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Capítulo 2 - "Mi corazón latió"

Narrador:

La relación entre Caín y Aurora estaba por demás tirante.

Ella se metía de lleno en su trabajo para tratar de olvidar lo confundida que estaba. Y él se abocaba al Cónclave con tal de no pensar en que Aurora había tenido una relación amorosa con Dilan, eso lo perturbaba, pero lo que más intranquilo lo tenía era saber que, aunque ella no lo reconociera, a menudo pensaba en él.

- Escucha, anoche estuve muy grosero, ¿podrás perdonarme?

- Claro que sí, Caín. Se lo difícil que todo esto es para ti. Solo quiero que recuerdes que para mí también lo es - pasó su mano por el rostro del vampiro - te quiero, te quiero mucho, eso no tienes que dudarlo jamás

- Y no lo dudo, pero los celos me están matando

- Ve tranquilo a tu viaje, cuando regreses estaremos más calmados y las cosas serán como antes. ¡Ya verás! Ahora ve que llaman por tu vuelo

- Nos vemos al regreso, te amo Aurora - y se fue

Aurora, en lugar de ir a su oficina, se tomó el día libre y fue a ver a su amiga Ernestina, la bruja.

- Aurora cariño, ¡qué alegría tan grande verte!

- Ernestina, mi bruja preferida

- Anda entra, prepararé té, ese que tanto te gusta, mientras me cuentas que te trae por aquí

- Solo tenía ganas de verte

- Mi niña, a mí no me engañas, algo te sucede

La bruja conocía bien a Aurora, y ésta sabía que no la podía engañar

- Me conoces demasiado bien como para que te engañe

- ¿Ves?, no te digo yo. Ven siéntate, te sirvo el té

Luego de unos minutos la bruja sirvió el té y le ofreció uno a Aurora

- Gracias

- Para servirte mi niña bella

Aurora bebió el té en silencio bajo la atenta mirada de su amiga.

- Sé que eres muy amiga de Caín, pero hoy necesito que seas mi amiga más que la suya

- ¿Si lo que me estás pidiendo es que no le cuente a él nuestra conversación?, mi respuesta es que puedes quedarte más que tranquila. Lo que hablemos aquí no saldrá de estas cuatro paredes

- Te lo agradezco Ernestina. Sé que te estoy poniendo en un aprieto, pues tu eres muy amiga de Caín

- Descuida Aurora, tú eres mi amiga también. Eso lo sabes.

- Estoy muy confundida y necesito hablar con alguien.

- Yo le debo mucho a Caín y le estaré agradecida por la eternidad. También le quiero mucho, pues es un ser de una extraordinaria bondad, aunque parezca mentira, más con un pasado tan sangriento en su haber. Pero eso no quita que sea tu amiga y las cosas que nosotras hablamos queda entre nosotras, así como las cosa que hablo con él y quedan entre él y yo

Aurora bebió otro sorbo de té y continuó

- Dilan me llamó ayer

- ¿Dilan?, ¿por qué no me sorprende? – y sonrió

- A mí tampoco me sorprende, pues sé que se ha mantenido cerca, aunque le ordené que se fuera

- ¿Y qué quería?

- Supuestamente escuchar mi voz

- ¿Sólo eso?, mmm… me parece que no, ¿verdad?

- Pues a decir verdad, no, no solo eso. Me reprochó por qué no lo maté

- ¿Y tú que le dijiste?

- Bueno… yo le dije que no había podido… - Aurora agachó la mirada y trató de esconderla de su amiga

- Aurora, mírame, por favor. Ya te dije que puedes confiar en mí. No tienes que tener miedo a decirme las cosas. Si no quieres está bien, pero si quieres, yo te escucharé, te aconsejaré como siempre y no te juzgaré

La bruja ya estaba sospechando de qué iba la congoja de la joven, pues ella sabía muy bien que Aurora estaba enamorada de Caín, pero también lo estaba de Dilan.

- Tengo miedo, Ernestina

- ¿Miedo de que, mi vida?

- De lo que siento – y largó a llorar desconsoladamente

- No tienes que tenerlo, cuéntame

- Es que estoy muy confundida y no sé qué hacer

Aurora estaba consternada y no se atrevía a decir lo que su cerebro le gritaba, así que fue la bruja quien tomó la iniciativa

- Te lo dije en su momento y te lo repito ahora – Aurora la observaba con ansias – no está mal que quieras a ambos

Se puso de pie como un resorte, por fin alguien lo había dicho en voz alta

- Pero yo no he dicho que… - dijo con voz la quebrada

- Ni falta que hace, mi niña – la interrumpió riendo – se te nota de lejos

- ¿Qué voy a hacer, Ernestina?

