¿Ahora?

Después de unos momentos de silencio reverente, a Lucian se le ocurrió una idea.

—Phoenix, ¿qué te parece si damos un paseo por los jardines? ¿Con Alaric?— sugirió, observándola atentamente.

Phoenix levantó la vista hacia él, sorprendida.

—¿Ahora?— preguntó, frunciendo ligeramente el ceño.

—Sí. Creo que el aire fresco te hará bien. Llevas demasiado tiempo encerrada en esas habitaciones— respondió Lucian, con una pequeña sonrisa curvando sus labios.

Phoenix miró a Alaric y luego de nuevo a Lucian. El deseo de salir, respirar aire puro y estar con su hijo era irresistible. Un suave asomo de sonrisa apareció en sus labios.

—Gracias, Lucian— dijo con sinceridad.

Lucian sonrió, satisfecho con su reacción.

—Entonces vamos— respondió.

Los tres salieron de los aposentos de Alaric y caminaron por los pasillos del castillo hacia los jardines colgantes. La brisa de la mañana era fresca, cargada del aroma de las flores recién abiertas. El canto de los pájaros llenaba el silencio
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