CAPÍTULO 5 PEQUEÑA MENTIROSA

*PEQUEÑA MENTIROSA*

Josh King.

—Kate Harris, como está en el expediente, señor King… —miré por la pantalla y detallé su foto.

Tenía un buen perfil y ojos almendrados, algo que no detallé en la oficina, eso, porque no alejé los ojos del vestido que se ceñía a su cuerpo, y de esas piernas tonificadas, junto a unos pies extremadamente blancos, arropados por unas finas sandalias.

—Tiene veintitrés años, estadounidense. Acaba de firmar un divorcio que solo duró dos años…

Apreté la mandíbula y fruncí el ceño.

¿Un divorcio a los veinte tres años? Demasiado prematuro.

—Con respecto a su presentación, solo es una fachada, ella está mintiendo porque no es la persona que esperábamos —Alcé la vista hacia Jin y luego asentí—. Es evidente que ella no sabe por qué está aquí, Señor.

—Se le nota… —corroboré la información—. Está totalmente perdida, pero aun así, siguió con la mentira.

Los nervios en su boca temblorosa, sus manos moviéndose todo el tiempo, y cada vez que me desviaba la mirada, me lo comprobaron. No tuve que pensarlo demasiado para saber que esta chica estaba completamente perdida.

—La empresa de contratistas cometió un error —Jin continuó—. Envió la solicitud de la señorita Harris aquí, mientras que la persona calificada para el puesto que usted exigió, fue a Vancouver. Lo más seguro es que están tapando esta situación, para que no haya una despedida masiva. Es un error muy grave, y si usted quiere presentar algunos cargos con la empresa, yo puedo…

Chasqueé la lengua y negué alzando la palma.

El motivo de contratar a un extranjero y que fuera americano, tenía sus motivos. Pero nunca imaginé esto.

—¿Qué quiere que haga, señor? —Volví mi mirada hacia Jin, mi asistente desde que acepté este cargo, mientras el guardaespaldas esperaba para que Jin se bajara.

Así que negué.

—Todo está muy encima… y mañana realmente necesito a esta mujer en la entrevista, incluso si no va a seguir trabajando a mi lado.

—Es un riesgo…

—Lo es… —Le pasé la Tablet a Jin y luego recosté mi cabeza en el asiento—. Pero tengo curiosidad en saber qué hará esta chica cuando ni siquiera sabe dónde está parada.

Jin miró al guardaespaldas y luego asintió.

—Bien… entonces volveré al edificio y seguiré su juego.

—Sí… mantenla al ojo. Mañana esperaremos un desastre o una verdadera sorpresa. Pero por sobre todo, Jin… haz como si ella tuviera el juego en sus manos.

Jin sonrió hacia mí y, luego de que la puerta se abrió, salió directo al edificio.

—Andando, Doyun… —tenía una reunión con el presidente en dos horas, el comienzo de las nuevas elecciones tenía a todos precipitados, pero tenía mis propias cartas.

Y, sobre todo, la tensión gobernaba ante las presuntas amenazas.

Miré el reloj de pulsera y luego noté que mi teléfono vibraba en unas llamadas. Nuevamente, era Iseul, pero las rechacé.

Al llegar al restaurante privado donde me reuniría con el presidente, entré con Doyun que me seguía como un perro faldero, mientras el hombre más importante del país, se puso de pie a mi entrada.

—King… —Le di la mano y luego me ofreció el asiento—. Por favor, dime que todo está listo para mañana…

—Lo está… —le aseguré mientras él tomó el aire.

—Me alegra escuchar… últimamente todo sale mal…

Lo miré directamente y tenía una respuesta para él. Por supuesto que salía todo mal cuando tomaba las mismas decisiones como las de un adolescente.

Hajun Park estaba envuelto en todo tipo de escándalos. Desde ser acusado por andar con chicas menores de edad, hasta excesos de alcohol, drogas y prostitutas. Tenía una esposa fachada, y una fila de amantes que se turnaban por hacer un escándalo cada fin de semana.

Él nunca hubiese sido el presidente de Corea, a no ser porque…

Apreté mis dientes, y bajé mi cabeza. A veces estos tragos amargos de los recuerdos me sacaban de forma, pero no era el momento para esto.

—Te necesito, Josh… eres literalmente mi boleto a la reelección…

Asentí de forma lenta y luego me masajeé la cien. No sé si estaba preparado a otros cinco años de sus mierd@s, pero era eso, o no cumplir una promesa que incluso me costó la vida.

—Esperaremos mañana… la rueda de prensa y el comienzo del debate electoral, será crucial… y tienes que seguir el plan.

—Josh, ¡vamos…! ¿No pensarás que me pondré una corbata y desfilaré con mi esposa?

—A menos que quieras perder…

—Vamos Josh… ¿Vas a humillar a este humilde servidor?

Aquí venía de nuevo este pendejo.

—Eres el perfil perfecto… —Hajun siguió mientras torcí los ojos—. Militar experto… trabajaste en las fuerzas armadas, incluso en trabajo de inteligencia. Tienes todas esas insignias en una chaqueta que no quieres portar.

—Basta Hajun… no estoy aquí para que me recuerdes un pasado.

—Un pasado excelente, Josh… es hora de que vuelvas a vivir… es hora… —Estrellé mi palma en la mesa, y Hajun se silenció de golpe.

—No me jodas con esa mierd@, sabes perfectamente cómo aconteció todo, y no necesitas hacerte el pendejo. Te veo mañana, cuenta con que todo saldrá bien… y no bebas esta noche… no pienso cargar con tus errores de nuevo… te lo advierto…

Hajun sonrió alzando la copa, y luego lo dijo.

—Como digas… jefe… —torcí los ojos levantándome de esa mesa.

A veces pensaba que mantener a Hajun Park en el poder era un error, pero ahora no había otra opción.

Caminé con Doyun en mis espaldas, y luego el teléfono volvió a vibrar en mi chaqueta.

Pensé que era mi madre, pero estaba este número extranjero, haciendo una llamada por el Whats*App.

Mi ceño se frunció enseguida, y deslicé el dedo por la pantalla para colocarlo en mi oreja.

—¿Señor King?

—Sí…

—Ammm… lo siento… siento molestarlo… yo… realmente necesito hablar con usted… por favor…

No sé por qué una sonrisa se dibujó en mi rostro, y no supe por qué motivo quise extender su mentira.

Carraspeé mi garganta y puse mi voz más seria.

—No será posible, señorita Harris… nos vemos mañana… —finalicé la llamada y luego marqué hacia Jin.

—Señor King…

—Jin… lo más seguro es que esta chica te entregue las cosas, y renuncie este mismo día… así que, acéptalo… veré qué haré mañana…

—Sí, señor… estaré al tanto. Nos vemos mañana.

Finalicé la llamada y sonreí.

—Te veías fuerte, y es una lástima pequeña mentirosa…

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