Kostantin salió del consultorio médico con destino a su oficina, antes de dar ese paso que decidió, tenía claro que debía dejar arregladas varias cosas, entre ellas, una llamada a su madre y a su hermana, lo cual pensaba hacer en ese momento. Marcó el celular de esta última y colocó el manos libres, para su alivio no debió esperar mucho, porque su hermana lo atendió al segundo repique.—¡Vasil Spyrou! —exclamó molesta su hermana, porque tenía tiempo de no comunicarse con ellas, no lo hizo en los últimos días, esa era su forma de hacerle saber que no estaba de buen humor y también de molestarlo, porque antes de descubrir lo que verdaderamente sucedió con Natalia, cuando lo llamaba así, se enojaba y le decía que no lo llamara de esa manera porque su antiguo yo estaba muerto para siempre, sin embargo, ese día ante la mención de su antiguo nombre se sonrió.—Si hermanita Vasil Spyrou, ¿Cómo están? ¿Cómo las trata Atenas? —interrogó ansioso por conocer el estado de salud de su madre.—¿Te
Stavros se quedó viendo a Kosta como si le hubieran salido dos cabezas, porque nunca imaginó que se hubiese dado cuenta de sus sentimientos, cuando él supo de la atracción que sentía por Natalia y que esas emociones iban creciendo sin siquiera darse cuenta, trató de mantener la distancia con ella, porque sería incapaz de hacer algo para causarle daño a su amigo y ahora, descubrir que no simuló lo suficiente y por eso Kosta estaba enterado, le causaba inquietud, no quería que lo creyera capaz de traicionarlo.—Yo lo siento Kostantin… te juro que cuando me di cuenta, luché en contra de ese sentimiento, me opuse y me dije de mil maneras distintas, que no podía ser, que debía extraerlo de mi corazón, porque tú no te merecías eso… de hecho pensé haberlo ocultado de la mejor manera, no tienes idea de cómo me siento avergonzado.—Lo hiciste muy bien —mencionó con una tenue sonrisa—. Estoy seguro de que Natalia, ni ninguna otra persona se dio cuenta… yo lo hice porque te conozco, no es poco e
Llegó junto con Andy y Rhoda, su hermana, al salón donde jugaría bolos, quedó en verse allí con ellos, su madre se negó a ir porque se sentía cansada, por eso prefirió quedarse a dormir, esperando al día siguiente poder conocer a sus nietos.Buscaron su número de calzado y caminaron para iniciar a jugar los tres, a Andy le cayó bien su tía, aunque se veía frágil, demostrado por su tez pálida, su carácter era rebelde y compensaba su debilidad física por su fortaleza de carácter.Se quedó viendo a su hermano y corrió abrazarlo.—Te quiero mucho, no creo capaz de poder vivir sin ti —lo sostuvo con fuerza y escondió su rostro en el cuello de Kosta, él la levantó abrazándola y así los encontró Natalia y sus hijos.Natalia, Sol y Esteban habían sido llevados por Oliver, quién justo llegó en el momento cuando ellos iban saliendo, por lo cual los cuatro observaban la escena, Natalia sintiendo un profundo dolor en su corazón, Oliver complacido de que Natalia se diera cuenta del tipo de hombre
Kosta fue recibido en quirófano, ya había pasado previamente todas las pruebas previstas para la donación, le colocaron anestesia general y los cirujanos iniciaron el retiro de una parte del hígado mediante una incisión en el abdomen.Le comenzaron a retirar alrededor del lóbulo izquierdo del hígado para la donación, la preocupación de los médicos era evidente.—Esto es un suicidio, sabiendo su condición genética como se va a arriesgar, de esta manera —protestó uno de los galenos.—Trata de explicarle a eso a un hombre enamorado, que pasó quince años de su vida amasando una fortuna para vengarse de la burla de que fue objeto por su novia y todo fue mentira, una trampa de un malvado padre, descubierta después que le causó tanto daño. Él solo quiere resarcirse de todo el daño que le hizo —respondió el otro.—Eso es parecido a las telenovelas que ve mi esposa, deberían vender su historia a uno de estos servicios de streaming por suscripción, como Netflix, Disney, Amazon, qué sé yo —dijo
