Vio al equipo táctico de la policía desplegarse, pero aquel almacén era una nave de concreto y metal, sin ventanas que pudieran usar para averiguar cuál era la situación adentro. No podían ni siquiera imaginar quién era la persona que realmente había recibido aquel disparo y se había desangrado aun
Valeria puso a Alice detrás de ella, pero sabía que sería imposible esconderla, no había donde. Había escuchado el disparo, los gritos, y por una rendija de la puerta había visto s Samuel salir corriendo del almacén envuelto en llamas. Miranda lo había matado por traicionarla, o por creer de alguna
—Tuve problemas de traiciones —respondió Miranda. —¿Baxter? —preguntó Nick levantando una ceja—. Y lo vi, quedó hecho una chuleta mal asada. Pero ¿tu padre también? Miranda negó, confundida y nerviosa. —¡No, no! Baxter mató a papá… Yo solo hice justicia. ¡Ya me conoces, Nicky, no soporto las inju
Valeria abrazó aún más Alice cuando escuchó decir aquello. Se podía escuchar la acusación y la rabia en el tono de su voz. —¡Aaaah! Pensaste que no lo descubriría… —siguió él—. Pero al parecer no eres muy buena en matemáticas, porque tus fechas no coinciden. Tienes demasiadas semanas y el cuento de
—¡Quítese! —le gritó Valeria mientras echaba a Alice a un lado para evitar que la mujer la tocara—. ¡Corre, Alice! ¡A la puerta! ¡Corre! ¡Corre…! —¡Noooo! ¡Mami! —chilló la niña mientras la señora Jones trataba de agarrar a Valeria, pero la muchacha hizo lo que jamás creyó que necesitaría hacer. T
Los gritos de repente se convirtieron en algo natural. Valeria se revolvió en los brazos de Elliot para mirar al almacén cuando escuchó el segundo estampido de un balazo. La gente entraba y salía corriendo del almacén, y Valeria sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Intentó volver adentro
Andrew apretó su mano para confortarla, pero era más que evidente que Valeria estaba sin sombra. —Entonces ve con él —la animó—. Yo estoy bien y me están cuidando bien. Ve. Valeria le dio las gracias y salió disparada hacia la sala de espera, donde ya Layla daba vueltas como una leona. —¿Alguna n
Valeria sintió que el mundo le daba vueltas. Intentó aferrarse a una de las sillas de la sala de espera, pero finalmente los brazos de Richard fueron lo único que impidieron que se fuera de bruces contra el suelo. —¡Tiene que haber algo que podamos hacer! —lloró Layla—. No puede estar así para siem