SEÑORA MORGAN

Elizabeth Morgan

Desde ese momento Aron me llama señora Morgan, todo comenzó como un juego de niños, pero a medida que pasaba el tiempo se volvió cada día mas serio.

En un principio no hubo ningún tipo de oposición para que saliéramos juntos, eso nos sorprendió un poco ya que en ocasiones sus padres eran algo clasistas, cuando el cumple diecisiete entra a la universidad y yo continuo en la preparatoria, los chicos comenzaron a rodearme al no verlo a mi lado, pero me encargue de alejarlos a todos, me sentía mas que su novia su prometida.

—Hola mi amor. — Lo saludo con un pico antes de subirme a su moto para irnos a casa.

—Hola amor como te fue hoy. — Me pregunta, tomando otra ruta diferente a la mansión.

— ¿A dónde vamos?— Cuestiono abrazándolo fuerte y aspirando su olor, me encanta como huele.

—Es una sorpresa. — Me dice él y yo sonrió ansiosa por saber que me va a mostrar, me encantan las sorpresas.

Se detiene en un mirador, que está lleno de flores él sabe que me encantan estas cosas, me bajo de la moto y mientras miro las flores él se coloca de rodillas ante mí.

— ¿Qué haces?— Pregunto sorprendida.

—Sé que es pronto, pero me moría de ganas por pedírtelo ¿Quieres casarte conmigo?— me pregunta y yo quedo muda como una imbécil, el se pone de pie mirándome dolido, hasta que reacciono.

—Soy menor de edad, nadie va a dejar que nos casemos— Le aclaro.

—No te estoy pidiendo que salgamos corriendo a casarnos, solo quiero saber si te quieres casar conmigo. — Me dice el tragando grueso como si estuviese muy nervioso.

—Solo contigo me casare. — Le respondo y él me da un beso diferente a los besos que estamos acostumbrados, me besa de forma apasionada despertando un montón de sensaciones en mi cuerpo que nunca antes sentí, me dejo llevar y respondo con la misma pasión, enterrando mis manos en su suave cabellera, soy tan feliz no pensé cuando era niña que me iba a enamorar de esa manera del niño criticón ese.

Desde ese momento luzco mi sencillo anillo de compromiso que Aron me compro con sus ahorros, el día que cumplo los dieciocho años, le decimos a nuestros padres que nos vamos a casar, mi madre de inmediato nos dio su bendición pero la sorpresa nos la llevamos cuando sus padres nos dice que no están de acuerdo y que si hacemos una locura como esa,  tenemos que irnos de la casa y no contaremos con su apoyo.

Tengo mucho miedo, pero en ese momento Aron dice una frase con la cual nos condenaría a ambos. —Que así sea padre. —

Salimos de la mansión, con una mano adelante y la otra atrás, un amigo de él, nos presto una habitación en su departamento de soltero, para que viviéramos un tiempo que resulto un poco largo para mi gusto.

Nos casamos en el registro civil, con nuestros amigos más cercanos de testigo, eso que ha sido incondicionales toda la vida, ambos comenzamos a trabajar, pero cobrábamos muy poco, yo apenas tenía un año de carrera universitaria, mientras el tenia tres años aprobados.

Tuvimos que tomar una decisión que cambiaria el rumbo de nuestras vidas para siempre, solo el terminaría su carrera universitaria.

—Te juro que no te faltara nada, y nunca te dejare sola. — Me dijo con lágrimas en los ojos, nunca demostré mi tristeza, porque él ya había sacrificado su vida cómoda por mí, lo menos que podría hacer era apoyarlo para alcanzar sus sueños aunque eso significara enterrar los míos.

Mi esposo hizo que cada sacrificio valiera la pena, dos años después se graduó con honores en la universidad, recibiendo el titulo negocios internacionales titulo que me dedico a mí, fundó una micro empresa que funcionaba desde el mismo apartamento de su amigo, a base de unos pequeños ahorros que pudimos reunir en ese tiempo

Era difícil mantener intimidad, porque las paredes parecían de papel, lo cual resultaba muy incomodo para los dos, no quería que su amigo Jean me escuchara en pleno acto.

Recuerdo todo como si fuese ayer, le agradezco a Dios por todo lo que hemos pasado, porque estamos orgullosos de lo que somos hoy en día.

Hoy nuestra empresa está en la posición número uno del país por lo que hoy mi esposo le otorgan el premio como empresario del año, estamos felices tenemos dos hijos, Ariana de diecisiete años y Luis de trece son la luz de mi vida.

Sin embargo la vida de una madre no es fácil, Ariana tiene un novio que no me gusta para nada, quisiera meter a mis hijos en una burbuja para que no sufran, pero las madres debemos dejar ser a los hijos, después de todo, los equivocados podemos ser los padres también.

— ¿Qué traje me pongo este o este?— Me pregunta Aron, los miro de forma apreciativa vestido solo con una toalla en la cadera, su pecho firme y su abdomen definido, me secan la boca.

—Definitivamente el gris, resaltara el color de tus ojos. — Le digo dándole un pico mancándole los labios cuando se los limpio con el pulgar, él me mira como si quisiera comerme literalmente, parecemos adolescentes nos amamos cada día un  poco más, mi esposo esta cada día más guapo y tengo miedo que un día se dé cuenta que yo, no estoy tan bella como hace años.

Llegamos a la premiación tomados de la mano, sé que mucha gente solo lo ve a él y no me importa ambos sabemos que el éxito de la empresa se debe al esfuerzo de los dos, subimos las escaleras del  podio y cuando el comienza el discurso comienzan una serie de explosiones, tengo tanto miedo que me paralizo del miedo, lo último que recuerdo es que el me empuja lejos de él y el fuego…

Despierto desorientada en una habitación con paredes blancas, ¡me duele hasta el cabello! mientras Ariana y Jean Carlos el mejor amigo de mi esposo están allí.

— ¿Aron?— Susurro, con dificultad, buscando con la mirada a mi esposo, mi hija estalla en llanto y Jean Carlo me ve con cara de pena—

— ¿Qué sucede?— Cuestiono con las manos hechas puños sintiéndome impotente.

—El te salvo. —Me dice mi amigo con la voz quebrada, sin poder verme a la cara.

—Lo sé ¿Dónde está?— Le pregunto ansiosa y molesta a la vez, si al él le pasa algo así como lo que me paso a mí no me apartaría de su lado.

—El murió. — Me confiesa en un susurro mi hija y no puedo creerlo, estoy en shock, no puedo aceptarlo, niego con la cabeza, eso no puede ser posible, mi corazón se detiene por un instante y hasta me cuesta respirar, siento tanto dolor en mi alma que ciento voy a morir, prefiero la muerte a vivir sin él.

Ariana me abraza y  mis ojos parecen una regadera, no puedo parar de llorar.

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