Ulrich bajó las escaleras del porche de la mansión, cada paso más pesado que el anterior, mientras masajeaba su cuello dolorido. El amanecer despuntaba en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos suaves de naranja y rosa, pero la belleza de la escena no aliviaba la tensión que lo consumía. Suspiró, cansado, con los pensamientos aún atrapados en la noche mal dormida. Hacía tiempo que no dormía en el sofá, pero esa noche parecía la única opción sensata. Phoenix había dejado claro que ya no quería nada con él, y tal vez eso era lo mejor. Al fin y al cabo, él tampoco podía continuar con ella, sabiendo que Pryo, su predestinada, estaba en algún lugar allá afuera, esperándolo.Roderic, que estaba observando a Ulrich a la distancia, se acercó, rompiendo el silencio."Rey Ulrich, ¿está listo para volver a Eldorheim?" La voz de Roderic llevaba una mezcla de expectativa y seriedad, pero Ulrich no pudo evitar la ola de amargura que subió a su garganta.Ulrich miró a su alrededor, como si buscara
El silencio que siguió fue mortal. Ulrich miró a Phoenix con una intensidad que parecía perforar su alma. No necesitaba palabras para transmitir la gravedad de la situación, pero sabía que lo que vendría a continuación exigiría más que simples órdenes."¿Es esto realmente lo que quieres?" Ulrich rompió el silencio, su voz cargada de una calma peligrosa. "¿Despertar a tu loba?"Phoenix lo miró sin desviar la mirada. "Sí," respondió, decidida. "Es mi derecho.""No es tan simple," replicó él, su voz cargada con la amarga sabiduría de los lobos de Black Moon. "No para nosotros.""Lo sé," dijo Phoenix, manteniendo el tono firme. "Lyanna me dijo que necesitaba sentir furia."Ulrich asintió, comprendiendo el desafío que ella enfrentaba. "La furia por sí sola no es suficiente. Los lobos de Black Moon están guiados por una furia que les da propósito. No es cualquier ira. Es algo más profundo, más visceral."Phoenix desvió la mirada por un breve instante antes de volver a mirarlo con despre
El campo de entrenamiento en Wolfpine estaba envuelto en un silencio pesado, como si el propio universo se hubiera detenido para presenciar lo que estaba a punto de suceder. El viento frío cortaba el aire, haciendo que el cabello de Phoenix volara alrededor de su rostro, pero ella no sentía nada de eso. Todo lo que resonaba en su mente eran las palabras de Ulrich, repetidas como un mantra cruel:"Tu madre está muerta."Ella lo miró, esperando cualquier indicio de duda, una señal de que aquello era una mentira, pero la mirada de Ulrich era sólida, una muralla impenetrable. Él respiró hondo, el aire helado del invierno mezclándose con la tensión en el ambiente, mientras observaba a Phoenix. Las palabras que acababa de pronunciar flotaban en el aire entre ellos, cargadas con una gravedad que parecía arrastrar a Phoenix hacia el abismo.Sus ojos, que antes estaban llenos de un
La transformación de Phoenix comenzó como un dolor agudo, como si su cuerpo estuviera siendo desgarrado en mil pedazos. El dolor no era solo físico; era una agonía profunda que parecía arrancar su alma, sus gritos ahogados por la furia y el dolor que inundaban su corazón.El dolor y la furia comenzaron a burbujear en su pecho, una sensación que Phoenix nunca había experimentado antes. Su cuerpo comenzó a temblar, como si estuviera a punto de desmoronarse bajo la presión de estas emociones abrumadoras. Cada respiración era difícil, como si el aire se hubiera convertido en un líquido espeso, obligándose a bajar por su garganta.Cada hueso, cada músculo en su cuerpo, parecía retorcerse y cambiar de forma mientras la esencia de la loba dentro de ella luchaba por emerger. La visión de Phoenix se oscureció y destellos de recuerdos comenzaron a inundar
