*UNA PROPUESTA, PARA EL SEÑOR KING* Kate KingEl sábado por la mañana, Khloe y yo salimos de compras, y Josh se quedó con papá y los niños, aunque nos trajimos a Ellie.Quería aprovechar el día, porque mañana queríamos hacer algo significativo para nuestra pequeña, y, además, me sacaría una espina con Khloe.—En esta tienda, conseguiremos de todo —dijo ella cuando la camioneta estacionó y Khloe se apresuró a tomar a Ellie en sus brazos.Me hice la tonta todo el tiempo, compramos lo necesario y encargamos llevar todo a la dirección.Entonces, unas horas después, cuando terminamos, nos fuimos a comer, en un restaurante donde, en un pasado, comíamos pollo frito.—Ni puedo creer que estemos aquí —ella se rio—. Ellie se había dormido, y fue muy reconfortante tener un coche para acostarla mientras comíamos.—Es el pollo favorito de papá, aunque no se lo dice a mamá.Khloe asintió con nervios.—Por cierto —comencé—. Dijiste que teníamos una conversación pendiente, y la verdad, estoy intriga
MATRIMONIO DE VENGANZA LA ESPOSA REBELDE DEL ITALIANO. Hailey Duncan ve cambiar su vida tras un accidente fatal donde atropella a un hombre, y su única esperanza se desvanece cuando su familia no puede salvarla. En medio de su desesperación y cuando cree todo está perdido, aparece un misterioso hombre que puede ser tanto su salvación como su condena, proponiéndole un trato que no puede rechazar. Ángelo Denaro viene a destruir todo a su paso, y sobre todo a vengarse de una familia, que también destruyó la suya. Sin embargo, jamás imaginó que la tentación vendría disfrazada de esposa, y una muy rebelde que pondrá al límite todos sus planes. Entre el poder, y las ansias de someter, los sentimientos aflorarán y los secretos quedarán descubiertos. Porque nunca la línea entre el amor y el odio fue tan delgada entre un ángel, y un demonio…
*EL ACCIDENTE QUE LO CAMBIÓ TODO* Kate Harris. Necesitaba tener un respiro. Era tan necesario salir de este edificio, o iba a arrojarme por el décimo piso donde Carl me había metido como si fuese un bicho que quisiera esconder. El trago grueso aún no bajaba por mi garganta y me abracé a mí misma porque, aunque tenía ya dos años en Nueva York, esta ciudad no había entrado en mi corazón de ninguna manera. Su estado gris y frío solo servía para aumentar más mi ansiedad que se había generado desde que me casé, y sobre todo mi ánimo que cada vez caía más al suelo. El teléfono vibró en mi chaqueta y me apresuré a tomarlo; sin embargo, la decepción llegó pronto cuando fue Maggie la que apareció en la pantalla del teléfono. —Magg… —¡Kate! ¿Dónde estás? —negué mirando hacia una cafetería en la esquina. —Necesito un café… —¿Café? ¡Kate… aquí hay un lío por todo lo alto! Aun no entiendo cómo pueden ser tan descarados. Esa tipa, Ashley, le está montando una escena de celos a tu marido… ¡¿
*UN DIVORCIO INMINENTE* Kate Harris. Estaba tratando de mantener las lágrimas a raya, pero me había vuelto tan frágil que ya estaba comenzando a odiarme. Carl permanecía de pie frente a mí, buscando las palabras que ya sabía qué diría. Esto era un divorcio inminente, un divorcio anunciado… —¿Cómo te has sentido? No he podido venir porque… he tenido tanto trabajo… mi padre te manda saludos y… Lo miré casi con odio. Había estado tan ciega. Desde el momento en que lo vi me había enamorado como una pendeja de él. Lo había visto como si fuese el mejor hombre, pero ¿quién iba a creer que un hombre tan detallista, que me llevaba flores, y me trataba como a una reina, resultaría la peor decepción que habría tenido en la vida? Carl Solivan era solo un espejismo. Un niño bonito y mimado que siempre conseguía lo que quería a costa de una empresa familiar, y cosas por la que no se había esforzado nunca. A sus veinte siete años era un completo inmaduro, que solo quería entrar en las piern
