Los lobos se abalanzaron sobre Freya, sujetándola con fuerza mientras le ataban las muñecas con un nudo que le quemaba la piel. Por más que forcejeó que ella hiciera, era inútil. Palas se acercó con una sonrisa siniestra y, sin aviso, le lanzó una patada en el rostro. El impacto le hizo girar la cabeza, y el sabor metálico inundó su boca y escupió un hilo de sangre al suelo.—¡Cobarde! —gritó Freya, alzando la mirada con desprecio—. Necesitas inmovilizarme para golpearme. Ni con la ayuda de tus secuaces podrías vencerme en un combate justo.Palas soltó una carcajada, agachándose hasta quedar a su altura.—¿Dónde quedó la guerrera que venció a Pirro? —susurró, arrastrando los dedos por la mejilla ensangrentada de Freya—. Los grandes líderes no se ensucian las manos. Tienen subordinados que lo hacen por ellos. Y en este momento eso me hace superior a ti.Antes de que Freya pudiera replicar, un hombre se le acercó y le propinó un puñetazo en el estómago que la dobló por la mitad, haciénd
Pero el alfa ya había tomado su decisión. Él alzó la mirada hacia Palas, sus ojos eran brasas de odio puro. Cuando habló, las palabras le rasgaron la garganta como cristales rotos.—Acepto. —hizo una pausa—. Toma mi vida, pero si tu arma de fuego se atreve a rozar la piel de mi esposa, te juro que mis lobos no dejarán de ti ni los huesos. —Los músculos de Crono se tensaron. Cada fibra de su cuerpo ansiaba abalanzarse sobre Palas y estrangularla con sus propias manos.Palas soltó una risa siniestra, se podía notar el brillo de la locura en su mirada.—Quizá muera hoy —confirmó arrastrando las palabras como un veneno—, pero qué dulce será arrastrarte al infierno conmigo. Ahora… —alzó el alma hacia el frente—. Dame la espalda y levanta las manos.—¡Maldita sea, Crono! —La voz de Freya se tornó fría como el hielo—. ¿En qué demonios estás pensando? Esta demente acaba de asesinar a su propia madre y tú ahora le entregas tu vida. —Una lágrima solitaria surcó su mejilla—. No solo te estás con
Crono llegó al carro y, aunque Freya intentó bajarse, él no se lo permitió. Sabía por su apariencia que había sido golpeada con brutalidad; ella solo quería asegurarse de que sus hijos estuvieran bien. Derex abrió la puerta y los tres niños salieron disparados hacia su madre, ansiosos por abrazarla, pero su padre los detuvo con un gesto protector.—No apapachen a mamá. Está un poco lastimada, pero se pondrá bien —dijo Crono, con voz suave.—Crono, bájame —rogó Freya, con lágrimas resbalando por su rostro—. Necesito revisarlos, abrazarlos, son mis cachorros.—Ellos están bien, y no dejaré que te hagan daño, así que pórtate bien.Ella fue a protestar, pero prefirió quedarse callada. Esa actitud de tratarla como si fuera uno de sus hijos le provocó una sonrisa divertida.Él avanzó hacia el vehículo y la acomodó con cuidado en el asiento, luego se volvió hacia los pequeños y Agachándose a su altura, les habló con ternura.—Súbanse al carro con cuidado. Después de que el médico revise a ma
Habían pasado dos semanas desde que Lucía fue atacada. Poco salía de su habitación en la casa de Apolo, todavía no entendía ¿Por qué había dejado que él la marcara? Todo había ocurrido demasiado rápido: el ataque solo por ser una omega en celo, el rescate, y ahora esto... estar vinculada a alguien que ni siquiera conocía bien. Un pensamiento amargo brotó de su boca.—Pasé años esperando a mi pareja destinada, soñando con el día en que llegaría para protegerme de esos lobos depravados. Pero apareció demasiado tarde, cuando descubrí que puede defenderme sola. ¿De qué sirve un mate que no está cuando más lo necesitas?Sentía una punzada de decepción que le atravesaba el pecho. No entendía por qué su loba aullaba de desilusión.—Lucia, no podemos quedarnos aquí —murmuró su loba, clavando las garras en el suelo de su ecosistema—. Ese perro sarnoso sabía quién eras y no se dignó a aparecer. Sácame de esta maldita casa.Una carcajada áspera se le escapó a Lucia al escuchar el insulto de su l