- Yo no te voy a decir que es lo que debes hacer, eso te corresponde a ti decidirlo – Aurora la miró algo decepcionada - lo que sí te diré es que no se manda al corazón, ese siente como quiere sentir

- Con Dilan mi corazón latió por primera vez desde que me convirtiera – confesó llevándose la mano al pecho y arrugando su blusa a la altura del órgano tan preciado

- ¡Oh!

- ¿Está mal?

- No, claro que no. Solo me sorprendió, pues a los vampiros…

- Si, nos late en corazón muy pocas veces y solo en contadas ocasiones

- Y por lo que tengo entendido es cuando las emociones los desbordan, es un reflejo que les queda de su vida como humanos

- Bueno, a mí no me había latido hasta que estaba en el calabozo con Dilan y se soltó de las cadenas, para acercarse a mí y …

- Ok, ok, ok… - detuvo el relato la bruja – tampoco es que me tengas que contar los detalles de tu encuentro sexual con Dilan – y sonrió – aunque tengo una pregunta

- ¿Cuál? – la miró desconcertada

- ¿Son tan ardientes y salvajes como dicen a la hora de copular?

- ¡No te lo puedes imaginar!, además su cuerpo ardiente pegado al mío que es frío, la sensación es indescriptible

- Ya, ya, entiendo entonces la fascinación que tienen todas por los lobos – respondió sonrojándose

- Te hice sonrojar, perdona Ernestina, no era mi intención

- No lo sería, pero me hiciste subir la temperatura y uno ya no está en edad de pasar estos calores – ambas rieron a carcajadas

- Ni tanto, todavía estás en edad de merecer – siguieron riendo – gracias amiga mía

- Nada que agradecer, sabes que cuentas y siempre contarás conmigo

- Me horrorizo de solo pensarlo, mucho más en decirlo en voz alta, pero también le quiero

La bruja trató de consolarla lo mejor que pudo, pero era evidente que la joven tenía un conflicto y muy groso entre manos, más aun siendo la protagonista de la antigua profecía, todas esas cosas la estaban abrumando por demás. Luego de despedirse, Aurora subió a su coche y emprendió su camino a casa. Su mente estaba llena de dudas, aunque su corazón lo tuviera todo muy claro, estaba enamorada de ambos.

Al llegar a su edificio se dirigió a su lugar habitual de estacionamiento. Se detuvo y apagó el motor. Aun tomada del volante comenzó a llorar sin consuelo. De pronto la puerta del coche se abrió abruptamente y una mano, llena visiblemente de garras, la jaló hacia afuera, mientras otro sujeto apretaba en su boca y nariz un pañuelo mojado. Claramente era algún tipo de sedante, muy potente como para tumbar a un vampiro, ya que se desvaneció casi en el acto.

- Ya está, avísale al jefe que la tenemos y vamos para allá

Durante el viaje, que duro poco más de una hora, estuvo por despertarse en varias ocasiones, pero el pañuelo, nuevamente sobre su cara, la hacía volverse a dormir

- ¡Ya deja de meterle tanto esa mier***da, que la vas a matar!

- ¿Te has vuelto loco?, ¡es un vampiro!, ¿qué crees que nos pasará si despierta?

- ¿Y qué crees que nos hará el jefe si se la llevamos muerta?

- No lo sé, pero no me arriesgaré

La llevaron a una casa en las afueras de la ciudad. Allí los estaban esperando unos cuántos individuos más. Depositaron a Aurora en una cama, le ataron las manos encima de su cabeza a uno de los barrotes del respaldo y le pusieron una capucha negra en la cabeza. A diferencia de la vez anterior que había sido raptada, esta vez parecía que querían que estuviera cómoda ya que ni siquiera le pusieron cinta en la boca para mantenerla callada. Obviamente las cuerdas están preparadas con algún tipo de hechizo que hacía que un vampiro no pudiera desatarse por más fuerza que tuviera. La taparon con una manta y la dejaron en la habitación, vigilada por alguien sentado en un rincón.

- Jefe, tenemos a la vampira, en la habitación, atada sobre la cama tal y como nos pidió

- Genial, vigílenla bien y me avisan cuando se despierte

- Bien

- ¡Nadie le hable!, ¿entendieron?, es importante que nadie le hable

- Sí, jefe, como ordene

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