*UN DIVORCIO INMINENTE*
Kate Harris.
Estaba tratando de mantener las lágrimas a raya, pero me había vuelto tan frágil que ya estaba comenzando a odiarme.
Carl permanecía de pie frente a mí, buscando las palabras que ya sabía qué diría.
Esto era un divorcio inminente, un divorcio anunciado…
—¿Cómo te has sentido? No he podido venir porque… he tenido tanto trabajo… mi padre te manda saludos y…
Lo miré casi con odio. Había estado tan ciega.
Desde el momento en que lo vi me había enamorado como una pendeja de él. Lo había visto como si fuese el mejor hombre, pero ¿quién iba a creer que un hombre tan detallista, que me llevaba flores, y me trataba como a una reina, resultaría la peor decepción que habría tenido en la vida?
Carl Solivan era solo un espejismo. Un niño bonito y mimado que siempre conseguía lo que quería a costa de una empresa familiar, y cosas por la que no se había esforzado nunca. A sus veinte siete años era un completo inmaduro, que solo quería entrar en las piernas de las chicas que se las abrían para él sin ningún esfuerzo.
La gente que apenas lo conocía se enamoraban de él a primera vista, y es que Carl era demasiado astuto con las palabras. Además de una cara bonita.
«¿Por qué carajos me había casado con él?»
—Quiero ver a mi familia… ¿Dónde está mi teléfono?
Carl hizo una mueca, si había alguien a quien no le gustaba enfrentar, ese era a papá.
—Tu teléfono se hizo añicos… estaba esperando a que… despertaras…
Apreté mis dientes.
—¿Viniste todos los días? ¿O solo hoy?
—Por supuesto que todos los días… eres mi esposa, Kate… ¿Crees que lo que te pasó no me asustó? Dicen que demorarás mucho en recuperarte… tendrás que tomar terapias… necesitarás de mucha ayuda, así que mañana te traeré un móvil nuevo, y llamarás a tu familia…
Pasé un trago duro.
—Puedo seguir trabajando.
—Sí… —él se limpió la cara y se acercó un poco—. Eso venía a decirte… tu cuenta conmigo, Kate… tu trabajo está seguro.
Casi me le reí en la cara. Obvio que me necesitaba.
—Kate… —Carl sabía cómo manejarse, su físico de niñato y cara bonita convencía a todos—. Hay algo que… quisiera que conversáramos.
Aquí venía. Lo sabía. Maggie me había aconsejado que pareciera sorprendida, y que incluso sacara todo el provecho que quisiera en este divorcio, pero yo estaba asqueada con Carl, incluso tenerlo cerca, era repugnante para mí.
A todas las mujeres que habían engañado podían entender la sensación. Sentía que quería golpearlo, que quería gritarle, pero a la vez sabía que perdería la fuerza y el tiempo en alguien que no lo merecía.
Y lo peor de todo, es que aún sentía algo por él. Esa era la verdad.
Me recosté en la almohada en el instante, me sentía decepcionada de mí misma y de mis decisiones apresuradas. Tenía rabia conmigo misma cuando sentí que las lágrimas calientes rodaron por mis mejillas y luego, su mano encima de la mía me alertó.
—Kate… lo siento. No funcionó… esto no era lo que quería, y tú…
No quería escuchar. No quería escucharlo para nada.
—Por favor, Kate, mírame… —abrí los ojos—. Hemos cambiado mucho… tú, no sé qué pasó contigo, esa sonrisa, tu carisma, esa alegría… se esfumó, Kate. Usas esa ropa holgada siempre… parece que no tuvieras interés por ti misma… incluso… —Su cara se puso roja—. Todos dicen que no me representas… y me avergüenza, Kate.
Sonreí como si me burlara.
—Tú te has encargado de todo, Carl… te has encargado de joderme la vida…
—Kate.
—Cállate… ¿Qué vienes a decirme? ¿Quieres el divorcio para casarte con Ashley? ¿Y cuánto durará? Porque estoy segura de que no mucho. Hazte un favor, no te cases nunca más y no le jodas la vida a las mujeres…
Carl arrugó el ceño y pasó un trago dejando mi mano.
—¿Maggie te dijo algo?
—¿Maggie? ¡Todo el maldit* edificio sabe sobre nuestra vida! ¿Qué esperas?
Carl se puso serio.
