LA PROPUESTA

Ángela abrió los ojos lentamente, encontrándose en una habitación desconocida. Estaba acostada en una cama grande y cómoda, rodeada de sábanas suaves. Su cuerpo le dolía por todas partes, pero su mente comenzaba a aclararse.

Recuerdos fragmentados surgieron en su conciencia: la infidelidad de James, su novio prometido, con su mejor amiga Mariana. Las lágrimas brotaron de sus ojos al recordar el dolor y la traición.

Pero otro recuerdo la sacudió: las luces del accidente, el sonido del choque. Se sentó de golpe en la cama, ignorando el dolor que la recorría. Su corazón latía con fuerza.

Miró alrededor, intentando ubicarse. La habitación era elegante, con muebles de lujo y una ventana grande que dejaba entrar la luz del día. Pero no reconocía nada.

—¿Dónde estoy? —se preguntó en voz alta.

Buscó su reflejo en un espejo cercano. Su rostro estaba magullado, pero no demasiado dañado. Su cabello rubio estaba despeinado, y sus ojos verdes parecían cansados.

Ángela se levantó de la cama, sintiendo el dolor que recorría su cuerpo. Miró su ropa y se dio cuenta de que no estaba vestida con su vestido, sino con una camisa de hombre. Un perfume masculino, intenso y atractivo. Se estremeció sin saber por qué.

Salió de la habitación, llamando.

—¿Hola? ¿Hay alguien?

No obtuvo respuesta. El pasillo estaba vacío y silencioso. La mansión parecía desierta.

Bajó las escaleras y llegó a la cocina, buscando algo para calmar su sed. Abrió la nevera y sacó una jarra de agua. Justo cuando iba a servirse un vaso, escuchó una voz varonil, sensual y fuerte detrás de ella.

—Ya despertaste.

Ángela se sobresaltó y dejó caer la jarra, que se fragmentó en el suelo. El agua se derramó y la jarra se hizo pedazos.

Se giró hacia la voz, encontrándose con un hombre alto y atractivo, con ojos azules profundos y cabello castaño oscuro. Su presencia era imponente y su sonrisa, intrigante.

—¿Quién eres? —preguntó Ángela, intentando mantener la calma.

El hombre se acercó a ella, recogiendo los pedazos de la jarra.

—Me llamo Nikolai—respondió—el hombre que te atropello.

Nikolai avanzo hacia ella y Ángela retrocedió, intentando alejarse de Nikolai, pero su movimiento fue demasiado brusco. Su pie desnudo pisó el vidrio roto y la punta afilada se clavó en su piel.

—¡Ay! —gritó, doblándose hacia adelante debido al dolor.

Nikolai reaccionó rápidamente, acercándose a ella y tomándola de la cintura con fuerza. Ángela se sintió asustada por la proximidad y la intensidad de su mirada. Su corazón latía con fuerza al sentir el calor de su mano en su cintura.

—Lo siento —dijo Nikolai, su voz baja y preocupada—. No quería asustarte.

La levantó con cuidado y la puso sobre la encimera de la cocina, alejándola del vidrio roto. Ángela se sintió vulnerable y confundida, pero Nikolai gestos suaves y atentos la calmaban. Su mirada se encontró con la de él, y por un momento, se sintió atrapada en sus ojos azules.

Aparto la mirada rápidamente, asustada, y confundida porque no entendía como llego hasta ese lugar. Sin embargo el hombre al parecer no pretendía hacerle daño.

—Deja que te vea el pie —pidió Nikolai, arrodillándose frente a ella.

Ángela asintió, aún dolorida. Nikolai le examinó el pie con cuidado, sacando la punta de vidrio con delicadeza. Sus dedos tocaban su piel con suavidad, enviando escalofríos por su espalda.

—¿Esto duele?—dijo Nikolai, su aliento cálido en su piel.

Ángela se estremeció, sintiendo una conexión inexplicable con él.

—Un poco —respondió, su voz baja.

Nikolai levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de ella. Por un momento, el tiempo se detuvo. Ángela se sintió atrapada en su mirada, en la intensidad de su presencia.

—Solo es un corte superficial —dijo Nikolai, sonriendo—. No es grave.

Sacó un paño limpio de un cajón cercano y lo usó para limpiar el corte. Ángela se sintió sorprendida por la delicadeza de sus movimientos.