Ulrich, con los músculos tensos, observaba a Pryo, la loba de Phoenix, que estaba parada frente a él, con los ojos azules brillando de furia. Era una visión imponente, una mezcla de fuerza y belleza que le recordaba a Phoenix en su forma humana, pero había algo diferente, algo más salvaje, más implacable."Pryo," comenzó Ulrich, manteniendo la voz firme. "Necesitamos hablar."Pryo gruñó, sus labios se retrajeron revelando afilados colmillos."No soy Phoenix," respondió con un tono helado. Sus palabras estaban cargadas de una profunda ira que Ulrich podía sentir reverberar en el aire a su alrededor. "Tus dulces palabras no me convencerán."Antes de que él pudiera responder, Pryo avanzó con una rapidez impresionante, dejando a Ulrich sin tiempo para reaccionar. Intentó empujarla con todas sus fuerzas, pero Pryo era implacable. Sus mandíbulas se cerraron sobre el antebrazo de Ulrich, y él sintió el dolor agudo de la mordida. El sabor metálico de la sangre llenó su boca mientras jadeaba,
La lucha que siguió fue brutal. Mastiff, aunque más fuerte que Ulrich, estaba en desventaja. Pryo parecía estar movida por una fuerza primitiva, algo mucho más poderoso que la simple ira. Ella lo atacó sin piedad, cada golpe llevando a Mastiff al límite. Intentó defenderse, pero Pryo era incansable, su furia alimentando cada movimiento.Mastiff, desesperado, intentó levantarse, pero Pryo era implacable. Con una fuerza sobrenatural, lo lanzó contra el suelo nuevamente, la cabeza de Mastiff golpeando la tierra con un impacto que hizo vibrar su cráneo. Su visión se oscureció por un momento, el sabor metálico de la sangre llenando su boca.Pryo, sin misericordia, no se detuvo. Se ha erguido sobre Mastiff, sus poderosas patas aplastándolo contra el suelo mientras gruñía ferozmente, mostrando los dientes, lista para el ataque final. Mastiff, ahora con el cuerpo cubierto de heridas profundas, intentaba inútilmente liberarse, pero Pryo lo mantenía inmovilizado, su fuerza abrumadora sofocando
Phoenix se despertó sobresaltada, su cuerpo empapado en sudor, su mente aún invadida por los recuerdos de la brutal batalla que Pryo libró contra Mastiff. El olor metálico de la sangre aún parecía flotar en el aire, y la sensación del impacto de las patas de Pryo aplastando a Mastiff contra el suelo resonaba dolorosamente en sus músculos. Casi podía escuchar el sonido de los huesos de Mastiff rompiéndose bajo el peso de Pryo, cada crujido, cada gemido ahogado de él, grabados en su mente como cicatrices.Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en sus aposentos. La habitación ahora le parecía un lugar extraño e incómodo. La oscuridad de las pesadas cortinas contribuía a la atmósfera sofocante. El cuerpo de Phoenix se sentía pesado, como si cada miembro estuviera hecho de plomo. Intentó mover el hombro y sintió un dolor agudo. Miró hacia abajo y vio un vendaje cubierto por una mancha de sangre seca. Instintivamente, arrancó el vendaje con un tirón firme, sus dedos temblando. La
El Rey Ulrich estaba sentado en la cama de Lyanna y Roderic, su cuerpo exhausto y cubierto de vendajes. Las damas de compañía de Phoenix trabajaban meticulosamente, cuidando de las heridas que Pryo le había infligido durante el enfrentamiento. Ulrich observaba los movimientos delicados de Eloise, quien ajustaba una venda en su hombro, donde las garras de Pryo habían dejado una marca profunda. Su mente, sin embargo, estaba lejos de allí, atrapada en los recuerdos de la batalla que casi lo destruyó.Cada herida, cada rasguño, era una marca dejada por Pryo, la loba de Phoenix. En cualquier otra situación, Ulrich estaría consumido por la ira y el deseo de venganza, pero no está vez. Pryo no era un enemigo común, no era una adversaria cualquiera. Ella era su compañera destinada, la loba perfecta, poderosa e indomable, así como la mujer a la que pertenecía. Y eso lo llenaba de un extraño sentimiento de satisfacción. Para Ulrich, esas heridas eran más que cicatrices físicas; eran símbolos de