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3-Rómulo Garcia.

-Pues mucho gusto, mi nombre es Rómulo García- le dijo extendiéndole la mano.

Ella por educación se la extendió también, aunque la sensación cuando tocó esta no fue muy agradable.

-Sabía que eran dos las Valverde pero lo que no me imaginaba era que fuera una joven tan hermosa usted.

-Muchas gracias señor-dijo por mera cortesía.

-Bueno, no les robo más tiempo, que disfruten el almuerzo y espero encontrarnos nuevamente.

Volvió hacer una reverencia y se alejó de la mesa en la que estaban sentados los tres.

-Supongo que no es lo que más vale y brilla del pueblo por las caras que tienen ambos ¿verdad?- dijo Ale en cuanto el hombre se alejó lo suficiente.

-Es un tipo con dinero más no con prestigio- exclamó Rafael.

-Es el dueño del salón de juegos donde Gerónimo viene casi todos los días- le explicó su hermana.

-Eso es lo de menos-intervino Rafael- el problema radica en que muchos comentan que eso no es más que una tapadera, que su dinero realmente viene del opio- dijo Rafael bajando la voz.

-¿Y pudiera ser eso cierto?- quizo saber Ale.

-Si, pudiera ser, yo juraría que si, solo que no tengo pruebas de ello- le respondió Rafael.

El resto de la tarde fue muy agradable, terminaron de almorzar y dieron una vuelta por el pueblo, Ale saludó a algunas personas que conocía de antes de irse a Europea y después volvieron a agarrar el coche rumbo a casa.

-Reitero lo que te dije antes, me cae bien Rafael, creo que vas a ser feliz con él- le dijo a su hermana sonriéndole.

-Ojalá y tú también encuentres a alguien que te haga feliz.

-Gerónimo se va a encargar de eso por mi-le dijo en todo de burla a su hermana- prometió buscarme un gallardo caballero de brillante armadura.

-Fer no pudo aguantar más la risa con las ocurrencias de su hermana.

Así llegaron a la hacienda, entre risas y cuentos principalmente de Ale que a pesar de ser la más chiquita de las dos, por una diferencia solo de dos años, siempre, desde pequeña fue la más alocada.

***

El inframundo, ese era el nombre del salón de juegos al que iba Gerónimo casi todas las noches, el dueño no era otro que Rómulo, al cual por cierto le debía bastante.

-Buenas noches Gerónimo, ¿qué tal la suerte hoy?- le preguntó Rómulo acercándose a la mesa donde jugaban a las cartas-pues no me puedo quejar, hoy la noche me está sonriendo.

-Pues que bien, me alegro mucho por ti- hizo un pausa y le sonrió- y por mi, cuando termines con tu racha quiero hablar contigo así que pasa por la oficina.

Siguió su trayecto por todo el salón de juegos, siempre estaba lleno, no solo por el juego, sino porque en una sala apartada de la vista pública se podía conseguir compañía femenina y opio, claro, eso era caro y para público muy selecto.

Tenía mujeres preciosas trabajando para él y las mas cotizadas eran las mestizas.

-Puedo pasar-preguntó Gerónimo antes de entrar a la oficina de Rómulo.

-Entra, ponte cómodo.

No era la primera vez que Gerónimo entraba a esa oficina pero siempre se impresionaba, olía a alcohol, opio y sexo, y esta vez no era la excepción, había una linda mestiza tocándole a Rómulo su masculinidad.

-Entregué todas mis ganancias de hoy, saldé buena parte de la deuda-le dijo a Rómulo mientras que no podia despegar los ojos de la hermosa mujer.

-Tranquilo hombre tranquilo, si no te llamé para eso- le comentó sonriéndole-vete, pero no le alejes mucho- le ordenó a la muchacha.

-¿Hermosa verdad?- volvió hablar con Gerónimo.

-Mucho.

-Es nueva, solo la he probado yo, ni te imaginas lo rico que gime cuando le das duro.

-Uff mejor ni me cuentes.

-¿Quieres probarla?- le dijo dándole una calada a su cigarro.

-De querer quiero, pero no puedo ahora mismo, todavía no pago completa la última deuda.

-Rómulo sonrió y llamó a la muchacha.

-Mi amigo necesita atención- solo eso le dijo.

La muchacha le sonrió, sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Se arrodilló delante de Gerónimo le abrió su pantalón y empezó a succionarle su flácido pene.

Gerónimo estaba en el séptimo cielo, la muchacha hacía aquello de maravillas, así duró unos minutos.

-Para- le ordenó Rómulo- vete, espera en tu cuarto.

-Rómulo, amigo, dime cuanto vale, yo te pago pero no me puedo quedar así- le dijo desesperado. Gerónimo.

