—¿Qué necesitas hacer en ese lugar?Maylene toma el brazo de Reece y lo aleja de la puerta.—Hay algo que necesito ver con mis propios ojos y tiene que ser allá —da una ojeada hacia atrás—, puedo tener una evidencia que servirá si abrimos un cargo contra Shannon.—¿Pero qué clase de evidencia?—Eso, hermanito, no es algo que te diré fácilmente —Maylene, contraria a lo que Reece estaba esperando que dijera, mantiene aún oculto el otro tema aparte—, necesito a alguien como testigo —el plan de Maylene es que más gente vea a la otra mujer, la otra persona. Así tendrá testimonios para probar que está en una encrucijada con lo que parece ser, una persona que miente en nombre suyo. Al ver que Reece no responde, mueve su hombro—, habla, no te quedes callado.—Es increíble que estés considerando abrirle un expediente a esa mujer.—¿Y por qué no recibe algo de su propia medicina? —con un solo pronunciamiento de Shannon David su cabeza empieza a ebullir.Cerca de unos segundos después, el pasill
—¿Está bien, señorita?Maylene quita las manos de su cabeza, girándose al llamado. Una jovencita con el uniforme del restaurante sostiene el menú con preocupación, sin dejar de verla. Atenta está a sus palabras, pero por un momento no cree que está viendo cómo debe ser, con sus propios ojos. Es como si mirara a un lugar totalmente incierto.—Estoy bien —se da la vuelta—, lo lamento —y se encamina hacia la salida recibiendo la ojeada de los comensales debidamente sorprendidos por lo que ocurrió.Como si se ahogara en su respiración Maylene baja las escaleras con rapidez. Deja de ser la mujer que creía que sería cuando la tuviera en frente, pero es que la sola idea de mirarla la deja sin habla, la paraliza. Entre la multitud se esconde, y en vano sigue luchando cuando no ve a nadie en particular. ¿Qué otra cosa quiere usar para hacerla sufrir? Sus ojos se mueven por todo el lugar, sin tener algún esfuerzo.—¿¡Maylene?! Maylene.Se gira abruptamente. Sus brazos quedan atrapados, apretado
C—Aquí la cuestión, señor Morgan…—Maylene se va alejándose lentamente de él, tomando su mano para soltarse de él—, que no puedes perder algo que no tienes —y finalmente se digna en alzar la mirada para verlo—, has confundido las cosas. No me tienes, así que no puedes perderme.—Estás bajo mi protección y estarás dónde pueda verte.Maylene bufa para encararlo, subiendo la mirada.—Estoy muy en deuda contigo por lo que estás haciendo con mis hijas —ya no evita su mirada porque desde el día en que tuvo que elegir estar aquí o en la casa de Carl, ya no sabe si ha decidido bien o no—, realmente te agradezco todo esto, agradezco mucho que pongas escoltas a mis hijas luego de todo lo que paso. Y estoy demasiado nerviosa y preocupada por lo que te sucedió, Declan, y eso no puedo negártelo. Porque no me parece justo que Kieran fuese capaz de hacer esto —Maylene enfatiza sus palabras con la barbilla en alto para verlo a los ojos. En cambio, Declan tiene puestos los ojos en sus labios—, dijiste
Claire se cruza de brazos. Un tanto impactada por las palabras de Maylene, se gira hacia ella. Frunce el ceño, confundida. Intenta hablar, pero no le sale nada. Sin embargo, vuelve a hablarle como si no entendiera.—¿A Declan?Maylene baja la mirada hacia Hannah, quien alza su mano para mostrarle una flor. Le sonríe, tomándola.—Ve a buscarle más a mami —le murmura, haciéndola reír. Cuando Hannah se aleja, Maylene huele la buganvilias—, el único que ambas conocemos.—¿Qué clase de propuesta?Maylene está atenta en las dos niñas a metros de ella, cualquier movimiento o cualquier cosa que pueda hacerle daño. Mueve la mirada hacia la casa.—Una que no podrá rechazar —dice Maylene.Claire abre los ojos.—Conozco esa mirada. Conozco esos ojos. ¿Maylene, en qué estás pensando?—Descuida —Maylene le guiña un ojo—, ¿Quieres sembrar con nosotras?—Sabes qué no me gusta la tierra, ni el barro. Pero míralas, a ella les encanta —Claire cambia la expresión a la suavidad cuando oyen a las gemelas ha