*CONFUSIÓN* Kate Harris. Siempre escuché que, en medio de una crisis de alarma, lo mejor era parecer serena, pero ahora que todos estaban saliendo del avión, y veía que evidentemente estábamos aterrizando en Corea, me estaba paralizando los huesos. «¿Cómo había sucedido esto?» Revisé mis tiques, en ninguna parte decía Vancouver. Las manos me temblaban y fui a mi teléfono para comprobar el correo que había recibido unos días. En medio de la salida, la llegada a las maletas y la poca conexión, porque me estaba volviendo loca, vi un cartel con mi nombre y un hombre de pie. Allí decía: “Kate Harris”. Evidentemente, era yo, ¿o acaso había tanta Kate Harris en el mundo? Solté el aire sintiendo un alivio temporal. En el correo me especificaron que alguien me esperaría en el aeropuerto con mi nombre, así que no podía ser una casualidad. —Hola… —el hombre asintió de forma seria ante mi saludo. —¿Kate Harris? —su inglés era perfecto y asentí. —Sí, soy… Ammm… ¿Oiga? —Por favor, veng
*MENTIRA PIADOSA * Kate Harris. Mis pies parecían pesar toneladas mientras avanzaba hacia la imponente puerta que se abría ante mí. Cada latido de mi corazón resonaba en mis oídos, casi ahogando el sonido de mis propios pasos. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Qué estaba pasando realmente? El hombre que me había escoltado hasta aquí permanecía a mi lado. Su expresión imperturbable, como si estuviera acostumbrado a situaciones como esta, seguía a mi lado, y luego me frené al ver a un hombre alto, con un cuerpo atlético, y de traje, que estaba de espaldas a nosotros. De frente, había una vista impresionante. No sé exactamente en qué piso estábamos, pero todo se veía demasiado azul. El hombre a mi lado carraspeó, y luego ese hombre, se giró. Me quedé estática. Mis labios se despegaron y por un momento retuve el aliento cuando esa mirada rayada en una línea, me observó. Las facciones del hombre eran perfectas. Debía tener más de treinta y cinco años, el traje que tenía se amoldaba
*PEQUEÑA MENTIROSA* Josh King. —Kate Harris, como está en el expediente, señor King… —miré por la pantalla y detallé su foto. Tenía un buen perfil y ojos almendrados, algo que no detallé en la oficina, eso, porque no alejé los ojos del vestido que se ceñía a su cuerpo, y de esas piernas tonificadas, junto a unos pies extremadamente blancos, arropados por unas finas sandalias. —Tiene veintitrés años, estadounidense. Acaba de firmar un divorcio que solo duró dos años… Apreté la mandíbula y fruncí el ceño. ¿Un divorcio a los veinte tres años? Demasiado prematuro. —Con respecto a su presentación, solo es una fachada, ella está mintiendo porque no es la persona que esperábamos —Alcé la vista hacia Jin y luego asentí—. Es evidente que ella no sabe por qué está aquí, Señor. —Se le nota… —corroboré la información—. Está totalmente perdida, pero aun así, siguió con la mentira. Los nervios en su boca temblorosa, sus manos moviéndose todo el tiempo, y cada vez que me desviaba la
*NO PODÍA SER PEOR.* Kate Harris. Después de la salida del señor King, me quedé sentada en la lujosa oficina, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Me sentía como si estuviera en medio de un torbellino, atrapada en una situación que estaba muy por encima de mi nivel de experiencia y habilidad. El iPad que me había entregado el señor King reposaba frente a mí, mostrando una lista interminable de contactos, protocolos y documentos que debía revisar y estudiar. Mis manos temblaban ligeramente mientras deslizaba los dedos por la pantalla, tratando de asimilar toda la información. Esto sería demasiado para mí, pero sobre todo cuando llamé más de diez veces al contacto en Vancouver, y no obtuve respuesta. Demoré horas en esa oficina leyendo los documentos y tratando de hacer un esquema para organizar todo, pero cuando vi la palabra protocolo y en cómo debía hacer conexiones con otros países para los beneficios comerciales, quise arrancarme el cabello. «¿En qué me había meti