Los gritos de repente se convirtieron en algo natural. Valeria se revolvió en los brazos de Elliot para mirar al almacén cuando escuchó el segundo estampido de un balazo. La gente entraba y salía corriendo del almacén, y Valeria sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Intentó volver adentro
Andrew apretó su mano para confortarla, pero era más que evidente que Valeria estaba sin sombra. —Entonces ve con él —la animó—. Yo estoy bien y me están cuidando bien. Ve. Valeria le dio las gracias y salió disparada hacia la sala de espera, donde ya Layla daba vueltas como una leona. —¿Alguna n
Valeria sintió que el mundo le daba vueltas. Intentó aferrarse a una de las sillas de la sala de espera, pero finalmente los brazos de Richard fueron lo único que impidieron que se fuera de bruces contra el suelo. —¡Tiene que haber algo que podamos hacer! —lloró Layla—. No puede estar así para siem
—Ven dame tu teléfono, que voy a pasarte un regalo. —Conectó el teléfono de Valeria a la máquina y le grabó el ultrasonido—. Hay muchos sonidos que calman a los bebés, pero te puedo asegurar que lo que mejor calma a las mamás en escuchar a sus bebés. Valeria le agradeció y regresó junto a Nick. Est
Nick hizo un esfuerzo para levantarse. Necesitaba poner en orden su vida y sobre todo su cuerpo, aquellas cuatro semanas dormido no lo habían ayudado precisamente. Tocó la cama a su lado y se dio cuenta de que estaba fría, Valeria debía haberse levantado hacía rato, y él tenía los sentidos tan embot
—Sexo. Nick casi tosió de la impresión y levantó una ceja incrédula. —¿En serio? ¿No te alcanzó con lo de anoche…? —No, el sexo acelera el parto y yo ya quiero que estas niñas nazcan —lo amenazó Valeria con seriedad—. Así que tú verás cómo le haces, pero procura que salgan las dos hoy mismo. Nic
Valeria respiró profundo. Había tomado clases, había leído libros, había hecho absolutamente todo lo que se suponía que debía hacer, pero nada podía prepararla para el dolor que iba a sentir. —¡Te voy a hacer la vasectomía con pincitas de manicure! —le gritó a Nick cuando le llegaba otra contracció
Valeria miró a su hermano, que las estaba observando de reojo cada cinco minutos. —No te preocupes, no tendrás que insistir demasiado —le aseguró, notando el brillo en los ojos de Elliot—. Está que se muere por ti, pero ya deja el estira y encoje, Emma; no tienes diecisiete años. Si te gusta solo d