CAPÍTULO 30

Capítulo 30

Aquella mañana la vida parecía darle una oportunidad de recuperar la esperanza, . Mariana, todavía aferrada a la carta, trataba de calmar su mente, pero el mensaje de Jennifer resonaba en su cabeza como un eco interminable. ¿Mi bebé está vivo? Cada latido en su pecho era una mezcla de esperanza y desesperación ¿Dónde estaba su bebé?

Luis se acercó, preocupado por el temblor que recorría el cuerpo de Mariana.

—¿Estás segura de que quieres buscar a Jennifer? —preguntó con cautela—.Esa lo ba no tiene límites, podría estar jugando contigo, sabes que te ha hecho daño en el pasado con sus mentiras.

Mariana asintió, su mirada más decidida que nunca.

—Tengo que hacerlo, Luis. Si hay siquiera una posibilidad de que mi cachorro esté vivo, no me voy a detener.

Luis suspiró. Sabía que no podría detenerla, así que se inclinó hacia ella con una mirada seria.

—Bien. Te ayudaré. Pero debemos ser cuidadosos. Si lo que me has dicho de esa loba es verdad, no te dejará el camino fácil
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