Declan mantiene la mirada en una Maylene desconcertada que en el fondo lo conmueven y lo preocupan. No quería hablarle de Joshua Dodson por lo mismo.Es que odia ver esa expresión en el rostro de Maylene. De la nada, ya divisa como sus cejas marrones se curvean en la desgracia. En la pesarosa desgra
Maylene se levanta junto a él, y a tambaleos. Declan la sostiene, y aunque usa tacones es tan pequeña que le afecta no protegerla de toda la oscuridad que rodea su mundo. Sus brazos son los únicos lugares donde quiere que esté.—Gracias —la escucha hablar, un poco más calmada—, pero podemos seguir h
Siente la tensión de Declan en el agarre de su cintura, y Maylene necesita unos momentos para recomponerse. De provisto se siente incapaz de decir una palabra debido a la impresión y las escandalosas palabras de Carl, y frente a Declan es lo mismo que recibir el veneno de una serpiente. ¿Por qué se
Es Maylene quien lo alcanza.—¿¡Qué se supone qué estás haciendo?! —Maylene lo encara en voz baja para que nadie más la escuche—, ¿¡Estás vuelto loco?!Carl se detiene, mirándola por el hombro.—¿Qué? —le pregunta con rabia—, ¿Le dirás al tipo que te abandonó y te trató como basura la verdad?—Eso n
Amy está en su bata blanca cuando Declan aparece. Y aunque no rompe a llorar, su expresión está lejos de estar calmada.—Gracias a Dios están los dos aquí —se apresura a tomarlos a abrazarlos a ambos—, hablar contigo es como hablar con la pared, pero no voy a regañarte, no ahora —se dirige hacia Dec
—Lo sé, sé que tiene ser ahora —Maylene rompe el contacto para interesarse en Amy.—¿Qué sucedió para que cambiaras de mi opinión, eh? —de seguro Amy está más contenta que ella, pero sus manos están apretándola con tan fuerzas que teme lastimarla.—Es que si vieras como las niñas adoran estar con él
—Declan, tú y yo tuvimos —se detiene. Suspira, tomando aire otra vez—, Declan, tú eres el padres de mis gemelas —se detiene otra vez, mordiendo el labio—. Dios —se echa hacia atrás, y vuelve a agarrarse las manos—, las niñas son tuyas —y se tapa la boca con las dos manos—, tuvimos gemelas, Declan. T
—Yo no tengo nada con Rebecca, Maylene —Declan le murmura en el oído—, deja de estar celosa. Sólo tengo ojos para ti.—No estoy celosa —Maylene murmura de vuelta—, es qué me di cuenta que las paredes tienen oídos, y nadie tiene porqué escuchar lo que te diga —simplemente siente nostalgia. Observa a