9-Una semana.

Un amasijo de piernas brazos y gemidos era lo único que se veía a la orilla del río.

—¿Estás segura que esto es lo que quieres? —le preguntó él antes de entrar en su cuerpo.

—Ahora mismo no hay otra cosa que desee más— le contestó sinceramente.

Él poco a poco fue entrando, no quería lastimarla, aunque no tenia la total certeza se imaginaba que era su primera vez.

Ella se contrajo un poco y apretó su cuerpo contra el de él.

—¿Estás bien? — quizo saber él antes de continuar.

—Si, solo… fue una pequeña molestia.

—Trata de no contraerte, para que te duela menos.

Diego empezó a moverse poquito a poco, Ale enredó sus piernas en él, ya no le dolía, todo lo contrario, estaba empezando a disfrutarlo.

—Eso, ah… ya te siento más relajada. ¿Te gusta? dime si te gusta.

—Mucho, mucho ¡ahh!

Diego empezó a moverse más fuerte, más rápido, lo estaba disfrutando mucho, era un encuentro mágico, maravilloso, nunca antes se habían visto, pero sin embargo tenían una química increíble.

Alejandra sintió unos
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