—Tienes una actitud de mierd@, Kate…
—¿Sí? ¿Y qué esperabas? ¿Qué te aplaudiera? O prefieres que te diga que me encanta ver cómo coges con todas las mujeres de la empresa mientras yo soy el hazmerreír de la gente…
Hubo un silencio largo, y Kate negó, pero Carl se acercó otro poco
—Te quiero, Kate… pero ya no hay nada entre nosotros… —Volví a reír.
—Vaya forma de querer…
—No vas a estar sola. Quiero que continúes trabajando para nosotros… yo te quiero como persona, Kate, me has apoyado mucho y eso nunca lo olvidaré. No te dejaré sola, lo prometo. Te recuperarás de esto, volverás a ser esa chica que conocí… pero por ahora, lo mejor es que nos separemos. Yo… realmente quiero otra vida…
Cerré los ojos. En estos momentos no podía poner mi orgullo de primero rechazando el trabajo. Ni siquiera sabía cuánto tiempo iba a tomar para recuperarme, y dinero es lo que iba a necesitar de ahora en adelante.
Así que llamar a mi padre para decirle que necesitaba dinero no era una opción, no iba a ofenderlo de esta forma.
—Un abogado va a visitarte, Kate… por favor, colabora conmigo, esto es lo mejor para los dos… podemos tener acuerdos, tú podrías salir beneficiada…
No supe por cuanto tiempo mantuve los ojos cerrados, pero cuando los abrí, él ya no estaba delante de mí.
Me moví un poco cuando una enfermera tocó mi hombro para despertarme y vi mi cuerpo desnudo unos minutos después cuando vinieron a bañarme.
Al día siguiente llegó el abogado mientras una enfermera peinaba mi cabello mojado, y ella se quedó estática cuando él se presentó.
—Señorita Harris… —Ese era mi apellido de soltera, y el hombre se estaba metiendo en la película que le había pintado Carl—. Mac Weber, aquí presente… Imagino que sabe por qué estoy aquí…
—¿Quizás porque tengo motivos para dejar a mi marido en la calle, por sus constantes infidelidades y puedo alegar quedarme con todo?
Me encantó ver su tono gris en el rostro y cómo su postura cambió. Sin embargo, después de una hora estaba firmando los papeles para conciliar el asunto del divorcio. Una pequeña cifra se depositaría en mi cuenta, y seguiría trabajando en las empresas Solivan hasta que yo misma decidiera renunciar.
—Bien, solo queda que el señor Solivan firme, le enviaré las copias… no se preocupe…
El mismo abogado me dejó un teléfono nuevo, y cuando lo encendí configurando mis cuentas, directo a marcarle a mi padre, me detuve al pensar que no quería llamarlo para decirle “Fracasé”.
Dejé el móvil a un lado y miré mi mano. Aún tenía el anillo y sollocé con fuerza, pero no podía quedarme aquí en esta condición, y ya no sería más “Kate, la niña buena…”
En los días siguientes contraté un terapeuta, y aunque me sacaba las lágrimas, me esforcé por recuperarme mientras trabajaba desde casa, un piso que renté por supuesto, llegar a la casa que me recordaría mi fracaso, era enviarme nuevamente al abismo.
Envié solicitudes para un nuevo trabajo y me interesé por aquellas que estaban fuera de Nueva York, de Estados Unidos, y de todo lo que me recordara el pasado.
Después de meses de terapia, me miré al espejo sabiendo que era hora, viendo un inminente cambio en mi aspecto físico, al menos eso serviría por ahora. Había aceptado una solicitud en línea y tenía los boletos y documentos en mi mano, cuando alguien llegó por mis maletas para llevarme rumbo al aeropuerto y así viajar a Vancouver, mi nuevo lugar de trabajo, y de vida.
En el momento en que llegué al aeropuerto, había una situación, mi vuelo estaba demorado y había una fila muy larga. Alegué que tenía una situación de trabajo, checaron mis documentos, y aunque pareció un poco extraño, fui pasada a otra sala donde el ambiente cambió drásticamente.
—Señorita… debe pasar ahora mismo, su avión está casi saliendo.
Me levanté con presura, tomé mi maleta de mano, donde no llevé mucho y arribé el avión.