Por otro lado, en el bosque, una loba corría entre los árboles, con la respiración entrecortada y con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho recordándole que Crono jamás la perdonaría.Llegó a un riachuelo, con sus patas temblorosas incapaces de seguir. Con un gemido, la loba se transformó en su forma humana, con su cuerpo desnudo y vulnerable bajo la luz de la luna. Se vistió rápido con la ropa que traía su loba en el lomo, subió la colina en silencio, agazapándose entre los arbustos para observar la frontera sur.Allí estaban guerreros con antorchas y con armas en las manos. Paso por su mente "Si me quedo en el norte, tarde o temprano me reconocerán, y los aliados de Crono no me permitirían vivir en paz. Me matarán," se mordió su labio inferior hasta sacar sangre. "Pero en el sur nadie me conoce. Podría desaparecer. Podría empezar de nuevo".El frío le erizaba la piel. El hambre le retorcía las entrañas. Pero el miedo era peor. Desde su escondite, vio un grupo de guardias reun
En la región del sur, Gena estaba arrodillada entre la hierba, absorta arrancado malezas, cuando de pronto una voz masculina la sobresaltó:—Hola, Gena —dijo Dionisio, apareciendo con discreción—. Necesito hablar con tu hermana. ¿Te importaría regresar a la mansión con tu mamá?La joven se levantó de golpe, llevándose una mano al pecho. Con los ojos llenos de alarma, preguntó con voz quebrada.—¿Le pasó algo a mi madre?—No, tranquila —respondió él, alzando las manos—. Solo necesito quedarme a solas con Siena.Gena lo miró con curiosidad, y de pronto todo cobró sentido en su mente: "Ah... por eso mi hermana huía de él". Una sonrisa cómplice se dibujó en sus labios.—Cuide bien de ella, señor —dijo, juguetona—. Y dígale que volví con mamá.Dionisio soltó una risa baja.—Nada de señor —replicó, guiñándole un ojo—. Suena mejor que me llames Dionisio o cuñado.—Cuñado, no la haga sufrir, recuerda que ahora tiene una familia que la defiende.Dionisio esbozó una sonrisa fugaz, Luego señaló
Freya descansó cinco días. Al amanecer cuando el sol apenas salía por el horizonte, emprendió un viaje junto a Crono y sus hijos, el camino hacia la manada de su padre le traía malos recuerdos. Los niños, estaban ansiosos por la aventura, no dejaban de asomarse por la ventana, señalando los paisajes y preguntando una y otra vez.—¿Falta mucho?—Tengan paciencia, pronto llegaremos —respondía Crono, sin quitar la mirada de la carretera.Freya, aún débil por las heridas del atentado, contemplaba a través de la ventana la naturaleza con una nostalgia que no podía evitar.—No creí que volvería a ver estas tierras —murmuró, mientras el paisaje despertaba fantasmas del pasado. Se volvió hacia sus hijos que se encontraban absortos en sus juegos, inocentes ante la tristeza que ella experimenta.Sin apartar la vista de la carretera, Crono extendió su mano derecha y apretó con cariño su mano que reposaba sobre su pierna, como si ese simple gesto bastara para ahuyentar sus penas.—Ojalá pudiera b
Apolo permaneció inmóvil frente a la cafetería, observando a través del cristal cómo Lucía atendía a los clientes con amabilidad y seriedad. Su pecho se elevó con varias respiraciones profundas, cada una cargada de emoción. Reunió valor y empujó la puerta. Entró con pasos firmes y caminó hacia una mesa vacía junto a la ventana. Una sonrisa rebelde se dibujó en sus labios al confirmar que, después de tanto tiempo, por fin la había encontrado. Sus ojos inquietos la buscaron, la vio más hermosa de como la recordaba.Lucía escribía distraída en su pequeña libreta cuando escuchó:—¿Viste al hombre que acaba de entrar? —preguntó una chica recostada en el mostrador—. No deja de mirar para acá.Lucía alzó la vista y allí lo vio, se quedó paralizada, observando su cabello rubio como siempre rebelde que brillaba bajo la luz que entraba por la ventana. Llevaba una camisa azul y un jean, algo inusual en él; estaba acostumbrada a verlo sudando en ropa de entrenamiento. Aunque vestía de forma casua