Gerónimo llegó al El Inframundo sin flores por supuesto y subió directamente al cuarto número cuatro, el de Laura, en cuanto entró le dijo a ella que quería whisky, la muchacha bajó a la barra y le subió una botella.—Déjame solo por favor— le pidió a la muchacha Ella nunca lo había visto así, se veía que estaba afectado por algo. pero no era el momento para preguntar, así que salió del cuarto dejándolo solamente en compañía de un litro de alcohol.En ese mismo momento Hortencia estaba entrando a su casa, estaba alterada, el encuentro con Gerónimo había sido fuerte para ella, la verdad era que no se esperaba encontrárselo en un lugar como ese, la feria del pueblo.—Flores—empezó hablar ella sola—para qué, cuando arreglaron el matrimonio con esa doña no lo pensaste dos veces y aceptaste. Un año, ¡un año! Gerónimo de la Oz te tomó regresar a buscarla—hablaba como si lo tuviera delante— ya era demasiado tarde, ya tus padres la habían mandado a matar.Lloró Hortensia como hacía años, dem
—Y ese quien es, ¿lo conoces?Le preguntó Roman al muchacho con quien estaba hablando, vecino de Hortensia.—¿Ese? ¡Ah!, ese es Diego, sobrino de la doña, creo que trabaja en una hacienda, viene a cada rato a visitarla.Roman le agradeció al muchacho y lo recompensó por la información, le preguntó a varias personas para corroborar lo que el muchacho le había dicho y todos coincidieron más menos en lo mismo, así que no perdió más tiempo y se fue directo al Inframundo.***—Buenas tardes— dijo Diego asomándose a la puerta de la casa de su cuñada.—Entra hombre entra, si te estaba esperando— le respondió Rafael entusiasmado.Ambos de dieron un abrazo, la verdad es que desde que se conocieron se llevaban muy bien.—Vamos a la terraza—le dijo Rafael a Diego— dejemos a nuestras mujeres solas hablando mal de nosotros—dijo bajito y medio riéndose.—¡Te escuché Rafael!— le gritó su esposa mientras que ellos iban riéndose como niños traviesos—¡Ahora cuéntame!— le dijo Ale a su hermana muy curi
Alejandra y Diego entraron a la casa bastante tarde, habían pasado todo el día en el pueblo, fue muy placentero compartir con Fer y Rafael, saltaron de tema en tema y así se les fue la noche.—¡Diego, Diego!— llamó Ale a Diego bajito al ver a Gerónimo sentado en la sala solo y en penumbras—que tiene Gerónimo ¿eh?, está ido, raro, yo nunca lo había visto así.—Buenas noches Gerónimo, ¿todo bien?—habló en voz alta Diego para que Gerónimo lo escuchara.Este se levantó y caminó como un alma en pena hasta estar parado frente a Diego, no dijo nada, solo se dedicó a observarlo.Diego se puso nervioso, sabía lo que había detrás de esa actitud.—Alejandra, mejor nos vamos para el cuarto.—Espera—le dijo Gerónimo interrumpiéndole el paso— ahora sé porqué siempre a pesar de todo me has caído bien.—Diego contrajo cada uno de sus músculos.—Porque me hubiese gustado ser como tú— lo miró fijo—debí haber tenido la valentía de casarme con la mujer que amaba como lo hiciste tú, debí haber tenido el v
Diego llegó bien temprano a casa de su tía, quería hablar con ella.—¿Pero tú estás loco?— le preguntó Hortensia a Diego escandalizada.—Es mi mujer y no quiero secretos con ella, quiero contarle todo, ¿acaso eso es tan difícil de entender?—Lo sabía, el día que entraste por esa puerta diciéndome que te habías casado ¡lo sabía!—¿Pero que de malo hay que yo le diga a ella quien soy realmente?—¡Todo!—le respondió Hortensia descontrolada—ella es blanca, ¿cómo crees que va a reaccionar? —Te he dicho mil veces que Alejandra no es prejuiciosa, no le va a importar que yo sea negro, además, si tan mal te cae ¿qué importa si cuando lo sepa me deja o no?—Porque va a ir contra ti con todo y porque es la hija de esa mujer, la que se metió en el medio—dijo con un odio latente en cada palabra.Diego respiró profundo antes de continuar hablando, era su tía, casi su madre porque lo había criado desde pequeño, así que no quería lastimarla pero tenerle ese odio irracional a una persona solo por su