En el momento en que despegó mi vuelo y el piloto dio las instrucciones, me giré cuando una familia de asiáticos, comenzó a hablar en coreano con su niño de cinco años.
Entonces sonreí, y me puse cómoda para mi destino…
Pero en unas horas cuando desperté de una siesta y escuché que ya estábamos a punto de aterrizar, mi piel se erizó cuando el piloto dijo:
“Bienvenidos a Corea del sur”
*CONFUSIÓN* Kate Harris. Siempre escuché que, en medio de una crisis de alarma, lo mejor era parecer serena, pero ahora que todos estaban saliendo del avión, y veía que evidentemente estábamos aterrizando en Corea, me estaba paralizando los huesos. «¿Cómo había sucedido esto?» Revisé mis tiques, en ninguna parte decía Vancouver. Las manos me temblaban y fui a mi teléfono para comprobar el correo que había recibido unos días. En medio de la salida, la llegada a las maletas y la poca conexión, porque me estaba volviendo loca, vi un cartel con mi nombre y un hombre de pie. Allí decía: “Kate Harris”. Evidentemente, era yo, ¿o acaso había tanta Kate Harris en el mundo? Solté el aire sintiendo un alivio temporal. En el correo me especificaron que alguien me esperaría en el aeropuerto con mi nombre, así que no podía ser una casualidad. —Hola… —el hombre asintió de forma seria ante mi saludo. —¿Kate Harris? —su inglés era perfecto y asentí. —Sí, soy… Ammm… ¿Oiga? —Por favor, veng
*MENTIRA PIADOSA * Kate Harris. Mis pies parecían pesar toneladas mientras avanzaba hacia la imponente puerta que se abría ante mí. Cada latido de mi corazón resonaba en mis oídos, casi ahogando el sonido de mis propios pasos. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Qué estaba pasando realmente? El hombre que me había escoltado hasta aquí permanecía a mi lado. Su expresión imperturbable, como si estuviera acostumbrado a situaciones como esta, seguía a mi lado, y luego me frené al ver a un hombre alto, con un cuerpo atlético, y de traje, que estaba de espaldas a nosotros. De frente, había una vista impresionante. No sé exactamente en qué piso estábamos, pero todo se veía demasiado azul. El hombre a mi lado carraspeó, y luego ese hombre, se giró. Me quedé estática. Mis labios se despegaron y por un momento retuve el aliento cuando esa mirada rayada en una línea, me observó. Las facciones del hombre eran perfectas. Debía tener más de treinta y cinco años, el traje que tenía se amoldaba
*PEQUEÑA MENTIROSA* Josh King. —Kate Harris, como está en el expediente, señor King… —miré por la pantalla y detallé su foto. Tenía un buen perfil y ojos almendrados, algo que no detallé en la oficina, eso, porque no alejé los ojos del vestido que se ceñía a su cuerpo, y de esas piernas tonificadas, junto a unos pies extremadamente blancos, arropados por unas finas sandalias. —Tiene veintitrés años, estadounidense. Acaba de firmar un divorcio que solo duró dos años… Apreté la mandíbula y fruncí el ceño. ¿Un divorcio a los veinte tres años? Demasiado prematuro. —Con respecto a su presentación, solo es una fachada, ella está mintiendo porque no es la persona que esperábamos —Alcé la vista hacia Jin y luego asentí—. Es evidente que ella no sabe por qué está aquí, Señor. —Se le nota… —corroboré la información—. Está totalmente perdida, pero aun así, siguió con la mentira. Los nervios en su boca temblorosa, sus manos moviéndose todo el tiempo, y cada vez que me desviaba la
*NO PODÍA SER PEOR.* Kate Harris. Después de la salida del señor King, me quedé sentada en la lujosa oficina, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Me sentía como si estuviera en medio de un torbellino, atrapada en una situación que estaba muy por encima de mi nivel de experiencia y habilidad. El iPad que me había entregado el señor King reposaba frente a mí, mostrando una lista interminable de contactos, protocolos y documentos que debía revisar y estudiar. Mis manos temblaban ligeramente mientras deslizaba los dedos por la pantalla, tratando de asimilar toda la información. Esto sería demasiado para mí, pero sobre todo cuando llamé más de diez veces al contacto en Vancouver, y no obtuve respuesta. Demoré horas en esa oficina leyendo los documentos y tratando de hacer un esquema para organizar todo, pero cuando vi la palabra protocolo y en cómo debía hacer conexiones con otros países para los beneficios comerciales, quise arrancarme el cabello. «¿En qué me había meti
