Valeria respiró profundo. Había tomado clases, había leído libros, había hecho absolutamente todo lo que se suponía que debía hacer, pero nada podía prepararla para el dolor que iba a sentir. —¡Te voy a hacer la vasectomía con pincitas de manicure! —le gritó a Nick cuando le llegaba otra contracció
Valeria miró a su hermano, que las estaba observando de reojo cada cinco minutos. —No te preocupes, no tendrás que insistir demasiado —le aseguró, notando el brillo en los ojos de Elliot—. Está que se muere por ti, pero ya deja el estira y encoje, Emma; no tienes diecisiete años. Si te gusta solo d
Layla se puso pálida, rosada, roja, y casi pasa por todos los colores del arcoíris cuando escuchó a Richard preguntarle aquello. —¡Alguien que me traiga una escoba! —pidió—. ¡Porque juro que le voy a pegar con ella! Todos estallaron en carcajadas mientras Richard hacía un puchero. —Tampoco es el
Nick negó con inquietud. No le agradaba nada la idea, pero sabía que Valeria no era de las que pedían permiso, así que aquello era un intento amable por llegar a un consenso antes de hacer lo que le diera la gana. —Está bien, pero quiero acompañarte. Valeria accedió, porque realmente no esperaba n
—Estás muy loca —se rio Connor mientras casi escupía su champaña—. ¿De verdad quieres hacerlo? —Por supuesto —aseguró Valeria—. Pero necesito ayuda porque obviamente tú conoces a las personas adecuadas. —Está bien, lo prepararé —accedió Connor—, pero no me responsabilizo por el resultado. —¡Cielo
—¡Pero nos estamos divirtiendo! —le gritó Lydia mientras mecía a las bebés desde la terraza de la mansión. Media hora después ya Nick había asaltado el despacho de Connor, y Jake Lieberman le había confirmado que en efecto, Valeria había estado allí con Connor, pero que habían ido a tomar algo a un
Caminar hacia el altar del brazo de su padre era lo que toda niña soñaba de pequeña… pero a los gemelos eso no les importó. Cada uno se apostó en un tramo del pasillo y reclamaron llevarla. Andrew se la entregó a Richard, Richard se la entregó a Elliot, y Elliot se la entregó a Nick. —Literalmente
Ocho años después. Alice entró en el despacho de su padre y lo vio sentado frente a la venta, taciturno y preocupado. —¿Papá? ¿Estás bien? —le preguntó acercándose. —¡Hola mi vida! ¡Qué temprano saliste de la universidad! —le sonrió Nick, abrazándola—. Pensé que tenías examen final. Alice había