Iban los tres en el carruaje rumbo a la iglesia, Ale iba nerviosa, aguantaba un ramito de margaritas blancas que le dió Angélica la ama de llaves de Rafael como si fuera el título de propiedad de su hacienda. Tenía mil preguntas, pero la más importante, la que estaba rondándole una y otra vez en su cabeza era la de ¿cómo iba a ser su vida a partir de que ella y Diego se casaran?, ¿cómo iban a convivir siendo esposos pero no marido y mujer? porque él se lo dejó claro, “tú seguirás tu vida y yo la mía”.—¿Te pasa algo?— le preguntó Fer.—No, nada, solo estoy un poquito nerviosa.— solo eso le dijo a su hermana.Llegaron a la iglesia sin contratiempos Rafael vestido de traje ayudó primero a Fer a bajar que tenía puesto un vestido azul pálido de vuelos muy sencillos y su chal blanco y después ayudó a Ale a la cual su hermana le había llevado un vestido blanco de los que ella se había mandado hacer para el ajuar de su boda y un chal del mismo color con el cual habían improvisado un velo. —
—Siéntate— le indicó Diego a Gerónimo.Todos tomaron asiento.—Eres el dueño del ganado, en eso estamos claros y si te lo llevas la hacienda iría a la ruina porque ahora mismo no hay la suficiente economía para reponer el ganado que te llevarías.No todo el ganado era de Gerónimo, había una parte de Diego pero eso era algo que él no iba a revelar por el momento, era mejor que todos siguieran pensando que todo era de Gerónimo.—Así que—siguió hablando Diego—la propuesta es la siguiente, seguimos usando tu ganado para hacer producir la hacienda y por eso te damos un porcentaje de las ventas.—Pudiera llevarme mi ganado—amenazó Gerónimo. —Pudieras—le respondió Diego con absoluta tranquilidad— pero no lo vas hacer— le sonrió— ¿sabes porqué?, tranquilo, yo mismo te explico. Si te lo llevas tendrás que venderlo porque no tienes lugar para ubicarlo y si, es verdad que te pueden dan un buen monto pero a los dos meses ya no tendrás un medio ni más ganado que vender, en cambio si aceptas mis c
Diego la dejó hacer pero no movió ni un pelo.—Esa niñita como tú le llamas ya me hizo todo lo que a un hombre como yo le gusta.Fátima lo soltó, retrocedió dos pasos y lo miró asombrada—¿entonces fuiste tú? Fuiste tú con el que ella…—Si, soy yo el hombre que la hizo mujer, exclusividad, ¿ te acuerdas de eso?— le sonrió de manera irónica— y ahora por favor déjame seguir mi camino.Fátima se apartó y Diego siguió caminando rumbo a su destino. Ella estaba molesta, no era una mujer acostumbrada a que la rechazaran, todos los hombres caían a sus pies, menos uno, Diego, siempre se lo dijo que lo que tenían no iba a pasar de un revolcón, de una mutua compañía íntima, pero Fátima por esa extraña condición que tienen los seres humanos de gustarle lo prohibido se encaprichó con Diego.Se secó una lágrima que había rodado por su mejilla, más por impotencia que por un alma herida.—¡Ay Diego Ibarra!, que caro te va a costar esto, si depende de mi nunca vas a ser feliz con la mosquita muerta, ¡n
—Si, estoy dispuesta— fue su respuesta tajante. Diego sin dejar de mirarla puso la mano de ella en su miembro erecto, le encantaba como se sentía su tacto.—Eso, lo estás haciendo muy bien, umm— él cerró los ojos para sentirla más.Ella lo seguía tocando delicadamente, solo lo masajeaba adelante y atrás y eso al parecer estaba funcionando porque él se veía extasiado. —¿Te gusta tocarme?—le preguntó él con extrema lujuria.—Me gusta que te guste— se sinceró ellaDiego le quitó su mano para pegarse completamente a ella, le agarró su rostro y empezó a besarla sin control, le succionaba su lengua le mordía su labio —Acuéstate boca arriba.Ella, lo obedeció sin poner peros.—Ahora, esposa mía, te haré conocer el cielo y el infierno a la vez.Le abrió sus piernas, se arrodilló frente a ella y cuando trató de meterse entre ellas, Ale las cerró.—Diego qué… qué vas hacer.—Voy hacer lo que te prometí, voy hacerte gritar y jadear de tanto placer, ábrete para mi, déjame verte.Ale dudó unos