-Para que veas que soy un tipo de ley y además tu amigo, te voy a dar toda la noche de cortesía- dijo recostándose al respaldar de su asiento- solo necesito una información.

-Lo que tú quieras.

- Alejandra Valverde, quiero saber de ella.

-Es mi hijastra, la más chiquita, estaba estudiando en un internado en Europa pero ya terminó, tiene 18 años y es la chiquilla más insoportable que hay sobre la faz de la tierra.

Rómulo rió con malicia.

-Por ahora me conformo con esos datos, pronto voy hacer una fiesta en mi casa, ya sabes, para la alta alcurnia, cuando te avise quiero que la lleves , a la otra también claro para disimular, pero la que no puede faltar es esa, la más chiquita, ¿estamos claros?

-Si, si como tú digas.

-Ahora puedes subir a los cuartos, ella está en el número cuatro, puedes follártela toda la noche y por todos lados., no te voy a cobrar por eso.

Gerónimo salió corriendo en dirección a los cuartos, sabían donde quedaban porque sus deudas no solo eran de juego, las mujeres también sumaban una parte.

-Viejo imbécil, voy hacer que me debas hasta los calzones, entonces es ahí cuando Las Marías será mía, incluida la más chiquita de ellas- habló en voz alta y se sonrió.

***

-Buenos días- saludó Ale a los demás en los campos, se había levantado tempranito, desayunó y salió a ver como estaban las cosas.

-Buenos días, niña Ale, ¿como amaneció hoy?-le respondió Paco.

-Bien, gracias por preguntar Paco, ¿como va todo?

-Va bien niña, estamos produciendo cada día un poquito más y hemos ganado bastante clientes que compran la leche y el queso.

-Que bueno, me alegra escuchar eso ¿y Diego, cuando es que llega?

-Ya pronto niña, fin de semana o principio de la otra, ya está en tiempo de regresar- le comentó Paco.

Ale estuvo casi toda la tarde en los campos, ordeñó una que otra vaca, inspeccionó la producción de queso y después se fue a correr un rato con Diablo, era toda una amazonas, montaba muy bien desde niña, al estilo de los hombres, de hecho, siempre usaba pantalones cuando iba al campo y solo se ponía una saya sencilla encima de ellos, camisa de hombre, sombrero y botas completaban su ajuar, era una combinación un tanto inusual para una mujer, pero a ella no le importaba, solo quería sentirse cómoda mientras estaba en el campo.

-Buenas tardes- saludó a su hermana al entrar a la casa.

-Buenas tardes, te fuiste temprano hoy.

-Si, quería aprovechar la mañana- se sentó en el sofá para descansar un poco, la mañana había sido movida- y Gerónimo ¿ya apareció?

-Si, al rato de tú haberte ido- le contó Fer sentándose al lado suyo y con mucho misterio- creo que pasó toda la noche en El inframundo.

-¡Ay Fernanda! no seas dramática.

-Es que así es como se llama el salón de juegos- dijo Fer riéndose.

-Buenas tardes.

-Solo de mencionar el nombre apareció el diablo- dijo Ale bajito a su hermana.

-Este fin de semana y esto es para las dos, tenemos un compromiso ineludible, Rómulo, que además de ser uno de los hombres más acaudalados del pueblo es mi amigo va a dar una fiesta en su casa y estamos todos invitados- dijo con aires de importancia-Así que vayan sacando sus mejores vestidos desde ahora- Dicho esto salió para afuera de la casa.

-¿Y esto a que viene?- le preguntó Ale a su hermana.

-Para congraciarse con los acaudalados del pueblo, Rómulo hace fiestas a cada rato, mucha gente no lo soporta pero le ríe la gracia porque tiene mucho dinero y cada día posee más negocios en el pueblo, así que es mejor tenerlo de amigo y no de enemigo, al menos así piensa la gente por aquí- le explicó Fer.

-Ese Rómulo por lo que veo es todo un personaje- Ale se quedó pensativa por unos segundos- Fer, vigila que Gerónimo no esté por ahí.

-Ale, por Dios ¿qué vas hacer?

-Quiero revisar los libros, los de la hacienda. ¡Dale!, ve a la puerta- le dijo bajito.

Ale se levantó y fue rumbo a la oficina donde toda la vida guardaron toda la documentación de la hacienda y los libros donde se hacían las anotaciones de la economía.

Empezó a ojear y a leer todo lo que encontraba, los números eran un desastre, Gerónimo debía mucho dinero, más de lo que ella se imaginaba, por eso la hacienda no mejoraba a un paso más rápido, porque él lo dilapidaba todo.

-¡¿QUÉ HACES EN MI OFICINA?!-dijo Gerónimo dando un portazo.

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