“Diego Ibarra no es más que un negro liberto”Esa frase se repetía una y otra vez en su cabeza.—Amor, discúlpame por demorarme es que Rafael y yo hicimos un montón de cosas en el pueblo hoy y hasta fuimos a ver al alcal…—¿Eres un negro liberto?— lo interrumpió Ale con lágrimas en los ojos.—¿Quien te dijo eso?—preguntó Diego asombrado.Ale le sonrió—entonces es verdad.—¿Y eso importa acaso? ¿Te molesta tener a un negro por marido?—le rebatió él molesto, ¿y si después de todo su tía tenía razón?Alejandra tuvo que secarse una lágrima.—Me molesta que se lo hayas dicho a ella y no a mi.—¿A ella, de que hablas Alejandra?—¡Ay Diego!— dijo ella levantándose de la cama y encarándolo— no tienes que disimular más, tú y esa… mujer siempre han tenido algo más que un mero entretenimiento, posiblemente lo sigan teniendo.Alejandra no podía evitar que las lágrimas le corrieran por sus mejillas.—Si estás hablando de Fátima estoy cansado de decirte que ella no es nada mío.—¡Y entonces como es
—A ver, primero que todo cálmate—le dijo Juliana— porque así no puedes ni hablar ni pensar.Alejandra se limpió la cara y respiró varias veces profundo.—No sé que habrá pasado entre ustedes, no tengo la menor idea de que habrás visto pero lo sí te puedo decir es que Diego no quiere a Fátima, no de la manera que te quiere a ti.—Pero mima yo…—Alejandra, te voy a decir una cosa, Diego está aquí hace un año más menos, tú no existías para él y Fátima sí y jamás, escúchame bien jamás pasó la cosa de un mero revolcón ¿ se acostaron? Claro que si, Diego es hombre y ella bastante que se le regaló, pero contigo él es diferente hija—le acarició el rostro— no dejes que esa arpía cree una desunión entre ustedes, yo sé lo que te dijo.Ale que ya estaba más calmada empezó a hablar.—Mima yo lo quiero, pero no estoy segura de lo que siente él por mi, no sé lo que me está pasando, yo nunca he sido insegura—bajó la mirada—pero… pero con él todo es diferente.—¡Ay mi niña!— le sonrió con mucha ternur
—Diego, que sorpresa pasa— le dijo Rafael indicándole para que entrara en su oficina.—Pasé por la casa y Fer me dijo que estabas aquí.—Si, ya sabes, retomando la rutina diaria, cuéntame, que te trae por aquí.—Pues… el cuento es largo, pero déjame puntualizar lo más importante, soy un esclavo liberto.Rafael se quedó frío, no esperaba una confesión de esa magnitud.—¿Estás hablando en serio?—Si, muy en serio y espero que eso no sea un problema para ti.—¡Pues claro que no!, creo que te has dado cuenta que no valoro a las personas por su color de piel, sino por su comportamiento, para mi tú sigues siendo un hermano seas del color que seas.—Bien, entonces pasemos a la confesión número dos—le dijo Diego muy serio—tengo una tía en las afueras del pueblo, Hortensia se llama, es una negra liberta, es mi única familia, bueno, ahora están ustedes claro.—Espera, espera—lo interrumpió Rafael—es… es demasiada información de golpe, ¿porqué me estás diciendo todo esto?—Porque tengo que irme
—Mi madre y él se conocieron cuando a ella y a mi tía el padre de Gerónimo las compró—comenzó a contarle—eran muy jóvenes en aquella época, me cuenta mi tía que desde que Gerónimo vió a mi madre se deslumbró con ella.—¿Y ella?, digo porque me resulta difícil imaginar que una mujer se enamore de Gerónimo.—Pues si, por esas raras cosas que tiene la vida mi madre también se enamoró de él, su relación no fue de esas tantas obligadas entre amo y esclavo.—Tal vez en aquella época él no era lo que hoy en día es.—Puede ser, no sé, solo sé que el padre de Gerónimo lo descubrió y fue cuando arregló el matrimonio con tu abuelo y lo casó con tu madre.—Por eso siempre la odió tanto— pensó en voz alta Ale—estaba enamorado de otra mujer.—A mi madre y a mi tia la vendieron inmediatamente y a los pocos días fue cuando mi madre se dió cuenta que estaba embarazada de mi.Diego sonrió— dice mi tía que se puso muy contenta, a pesar de todo seguía amando a Gerónimo. Mi madre jamás dijo que estaba emb