—Vamos a ir poco a poco—le dijo Rómulo a su cuñado— no podemos desesperarnos.—No, claro que no, de hecho es mejor esperar a que empiece el nuevo alcalde, ese está de nuestro lado—opinó Joaquín— será más fácil así. Por el momento no le digas nada a Gerónimo.—Perfecto, dejemos entonces que el tiempo corra.***—Gracias por el desayuno—le comentó Diego a Ale dándole una mordida a la tostada.—Ya veo que te gustaron mucho las tostadas—dijo seria Ale.—Um.. me encantan, seguro que fue Juliana la que te lo dijo ¿verdad?—No, no fue mima Juliana, fue Fátima, que al parecer sabe mucho de ti.Diego la miró serio y no pudo aguantar la risa.—Por eso estás tan seria desde que viraste de la cocina.Ale le reviró los ojos.—A ver, pregúntame lo que quieras saber.Ale lo sopesó unos segundos hasta que habló.—¿Tuviste alguna vez algo serio con ella? —No, Fátima es una mujer hermosa, no te lo voy a negar, pero me gusta que lo mío sea mío, exclusividad y eso Fátima nunca lo ha brindado. Nos acosta
—¡Vaya, vaya! yo pensé que se te había olvidado el camino—le dijo a Diego su tía cuando este entró por la puerta. —No tía no es eso, es que…—se rascó la cabeza—ven, tengo que contarte algo.Su tía se sentó muy cerquita de él en aquella pequeña sala—Tú dirás, soy toda oídos.—Me casé—le dijo enseñándole el anillo.Hortensia, su señora tia lo miró sin tan siquiera pestañear.—¡Co…cómo que te casaste!, ¿con quién? ¿En qué momento apareció una mujer en tu vida Diego? Bueno, una lo suficientemente importante como para haber tomado esa decisión, porque yo sé que mujeres nunca te han faltado.—Tia, tia, tia, a ver— se puso los dedos en su tabique—dame una tregua y vamos por partes.Su tia guardó silencio y cruzó los brazos.—Me casé con… Alejandra Valverde.—Tú estás bromeando ¿verdad? —No, no es broma—le dijo él muy serio.—Diego, estás en ese lugar por una venganza contra Gerónimo, ¿qué haces casándote con su hijastra?—Tia, esto no estaba planificado, simplemente sucedió—se justificó D
Fátima corrió para la casa y entró, se escabulló entre los esclavos que estaban trabajando y en eso llegaron los novios. Todos soltaron lo que estaban haciendo para ir a darles la bienvenida y ella aprovechó para salir.Se conocía muy bien cada recoveco, muchos ir y venir a todas horas, así que sabía exactamente por donde tenia que dar la vuelta para salir a donde estaban parados esos hombres. Corrió todo lo más que puso hasta salir por un punto de la hacienda próximo a donde estaban ellos, se acercó quedándose protegida detrás de un árbol, no estaba justo al lado de ellos pero alcanzaba a ver y hasta a oír con claridad.—Hasta que al fin apareces—le dijo Rómulo a Gerónimo.—Tuve que dar tremenda vuelta, no pude entrar por la casa, supuestamente estoy en el pueblo y es mejor que sigan pensando que sigo ahí.Fátima estaba al tanto de todo lo que estaban hablando.—¿Bueno, está todo listo?—quizo saber Gerónimo.—Si, las cajas están en las carretas.—Entonces empecemos, por lo que veo h
Rómulo se echó a reír, tenía que reconocer que la mujer tenia agallas, se mordió su labio inferior y le soltó el cuello para agarrarle un seno, a esas alturas del partido ya andaba duro como una piedra y Fátima no dejaba de tocarlo.—¿Y de qué o para qué me serviría tu servicio? Ya tengo a Gerónimo de mi lado, ¿para qué quiero más?—Porque supongo que quieres quedarte con la hacienda, para eso querías casarte con la mosquita muerta ¿verdad?Rómulo la recostó contra el buró, le abrió las piernas y le levantó su saya con enaguas y todo incluido.—Supongamos que tienes razón—le dijo él—repito, ¿para qué me servirías tú?Le bajó a ella la bombacha y él se bajó su pantalón y en un rápido y brusco movimiento la penetró.—Te gusta rudo ¿verdad?— le agarró el pelo y empezó a golpetear contra su cuerpo.—Eso… eso es lo que necesitaba, un macho que me de bien duro, que después me duela cuando me siente, sigue, ¡dame más duro!Rómulo mantuvo por un rato más el mismo ritmo hasta que no pudo más y