—Gracias —dijo Ángela, su voz apenas audible.

—De nada —respondió Nikolai, su mirada aún fija en ella.

Ángela se sintió envuelta en su presencia, en la imponencia de su figura. Nikolai era un hombre alto y fuerte, con hombros anchos y ojos que parecían ver más allá de su superficie.

—Deberías sentarte y descansar —dijo Nikolai, ayudándola a bajar de la encimera—. Estás aun recuperándote del accidente.

—Sí —acordó Ángela, sintiendo su mano en su cintura, guiándola hacia la sala.

Se sentó en el sofá, sintiendo la mirada de Nikolai en ella. Por un momento, se preguntó qué había pasado entre ellos, qué conexión había surgido en ese instante.

—¿Quieres algo para el dolor? —preguntó Nikolai.

—No, gracias —respondió Ángela.

Nikolai se sentó a su lado, mirándola con preocupación.

—¿Recuerdas algo más sobre el accidente? —preguntó.

—Todo—ella se le encogió el corazón porque no podía olvidar lo que le paso y causo que casi muriera en un accidente.

—Bien, quiero saber que paso, pero me lo vas a decir cuando comas algo—le dijo con esa voz firme—ya regreso.

Ángela se quedó sentada en el sofá, sintiendo la ausencia de Nikolai después de que se levantó y se perdió en la oscuridad de la casa. A pesar de la soledad y la extrañeza de la situación, no sentía miedo. Algo en la presencia de Nikolai la hacía sentir segura.

Mientras esperaba, miró alrededor de la sala. Era elegante y minimalista, con muebles de lujo y obras de arte en las paredes. La luz tenue de las lámparas creaba un ambiente acogedor.

Nikolai regresó con un emparedado y una taza de chocolate caliente.

—Disculpa —dijo, sonriendo—, no tengo dotes culinarios.

Ángela se rió.

—Está bien —dijo, aceptando el emparedado—Gracias.

Nikolai se sentó frente a ella, su mirada intensa. Ángela se sintió nerviosa, consciente de la atracción que sentía hacia él.

—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —preguntó Ángela.

—Prácticamente dos horas —respondió Nikolai.

Ángela siguió comiendo, sintiendo la mirada de Nikolai en ella. la hacia sentir nerviosa porque nunca antes había conocido un hombre tan intimidante como él.

Era demasiado grande al igual en corpulencia que le doblaba la estatura.

—¿Qué le pasó a una mujer tan hermosa como tú que se quiso suicidar? —preguntó Nikolai, su voz baja y seria.

Ángela se detuvo, el emparedado a medio comer. La pregunta la pilló por sorpresa.

—No... no fue eso —dijo, intentando defenderse—no me quise suicidar.

—¿Entonces qué fue? —insistió Nikolai, su mirada penetrante.

Ángela se sintió acorralada, pero algo en la expresión de Nikolai la hizo sentir que podía confiar en él.

Ángela suspiró, sintiendo el peso de sus emociones.

—Es difícil... es algo muy difícil de hablar —dijo.

Nikolai se acercó más, su voz suave.

—No importa, tengo toda la noche para escucharte —dijo.

Ángela miró hacia abajo, las lágrimas brotando de sus ojos. Recordó la traición de su novio y su mejor amiga.

—¿Por qué lloras? —preguntó Nikolai, su voz llena de empatía.

—Porque me duele el corazón —respondió Ángela, su voz temblorosa.

Nikolai la miró con comprensión.

—¿Qué te destruyó el corazón? —preguntó.

Ángela respiró hondo y comenzó a hablar.

—Encontré a mi novio y a mi mejor amiga... en mi casa... en mi cama... teniendo sexo y hablando mal de mí —dijo, las lágrimas fluyendo.

Nikolai escuchó en silencio, su expresión seria.

—Lo siento —dijo finalmente—. Conozco la traición. Duele cuando viene de personas cercanas.

Ángela se limpió las lágrimas y miró a Nikolai.

—Lo siento —dijo—. No debería haber hablado de esto.

Nikolai sonrió suavemente.

—No te preocupes —dijo—. Estoy aquí para escucharte.

En ese momento, Ángela se sintió conectada a Nikolai de una manera profunda. Su mirada la hacía sentir vulnerable, pero también segura. Mientras Nikolai la miraba, pensaba que era una mujer hermosa, no solo físicamente, sino también en su interior. Su fuerza y vulnerabilidad la hacían aún más atractiva.

