—Estás muy loca —se rio Connor mientras casi escupía su champaña—. ¿De verdad quieres hacerlo? —Por supuesto —aseguró Valeria—. Pero necesito ayuda porque obviamente tú conoces a las personas adecuadas. —Está bien, lo prepararé —accedió Connor—, pero no me responsabilizo por el resultado. —¡Cielo
—¡Pero nos estamos divirtiendo! —le gritó Lydia mientras mecía a las bebés desde la terraza de la mansión. Media hora después ya Nick había asaltado el despacho de Connor, y Jake Lieberman le había confirmado que en efecto, Valeria había estado allí con Connor, pero que habían ido a tomar algo a un
Caminar hacia el altar del brazo de su padre era lo que toda niña soñaba de pequeña… pero a los gemelos eso no les importó. Cada uno se apostó en un tramo del pasillo y reclamaron llevarla. Andrew se la entregó a Richard, Richard se la entregó a Elliot, y Elliot se la entregó a Nick. —Literalmente
Ocho años después. Alice entró en el despacho de su padre y lo vio sentado frente a la venta, taciturno y preocupado. —¿Papá? ¿Estás bien? —le preguntó acercándose. —¡Hola mi vida! ¡Qué temprano saliste de la universidad! —le sonrió Nick, abrazándola—. Pensé que tenías examen final. Alice había
Alice se dejó caer de nuevo en el sofá y lo miró con un puchero inconsciente mientras su papá le sonreía. —Solo no quiero que salgas lastimada. —Si salgo lastimada harás lo que hacen todos los padres: me comprarás helado y hablaremos mal de él —replicó Alice—. Pero mientras tanto sigue siendo mi d
LA PEQUEÑA REVOLTOSA DEL CEO Un libro de Valeria Adams Bestseller del New York Times Número uno en el ranking de ventas por doce semanas. El anuncio aparecía en la enorme pantalla detrás del set de grabación. Una maquillista se ocupaba de alistarla y la periodista se reía a su lado, porque eran
CIERRE de la serie PASIONES TORMENTOSAS, que incluye los libros: La pequeña Revoltosa del CEO, Baby, Amor rebelde, (Trilogía) Vale todo, ¿Tuya o mía? QUINCE AÑOS DESPUÉS DE LOS HECHOS NARRADOS EN LA PEQUEÑA REVOLTOSA DEL CEO. Valeria se miró delante del espejo y se le escapó un puchero al ver la
—Pues claro que sí, ¿cómo no? —exclamó Layla riendo—. Nos vemos mañana, entonces. —Sí, nos vemos mañana —respondió Baby por teléfono antes de colgar. Connor y Baby llegaron al aeropuerto a la mañana siguiente para esperar al avión privado que venìa desde California. —¡Dios! Parecemos niños nervio