No hay nombre para ponerle a esto que ahora siente. Jamás creyó que vería una expresión indescifrable en el rostro de Declan. Parece que el tiempo se detuvo. Y sólo, ahora, existen ellos. Con esa compartida de miradas que no favorecen nada de lo que Maylene creyó que haría cuando según ella todo se resolvería, porque no lo volvería a verlo nunca más. Con esa prisión dentro de sus entrañas que revuelven todo hasta que incluso siente seca la garganta. Y en como su alma, por un instante, deja su cuerpo. Sus manos sudan frío y es una fracción de segundo se pregunta si ha hecho bien en soltar algo así de la nada. Últimamente ni siquiera concilia el sueño por lo mismo. Su vacilación la enferma una y otra vez. Y el silencio de Declan se vuelve aterrador. La aterra de pies a cabeza. Maylene no sabe si puede mirarlo a los ojos. En estos momentos, no. No quiere sentir arrepentimiento por haber decidido jugar con fuego. Decide que no hay marcha atrás, y si su silencio sigue en los próximos se
—Bien —Maylene se toma el tiempo para sonreír—, se trata de Nova Fuel.—¿Por qué no estoy tan sorprendido? —Declan vuelve a tomar asiento—, aún no quiero hablar de eso. Quiero que me digas exactamente lo que esa mujer les hizo.—Tu hermano.Claramente se observa un enorme apretón en la mandíbula de Declan. Maylene se cruza de piernas.—Me parece que no fue simple causalidad. Estaba planeando exactamente lo que pasó y encontré —suspira Maylene—, a Shannon David en ese mismo lugar. Renuncié a todo lo que me correspondía precisamente porque nadie está por encima de mis hijas. Pero no es eso a lo que vine.—¿Les hizo algo a las niñas?Maylene deja de ver la ventana para posar la vista en Declan.—Dime, ¿Lea hizo algo a tus hijas?—La separaron de mí desde que Kieran me sacó de aquí —Maylene se coloca su trenza hacia su hombro—, escúchame con atención, Declan.Con sus palabras y en realidad con su petición Declan se queda callado. Pero su molestia es severa mientras frunce el ceño con fuer
—¿A dónde vas? —es lo que pregunta Claire cuando Maylene decide acercarse a las pequeñas.—No tengo mi identificación y tampoco las tarjetas que saqué en Oslo —Maylene toma a Hayley entre sus brazos, besando su mejilla—, todo se quedó en el departamento de Carl.—Ah —Claire pronuncia, como si no quisiera oír el nombre de Carl precisamente en estos momentos—, te acompaño.—Es que-—Te acompaño —repite Claire—, y nos llevaremos a un escolta también.Recuerda que antes de todo esto y de su divorcio Declan también le colocaban guardaespaldas, pero al acostumbrarse a no tenerlos, siente extrañeza. Aún así, lo necesita para mantener la buena cordura con sus pequeñas.—Llamaré a Roxxie —Maylene mueve la mano para que Hannah la tome—, ¿Qué hiciste, mi amor?—Tú, mami —Hannah muestra su dibujo con una sonrisa—, es mami.Maylene sonríe.—Qué precioso, amor. Está bellísimo —Hannah lo estira hacia ella una vez más—, ¿Es para mami?—Para mami —responde Hannah, ya caminando junto a ellas.—¡Gracias
Gira la mirada una y otra vez hacia atrás, creyendo que en cualquier momento recibirá el mismo cúmulo de miradas de Carl, que claramente no está dispuesta a tolerar.El camino a la salida le hace un nudo en el estómago. El recuerdo de haber visto a esa mujer justo aquí se transforma en algo tétrico. Casi no piensa en otra cosa sino en esa noche. Intenta no perder el rumbo, y concentrarse. Pero resulta difícil hacerlo al darse cuenta que de alguna manera ella tiene acceso a su información personal.¿Cómo? ¿Qué tanta influencia o contactos tiene para saber exactamente dónde está?Maylene se detiene en la puerta del edificio, observando la cabina de seguridad. El hombre de aquella noche había dicho que la vio desde antes. Se toma unos segundos para pensar en esa pequeña posibilidad de encontrar lo que buscaba, y que sin duda la ayudará. Sólo tiene ésta oportunidad.Cuando nota al hombre salir de la cabina, probablemente para su hora del almuerzo, Maylene comienza su travesía. Para no per