Diego la dejó hacer pero no movió ni un pelo.—Esa niñita como tú le llamas ya me hizo todo lo que a un hombre como yo le gusta.Fátima lo soltó, retrocedió dos pasos y lo miró asombrada—¿entonces fuiste tú? Fuiste tú con el que ella…—Si, soy yo el hombre que la hizo mujer, exclusividad, ¿ te acuerdas de eso?— le sonrió de manera irónica— y ahora por favor déjame seguir mi camino.Fátima se apartó y Diego siguió caminando rumbo a su destino. Ella estaba molesta, no era una mujer acostumbrada a que la rechazaran, todos los hombres caían a sus pies, menos uno, Diego, siempre se lo dijo que lo que tenían no iba a pasar de un revolcón, de una mutua compañía íntima, pero Fátima por esa extraña condición que tienen los seres humanos de gustarle lo prohibido se encaprichó con Diego.Se secó una lágrima que había rodado por su mejilla, más por impotencia que por un alma herida.—¡Ay Diego Ibarra!, que caro te va a costar esto, si depende de mi nunca vas a ser feliz con la mosquita muerta, ¡n
—Si, estoy dispuesta— fue su respuesta tajante. Diego sin dejar de mirarla puso la mano de ella en su miembro erecto, le encantaba como se sentía su tacto.—Eso, lo estás haciendo muy bien, umm— él cerró los ojos para sentirla más.Ella lo seguía tocando delicadamente, solo lo masajeaba adelante y atrás y eso al parecer estaba funcionando porque él se veía extasiado. —¿Te gusta tocarme?—le preguntó él con extrema lujuria.—Me gusta que te guste— se sinceró ellaDiego le quitó su mano para pegarse completamente a ella, le agarró su rostro y empezó a besarla sin control, le succionaba su lengua le mordía su labio —Acuéstate boca arriba.Ella, lo obedeció sin poner peros.—Ahora, esposa mía, te haré conocer el cielo y el infierno a la vez.Le abrió sus piernas, se arrodilló frente a ella y cuando trató de meterse entre ellas, Ale las cerró.—Diego qué… qué vas hacer.—Voy hacer lo que te prometí, voy hacerte gritar y jadear de tanto placer, ábrete para mi, déjame verte.Ale dudó unos
—Vamos a ir poco a poco—le dijo Rómulo a su cuñado— no podemos desesperarnos.—No, claro que no, de hecho es mejor esperar a que empiece el nuevo alcalde, ese está de nuestro lado—opinó Joaquín— será más fácil así. Por el momento no le digas nada a Gerónimo.—Perfecto, dejemos entonces que el tiempo corra.***—Gracias por el desayuno—le comentó Diego a Ale dándole una mordida a la tostada.—Ya veo que te gustaron mucho las tostadas—dijo seria Ale.—Um.. me encantan, seguro que fue Juliana la que te lo dijo ¿verdad?—No, no fue mima Juliana, fue Fátima, que al parecer sabe mucho de ti.Diego la miró serio y no pudo aguantar la risa.—Por eso estás tan seria desde que viraste de la cocina.Ale le reviró los ojos.—A ver, pregúntame lo que quieras saber.Ale lo sopesó unos segundos hasta que habló.—¿Tuviste alguna vez algo serio con ella? —No, Fátima es una mujer hermosa, no te lo voy a negar, pero me gusta que lo mío sea mío, exclusividad y eso Fátima nunca lo ha brindado. Nos acosta
—¡Vaya, vaya! yo pensé que se te había olvidado el camino—le dijo a Diego su tía cuando este entró por la puerta. —No tía no es eso, es que…—se rascó la cabeza—ven, tengo que contarte algo.Su tía se sentó muy cerquita de él en aquella pequeña sala—Tú dirás, soy toda oídos.—Me casé—le dijo enseñándole el anillo.Hortensia, su señora tia lo miró sin tan siquiera pestañear.—¡Co…cómo que te casaste!, ¿con quién? ¿En qué momento apareció una mujer en tu vida Diego? Bueno, una lo suficientemente importante como para haber tomado esa decisión, porque yo sé que mujeres nunca te han faltado.—Tia, tia, tia, a ver— se puso los dedos en su tabique—dame una tregua y vamos por partes.Su tia guardó silencio y cruzó los brazos.—Me casé con… Alejandra Valverde.—Tú estás bromeando ¿verdad? —No, no es broma—le dijo él muy serio.—Diego, estás en ese lugar por una venganza contra Gerónimo, ¿qué haces casándote con su hijastra?—Tia, esto no estaba planificado, simplemente sucedió—se justificó D
