—le respondió Ale entre lágrimas.—¡Claro que tienes que poder!, tú eres una mujer fuerte.—Que no puedo aguantar más, tu hijo va a nacer aquí. —Ale, Diego, aquí estamos—gritó Juliana que venía con Hortensia y Fer.—Ya Alfonso nos explicó lo que sucedió, se acaban de llevar a Fátima y a ese hombre, el matón de Rómulo.Ese hombre fue el que intentó matart
Corría la primera mitad de los años de 1800 (siglo XIX) tiempo de esclavitud, tiempos de maltratos, de matrimonios acordados por los padres tratando de obtener algunas ventajas económicas o posiciones sociales, incluso si tenias suerte ambas cosas. Tiempos en que la última palabra la tenia un hombre y las mujeres eran manejadas por estos como puras marionetas.Esos eran los tiempos en los que les tocó vivir a las hermanas Valverde, dueñas ( en parte) de la bellísima hacienda Las Marías. Hacienda que tuvo muchos años de esplendor, años que ya habían quedado atrás por el mal manejo de Gerónimo de la Oz, un hombre gordo, barrigón, medio calvo, alcohólico y endeudado hasta el cuello por la adicción además de al alcohol a los juegos de azar, y a las mujeres mestizas.-¿A qué hora llega la niña?- le preguntó la negra Juliana a María Fernanda, la mayor de las dos hermanas Valverde.-No sé mima, pero debe ser para mediodía.Mima Juliana, así le decían las dos porque más que una esclava esta f
Ale miró con el mismo odio de toda la vida a Gerónimo, ¿Cómo su madre había podido casarse con un tipo así? La verdad que no se lo explicaba. Su madre fue una buena mujer, dulce, incapaz de maltratar a nadie y mucho menos a mina Juliana.-Esta negra, como tú le llamas tiene más valor que tú y a partir de hoy, comerá con nosotras todos los días- dijo indignada Ale.-Vaya-dijo aplaudiendo- habló la defensora de los pordioseros y menesterosos- dijo con el hablar tropeloso clásico de un borracho- Rafael, deberías llevártela a trabajar contigo, tiene madera de abogada.Rafael era abogado de profesión, al igual que su padre y abuelo, el cual fundó un bufete en el pueblo que había pasado de generación en generación y ahora era él quien lo mantenía abierto. Juliana se fue a levantar de la mesa y Ale se lo impidió- ni se te ocurra moverte- le advirtió con dureza. -¿Saben una cosa?- dijo tambaleándose- quédense con su negra, yo me voy a mi cuarto, ya este lugar está infectado. Caminó en dire