Especial

El salón estaba silencioso, pero preparado con la elegancia típica del Este. Las largas ventanas dejaban que la luz dorada de la mañana invadiera el ambiente en ángulos suaves. La mesa central estaba dispuesta con bandejas de plata, copas de cristal y platos de cerámica rústica pintados a mano. En el centro de la mesa, un arreglo con ramas secas y flores del campo aportaba la simplicidad que tanto gustaba a Phoenix, aunque no fuera una elección de los criados.

Arabella llegó primero. Se sentó con rigidez en un extremo de la mesa, aún insegura de si realmente debía estar allí. No era un lugar para una dama de compañía. Era un espacio reservado para consejeros, miembros de la corte… o esposas de sangre real.

Sin embargo, Arabella no era una dama de compañía. Solo fingía serlo. Y ahora también debía fingir durante la comida en su prop

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