Fátima corrió para la casa y entró, se escabulló entre los esclavos que estaban trabajando y en eso llegaron los novios. Todos soltaron lo que estaban haciendo para ir a darles la bienvenida y ella aprovechó para salir.Se conocía muy bien cada recoveco, muchos ir y venir a todas horas, así que sabía exactamente por donde tenia que dar la vuelta para salir a donde estaban parados esos hombres. Corrió todo lo más que puso hasta salir por un punto de la hacienda próximo a donde estaban ellos, se acercó quedándose protegida detrás de un árbol, no estaba justo al lado de ellos pero alcanzaba a ver y hasta a oír con claridad.—Hasta que al fin apareces—le dijo Rómulo a Gerónimo.—Tuve que dar tremenda vuelta, no pude entrar por la casa, supuestamente estoy en el pueblo y es mejor que sigan pensando que sigo ahí.Fátima estaba al tanto de todo lo que estaban hablando.—¿Bueno, está todo listo?—quizo saber Gerónimo.—Si, las cajas están en las carretas.—Entonces empecemos, por lo que veo h
Rómulo se echó a reír, tenía que reconocer que la mujer tenia agallas, se mordió su labio inferior y le soltó el cuello para agarrarle un seno, a esas alturas del partido ya andaba duro como una piedra y Fátima no dejaba de tocarlo.—¿Y de qué o para qué me serviría tu servicio? Ya tengo a Gerónimo de mi lado, ¿para qué quiero más?—Porque supongo que quieres quedarte con la hacienda, para eso querías casarte con la mosquita muerta ¿verdad?Rómulo la recostó contra el buró, le abrió las piernas y le levantó su saya con enaguas y todo incluido.—Supongamos que tienes razón—le dijo él—repito, ¿para qué me servirías tú?Le bajó a ella la bombacha y él se bajó su pantalón y en un rápido y brusco movimiento la penetró.—Te gusta rudo ¿verdad?— le agarró el pelo y empezó a golpetear contra su cuerpo.—Eso… eso es lo que necesitaba, un macho que me de bien duro, que después me duela cuando me siente, sigue, ¡dame más duro!Rómulo mantuvo por un rato más el mismo ritmo hasta que no pudo más y
Gerónimo llegó al El Inframundo sin flores por supuesto y subió directamente al cuarto número cuatro, el de Laura, en cuanto entró le dijo a ella que quería whisky, la muchacha bajó a la barra y le subió una botella.—Déjame solo por favor— le pidió a la muchacha Ella nunca lo había visto así, se veía que estaba afectado por algo. pero no era el momento para preguntar, así que salió del cuarto dejándolo solamente en compañía de un litro de alcohol.En ese mismo momento Hortencia estaba entrando a su casa, estaba alterada, el encuentro con Gerónimo había sido fuerte para ella, la verdad era que no se esperaba encontrárselo en un lugar como ese, la feria del pueblo.—Flores—empezó hablar ella sola—para qué, cuando arreglaron el matrimonio con esa doña no lo pensaste dos veces y aceptaste. Un año, ¡un año! Gerónimo de la Oz te tomó regresar a buscarla—hablaba como si lo tuviera delante— ya era demasiado tarde, ya tus padres la habían mandado a matar.Lloró Hortensia como hacía años, dem
—Y ese quien es, ¿lo conoces?Le preguntó Roman al muchacho con quien estaba hablando, vecino de Hortensia.—¿Ese? ¡Ah!, ese es Diego, sobrino de la doña, creo que trabaja en una hacienda, viene a cada rato a visitarla.Roman le agradeció al muchacho y lo recompensó por la información, le preguntó a varias personas para corroborar lo que el muchacho le había dicho y todos coincidieron más menos en lo mismo, así que no perdió más tiempo y se fue directo al Inframundo.***—Buenas tardes— dijo Diego asomándose a la puerta de la casa de su cuñada.—Entra hombre entra, si te estaba esperando— le respondió Rafael entusiasmado.Ambos de dieron un abrazo, la verdad es que desde que se conocieron se llevaban muy bien.—Vamos a la terraza—le dijo Rafael a Diego— dejemos a nuestras mujeres solas hablando mal de nosotros—dijo bajito y medio riéndose.—¡Te escuché Rafael!— le gritó su esposa mientras que ellos iban riéndose como niños traviesos—¡Ahora cuéntame!— le dijo Ale a su hermana muy curi