CAPÍTULO 2

Mariana niega con la cabeza, ella no va a creer está locura, Mauro y Jennifer son de las personas más importantes de su vida, no puede creer un engaño así.

—¡Cállate patán!— Aurora horrorizada con las palabras de Sam le da una cachetada — Todo lo que dices es una Mentira — la loba se agarra el pecho, alterada.

Sam mira a Jennifer que está asustada, la loba no deja de mirar a los lobos invitados a la fiesta que susurran, siempre había mantenido una fachada de loba buena.

— Tengan los pantalones de decirle la verdad a la reina, ella no merece más este engaño — Sam quería quitarles la careta, por eso no los mato en aquella casa.

— Vete de mi casa, no te creeré — La voz de Mariana tiembla, su corazón late rápidamente mientras sus manos tiemblan.

— Yo los vi, desde hace meses se ven en una cabaña color rojo a la salida de aquí, llegando a la manada Luna Oro — Sam está seguro de lo que habla, sospechaba de las salidas de Jennifer y con sus ojos lo comprobó.

Un silencio inunda aquella fuerte confrontación, Mauro no dice nada, se queda callado, sin saber que hacer.

Mariana sigue negando, la idea no es capaz de ser dibujada en su cabeza, pero recuerda que aquella cabaña en la que pasaba ratos con su esposo, según palabras de Mauro había estado en reparaciones desde hace meses.

— Es verdad, ya no podemos ocultarlo más, Mauro y yo nos amamos — Jennifer en un milisegundo entiende que está es su oportunidad, Mauro debe demostrarle si en verdad la va a elegir — Llegó la hora.

Mauro suspira, entiende que Jennifer le ha puesto a elegir entre ella y su esposa, le pide a Mariana hablar del tema a solas.

La reina camina sin vida, con los ojos perdidos en sus pensamientos, con en rostro blanco como una hoja de papel hacia el estudio.

— ¿Es... Verdad?— titubea, sus ojos abiertos, se llenan de lágrimas, que lentamente caen por su mejilla.

— Si, Jennifer y yo somos amantes desde hace unos meses, no queria hacerte daño — Mauro mantiene un tono de voz bajo, se siente culpable, la vergüenza es más grande que su orgullo lobil.

Mariana le da golpes en el pecho, no puede creer que el la engañara

—¡¿Por qué?! Yo .. yo.. yo te di una familia feliz, era una buena esposa, una buena madre ¡¿Por qué?!.

— Porque desde hace mucho no soy feliz contigo, nuestro matrimonio va más allá de una responsabilidad con la manada, ella me regreso las ganas de vivir — Mauro sostiene las manos de Mariana para que no lo golpee más.

—¿Que quieres decir? ¿Terminarás con nuestro matrimonio?— Mariana abre los ojos, siente que todo es una pesadilla y no sabe que hacer para tomar una decisión pues se hunde lentamente en una oscuridad absoluto.

— Lo siento pero amo a Jennifer, quiero el divorcio, te liberare como mi Luna y mi reina para que Jennifer sea quien esté a mi lado.

Mauro está decidido a no perder esa pasión que lo inunda y que como dice le ha dado una segunda oportunidad de sentirse vivo.

Mariana se sienta aún incredula en el sillón, Mauro le pide que en la mañana deje la casa y que se encargará de liberar su matrimonio lo más rápido posible.

— Lo siento — es lo único que dice al irse de allí.

Aurora regaña a Jennifer, pero Mauro con una sonrisa la carga en sus brazos y se la lleva de allí

—¡Ella será mi reina!— exclama mientras los ancianos de la manada abren los ojos con asombro.

Mariana sale con los ojos llorosos

—¡Larguense de mi casa!— exclama lanzado por los aires las decoraciones que con tanto esmero preparo, rompiendo todo lo que un día la unió a el.

Aurora la toma de los brazos, intenta calmarla, le pide que piense en la pequeña Selene, su hija, ahora la necesita fuerte.

— ¿Donde estan?— Mariana toma de los brazos a su hermana, exigiendo una respuesta.

Aurora suspira en medio del llanto, de la vergüenza por su hija

— Mauro se la llevó.

Mariana sale corriendo, no le importa nada, en medio de la carrera sus tacones de rompen, su vestido se rasga, cae varias veces en el suelo, sangra pero solo quiere llegar a ese destino.

La loba llega a aquella cabaña, la misma que fue su sitio de amor con Mauro, la que ella decoro con amor porque era su espacio seguro.

Se asoma por la ventana, coloca sus manos para tapar su boca, observa como Mauro y Jennifer hacen el amor en la alfombra, esa que él le regaló el día de su primer aniversario.

Mariana retrocede, su corazón está roto, su vida se ha consumido, aquella burbuja rosa del matrimonio perfecto y familia perfecta acaba de estallar y la lanzó al suelo con fuerza que se ha dado el peor golpe de su vida.

Camina sin rumbo, sus ojos parecen no tener vida, rememora las promesas, los momentos ¿Que sucedió? Porque dos personas que tanto amo le causaron este terrible dolor.

Se detiene en el puente que divide la manada Luna Esmeralda con Luna Oro, observa el vacío hacia abajo, el río torrencial, se sube sobre la baranda con los brazos abiertos.

Nunca pensó en acabar con su vida, pero siente que no tuvo una vida, el dolor nubla su pensamiento, ni siquiera piensa en su hija, solo quiere acabar con el dolor de su pecho.

Siente un fuerte agarre en la cintura que la tumba al suelo, abre los ojos, reacciona, se da cuenta de lo que estuvo a punto de hacer 

—¡¿Por que iba a hacer algo así?!— exclama furioso un guapo lobo un poco más joven, con una mirada penetrante de color verde.

Mariana lo abraza

— Gracias... Usted ... — solloza hasta perder el aliento y desmayarse en sus brazos.

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