CAPÍTULO 3 CONFUSIÓN

*CONFUSIÓN*

Kate Harris.

Siempre escuché que, en medio de una crisis de alarma, lo mejor era parecer serena, pero ahora que todos estaban saliendo del avión, y veía que evidentemente estábamos aterrizando en Corea, me estaba paralizando los huesos.

«¿Cómo había sucedido esto?»

Revisé mis tiques, en ninguna parte decía Vancouver. Las manos me temblaban y fui a mi teléfono para comprobar el correo que había recibido unos días.

En medio de la salida, la llegada a las maletas y la poca conexión, porque me estaba volviendo loca, vi un cartel con mi nombre y un hombre de pie.

Allí decía: “Kate Harris”.

Evidentemente, era yo, ¿o acaso había tanta Kate Harris en el mundo?

Solté el aire sintiendo un alivio temporal. En el correo me especificaron que alguien me esperaría en el aeropuerto con mi nombre, así que no podía ser una casualidad.

—Hola… —el hombre asintió de forma seria ante mi saludo.

—¿Kate Harris? —su inglés era perfecto y asentí.

—Sí, soy… Ammm… ¿Oiga?

—Por favor, venga conmigo…

—Señor… una pregunta… —el hombre caminó tomando mi maleta, y luego habló por su cable.

Mordí mi labio tratando de llevarle el paso mientras todo se extendía a mis ojos.

Evidentemente, todo estaba en coreano, para mi suerte era un idioma que manejaba, pero no entendía por qué estaba aquí.

¿Haría un trabajo temporal de la empresa y no me habían notificado en el último momento?

Tomé el aire cuando se abrió la puerta de una auto negro para mí, y luego me senté esperando a que el hombre también se subiera para inundarlo de preguntas, pero este nunca lo hizo.

Él ordenó al chofer andar y luego se subió a otro auto.

Y no me quedaba más que hacer algo.

—Disculpe… —el conductor me miró por el retrovisor y lo dijo en coreano.

—No hablo inglés…

—Ok… —cerré los ojos y le pregunté lentamente en su idioma—. ¿A dónde vamos?

El hombre me miró por el retrovisor y luego negó.

—No estoy autorizado… lo siento…

Mi ceño se frunció y me recosté en el asiento. Busqué mi teléfono para activar el roaming, pero parecía no funcionar por el momento.

—Tranquila… esto es un malentendido.

Escribí un correo largo especificando todo lo que estaba pasando, porque en cuanto tuviera internet, lo enviaría.

Pasó al menos veinte minutos cuando me abrieron la puerta, y un gran hotel apareció ante mis ojos.

Decir que la ciudad era vivir unos cincuenta años adelantado, era quedarse corto, todo era demasiado lujoso y tecnológico y me pregunté si esta empresa era tan grande como lo que había elegido.

En medio de mi confusión me dejé conducir al interior. Me registraron bajo mi nombre y presente mi documentación, y ese mismo hombre del aeropuerto, me llevó hasta la habitación.

—Señorita Harris… mañana en la mañana, vendré a buscarla…

—Pensé que comenzaría hoy mismo… me dijeron que el jefe necesitaba de mis servicios con urgencia.

El nombre asintió, pasó la tarjeta por la puerta y se metió como si comprobara todo para volver a salir.

—Así es… pero el jefe desea que tenga un día de descanso, así que mañana a primera hora vendré por usted… —Me quedé con las palabras en la boca, ese hombre tenía un rostro de piedra sin ninguna expresión, y solo vi sus cejas cuando el ascensor se cerró.

—Dios… esto si es extremo… —me metí en la habitación y me quedé estática cuando todo era inmenso y lujoso—. Espero que esto no me lo descuenten de mi sueldo…

Lo primero que hice fue encender mi portátil. Envié el correo expresando mis inconformidades, bueno, con respecto al país y la confusión, se suponía que viajaría a Vancouver, e hice como mil preguntas, aunque sabía que no era lo correcto, y luego le di enviar a la empresa. 

Cuando mi teléfono se activó por la noche, tenía mensajes de Maggie y papá, pero preferí ignorarlo y decidí descansar.

La primera impresión era la que contaba y quería dar una muy buena ante ese jefe nuevo…

***

Miércoles por la mañana.

En el momento en que tocaron a la puerta, yo ya estaba lista. Tomé mi maletín y comprobé mi ropa, un vestido negro por las rodillas y una chaqueta de color crema que llegaba a la misma altura.

El mismo hombre estaba allí de pie, con cara agria.

—Buenos días, señorita Harris…

—Buenos días… —aunque le ofrecí una sonrisa, él nunca la devolvió.

Solté el aire en el ascensor, y comprobé mi celular al que no habían respondido el correo.

—Ammm… ¿Iremos a la oficina? —el hombre frunció el ceño y luego, cuando estuvimos fuera, abrió la puerta del auto.

—Vamos hacia el jefe…

Atropelló un poco el inglés y solo asentí. Allí despejaría las dudas, lidiar con él no era la mejor opción, hablaría directamente con el jefe.

 Yo había esperado llegar a un edifico de cinco pisos como lo vi en las fotos, pero ni esto era Vancouver, y las cosas se estaban deformando cuando un montón de reporteros, nos esperaban en una construcción inmensa que decía “Residencia Presidencial de Corea del Sur”.

Tuve que pasar un trago, esto se estaba colocando demasiado extraño.

—Señor… —exclamé cuando me bajé totalmente del auto, y este hombre caminó mientras un montón de guardias vinieron a nosotros para requisarnos de pies a cabeza—. Escuche… yo creo que… creo que esto es una equivocación…

Se suponía que iba a trabajar con un economista de Canadá, yo sería la extensión para sus posibles conexiones y relaciones públicas, pero esto ya era salirse de lo bizarro.

—Camine por favor… —caminé casi como si contara mis pasos. Cada salón donde pasaba, cada pasillo me arrojaba una alerta muy roja… casi roja sangre, mientras mi corazón latía con fuerza.

Mi teléfono comenzó a titilar, y cuando vi, había un correo de la empresa.

Pero lo único que alcancé a leer mientras caminaba con rapidez, fue:

“¿Corea? No, definitivamente hay una equivocación, el chofer se quedó esperando en el aeropuerto, señorita Harris, usted tal vez…”

—Adelante… —el hombre interrumpió mi lectura mientras mi pecho estaba tan acelerado como nunca.

Estaba delante de una puerta inmensa cuando me detuve a su indicación, no me dio tiempo de procesar nada cuando este se abrió mientras la respiración se atascó en mi garganta cuando leí la descripción:

“Sr. King, primer ministro…”

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