Natalia entró a quirófano sin dejar de pensar en Kostantin, era imposible no preocuparse por él, porque le parecía extraño que no se presentara, ella dio un profundo suspiro.—¿Estás lista Natalia? —preguntó el anestesiólogo antes de empezar a inyectarle anestesia completa.—Si lo estoy, cuando venga mi esposo y esté ya operada, quiero que esté a mi lado, así aún yo esté durmiendo, no lo saque de la habitación.—Está bien, cuando llegue le aviso, no puede moverse de aquí bajo ninguna circunstancia.Segundos después la anestesiaron, le hicieron la incisión en el abdomen e iniciaron el procedimiento.Tendría aproximadamente un poco más de una hora cuando Natalia entró al quirófano, empezó a soñar con un lugar bastante apacible y allí vio a Vasil, estaba vestido con un pantalón y una camisa ancha con una rosa en el bolsillo, todo de un blanco tan radiante que debió entrecerrar un poco los ojos para adaptarse a la luz emanada por su vestidura.—Vasil, al fin viniste, te estuve esperando,
La emoción de Sol, era indescriptible, cuando entró, no se dio cuenta de la cantidad de cables y aparatos que tenía su padre, hasta ese momento, cuando escuchó las palabras del médico.—¿Cómo fue? Si la enfermera nos dijo que había muerto —interrogó la jovencita sin poder creer lo que estaba sucediendo.—Ella te dijo la verdad, lo habíamos dado por muerto, incluso las enfermeras salieron porque le hicimos RCP, y no daba resultados, estaba a punto de salir cuando el monitor empezó a registrar de nuevo la frecuencia cardíaca, no sé cómo sucedió, solo que es un milagro —respondió el médico con una sonrisa.—¿Va a estar bien? —preguntó la jovencita preocupada.—No lo sabemos, depende de su avance, nuestro principal problema es que no contamos con su tipo de sangre y sin eso, puede ser fatal, los próximos días son cruciales para él… si apareciera un donante, podríamos decir que sería el milagro perfecto, sobre todo si consideramos que solo cuarenta y cuatro personas en todo el mundo tienen
Blake Ryan, no pudo evitar sonreír ante la determinación de la mujer, y no la juzgaba, la entendía perfectamente, porque si él estuviera en su lugar, no dudaría en secuestrar a quien fuera para salvar a la mujer de su vida.—¿Cómo se llama usted? —interrogó con curiosidad.—Me llamo Natalia Ferrer Altamirano, mi esposo se llama Kostantin Petrakis, si quiere podemos ir charlando, mientras subimos a conversar con el médico, ¿Por qué no se va a negar? ¿Verdad?—No, no me negaré y casualmente estoy en muy buena condición de salud y si, viendo su fiera determinación, creo que ni negándome podría salvarme de ser el donante de su esposo. Ahora vayamos a hablar con su médico.Así lo hicieron, Ryan debió retrasar su retorno a Estados Unidos, y sirvió de donante a Kostantin.Los días fueron pasando, la recuperación de Vasil era lenta y Natalia, a pesar de tener que estar recuperándose, lo visitaba diariamente, limpiaba su rostro y cuerpo con paños húmedos y le hablaba, en el fondo temía que alg
Natalia escuchó las palabras de su nana y tuvo la sensación de que esa persona de la cual hablaba, se trataba de ella, sin embargo, el rostro de la mujer palideció mientras se mantuvo en silencio, por eso no dudó en repetir la pregunta.—Nana, por favor, Dime ¿De quién hablas? ¿Quién es esa persona que va a despreciarte si sabes que eres su madre? —interrogó.La nana frotó una mano con otra y segundos después las lágrimas empezaron a rodar por sus ojos, la mujer sintió un nudo en su garganta la cual le impedía hasta respirar, sus palabras no salían de su boca, tragó varías veces, hasta que por fin pudo encontrar su voz, no era fácil para ella confesarse.—Lo siento Natalia, cuando eso pasó, solo era una chiquilla temerosa, ignorante, no sabía qué hacer, me dio tanto pánico, enfrentarme al mundo con una pequeña, tampoco quería deshacerme de ti, por eso decidí tenerte… además, tu padre a pesar de ser un hombre casado, deseaba tenerte, se ilusionó contigo. En ese tiempo, la esposa de Sim