*PROMETIDA* Kate Harris. Coloqué un poco más de corrector en mis ojeras, porque si había dormido una hora o dos, estaría exagerando. Tomé el maletín en mi mano, me puse una chaqueta a juego con mi vestido negro, ajustado a mi cuerpo, y salí de la habitación del hotel. Antes de la hora acordada, estaba afuera esperando el auto, y antes que incluso llegara la hora de presentarme al hotel donde iniciarían la entrevista, yo estaba allí repasando todas mis líneas. Mostré el pase que me envió el señor Jin por correo, y leí una nota que decía que no le había dicho nada al señor King. Así que sonreí. Pero en el momento en que entré al auditorio principal, donde se llevaría a cabo todo, una mujer, muy elegante, hermosa, y muy blanca, se giró levantando una ceja y mirándome de arriba a abajo. Su vestimenta era perfecta, incluso ella podría ser una modelo de revista. —Disculpa… ¿Tienes invitación? Es que sé de todos los que estarán en este sitio, pero eres la única que no conozco. Carr
CAPÍTULO 8*SU NUEVO TRABAJO* Josh King.La presión era un excelente método para saber de qué estaban hechas las personas. Y aunque no tenía en mis pensamientos de que la señorita Harris se presentaría después de su mentira, esto había sido un plus, que se me había ocurrido de un momento a otro, sobre todo para el beneficio que me traería la compañía con dicha mujer, en este comienzo de elecciones.Fue un pensamiento repentino, algo fugaz en esa oficina cuando ella miró mis ojos.Así que sería un trabajo más. Si no quería verse envuelta en una demanda, ella aceptaría mi propuesta sí o sí, y pagaría por dejarse llevar y sobre todo mentirme en la cara.Algo que detestaba.Iseul me miró desde la esquina, ya sabía lo que estaba pensando, así que le quité la mirada y luego la escuché cuando fue la primera en presentar un buen plan de mercado y economía para estos nuevos cinco años de nuestro partido político, si ganaba las elecciones en tres meses.Después de ella, cada uno presentó una p
*LA PROPUESTA DEL SEÑOR KING* UN PACTO DE CONVENIENCIA Kate Harris. El aire se volvió denso en la habitación, como si cada palabra que había sido pronunciada pesara sobre nosotros. Miré fijamente al señor King, tratando de procesar toda la información que acababa de recibir. Él, por otro lado, permanecía imperturbable, como si estuviera acostumbrado a manejar situaciones tan delicadas como esta. —Señor King, esto es… —intenté encontrar las palabras adecuadas, pero mi mente parecía estar en blanco. —Es una propuesta, señorita Harris —interrumpió él con tono firme, pero no exento de una pizca de paciencia—. Una propuesta que, por su bienestar y el mío, le recomendaría que considere seriamente. Mi corazón martilleaba en mi pecho mientras trataba de asimilar la magnitud de lo que estaba sugiriendo. Convertirme en su prometida, era una idea descabellada, y sobre todo fuera de los planes que había en mi mente. Entonces otra idea se me cruzó por la mente. —Si la señorita Iseul es la
*ATENTADO* Kate Harris. —Dios… —me quedé congelada cuando el auto que me trajo al edificio gubernamental, se detuvo. Había muchísima gente. Reporteros, cámaras y todo tiempo de personas arremolinadas alrededor, mirando hacia el auto, entretanto me pregunté qué estaba pasando. —Espere aquí, señorita Harris… —El conductor se bajó y rápidamente vi cómo unos guardias salieron del edificio para llegar al auto y abrir la puerta. Y aunque no estaba segura, tuve que bajarme. Caminé en medio de la gente que hablaba de forma rápida, lanzando muchas preguntas y apretujándome de alguna forma. —¿Es esto una estrategia electoral? —¿Dónde conoció al Señor King, realmente? —¿Tienen una fecha de boda? —¿Cuántos años tiene? Me detuve un momento mirando a la persona que hizo la última pregunta, y pensé: ¿cuántos años tenía el señor King? Los guardias terminaron por ayudarme a entrar a la residencia presidencial y no pude mirar atrás para saber sobre el despelote, porque a los guardias les ur