¿Por qué siento esta conexión con ella?" se preguntó Nikolai. "¿Por qué quiero protegerla y hacerla sentir segura?"

La noche se estiraba ante ellos, llena de secretos y emociones. Pero en ese momento, solo importaba la conexión que había nacido entre Ángela y Nikolai.

Nikolai rompió el silencio, sonriendo.

—Tu novio es un estúpido —dijo.

Ángela se sorprendió.

—¿Por qué? —preguntó.

Nikolai se acercó más.

—Una mujer como tú jamás se merece ser traicionada —dijo, su voz llena de convicción.

Ángela se sintió impresionada por la seguridad de Nikolai.

—Una mujer como tú es para amarla, adorarla y hacer el amor todos los días —continuó Nikolai.

La intensidad de sus palabras la marearon. Ángela bajó la mirada, sintiendo su corazón latir con fuerza. No podía sostener la mirada de Nikolai.

—Conozco a tu novio Angela—la volvió a sorprender doblemente, uno porque la llamara por su nombre.

Dos, porque conozces a su novio, o ex.

—¿Y cómo conoces a mi novio? —preguntó Ángela, intentando cambiar de tema.

Nikolai se recostó en el sofá.

—Lo siento, no era mi intención —dijo—. Mientras estabas inconsciente, quería saber sobre la mujer que atropellé. Revisé tus cosas personales... Tu teléfono no tiene contraseña.

Ángela se sintió incómoda, invadida y avergonzada al saber que un extraño había revisado sus cosas personales. Su rostro se ruborizó al pensar en las fotos comprometedoras que había enviado a su novio, ahora infiel.

Su corazón latía con ansiedad mientras imaginaba que Nikolai podría haber visto esas imágenes íntimas. Se sentía incómoda y vulnerable, como si su privacidad hubiera sido violada.

La idea de que Nikolai podría haber visto aspectos de su vida personal que ella no quería compartir la hacía sentirse expuesta y sensible. Su mente estaba llena de emociones encontradas, desde la vergüenza hasta la ansiedad.

Ángela bajó la mirada, intentando evitar el contacto visual con Nikolai, mientras luchaba por procesar sus sentimientos. Su presencia, que antes la había hecho sentir segura, ahora la hacía sentir incómoda y consciente de su vulnerabilidad.

—¿Y qué encontraste? —preguntó.

Nikolai respiró hondo.

—Tu novio es mi primo, James —dijo.

Ángela se quedó con la boca abierta.

—¿Qué? —exclamó.

Nikolai asintió.

—Sí, James es mi primo. No sabía que era tu novio hasta que revise tus cosas personales—dijo.

Ángela se sintió confundida y sorprendida. ¿Cómo era posible que el hombre que la había rescatado fuera familiar de su novio infiel?

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Ángela.

Nikolai se levantó y se acercó a ella.

—Hacerte una propuesta que nos conviene a los dos—dijo.

—¿Qué tratas de decir? —a ella la garganta se le seco por la cercanía ya que estaba a su lado.

—¿Qué sientes con la traición de James?

Ángela se quedó en silencio por un momento, pensando en las emociones que la inundaban. Sentía dolor, rabia, ira, tristeza... Tres años perdidos con alguien que pensó que la amaba. Aún sentía amor por él, pero también un profundo resentimiento.

—Estoy dolorida—dijo—Me siento traicionada, engañada, utilizada...

—¿Y que mas? —pregunto el y ella lo miro decidida con fuego en la mirada.

—Quiero vengarme —dijo, su voz baja y determinada.

Nikolai la miró con interés.

—Puedo ayudarte con eso —dijo, una sonrisita en su rostro.

Ángela lo miró, sorprendida.

—¿Cómo? —preguntó.

Nikolai se acercó más, hablando a centímetros de sus labios.

—Estoy a tu lado —dijo—. Y puedo hacer que James pague por lo que te hizo.

Ángela se sintió atraída por la seguridad de Nikolai, por su determinación.

—¿Y qué quieres a cambio? —preguntó, su voz llena de curiosidad.

Nikolai sonrió.

—Quiero que seas mi prometida—dijo, su voz baja y seductora—quiero que seas mia.

La dejo sin aire.

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