Valeria sintió que el mundo le daba vueltas. Intentó aferrarse a una de las sillas de la sala de espera, pero finalmente los brazos de Richard fueron lo único que impidieron que se fuera de bruces contra el suelo. —¡Tiene que haber algo que podamos hacer! —lloró Layla—. No puede estar así para siem
—Ven dame tu teléfono, que voy a pasarte un regalo. —Conectó el teléfono de Valeria a la máquina y le grabó el ultrasonido—. Hay muchos sonidos que calman a los bebés, pero te puedo asegurar que lo que mejor calma a las mamás en escuchar a sus bebés. Valeria le agradeció y regresó junto a Nick. Est
Nick hizo un esfuerzo para levantarse. Necesitaba poner en orden su vida y sobre todo su cuerpo, aquellas cuatro semanas dormido no lo habían ayudado precisamente. Tocó la cama a su lado y se dio cuenta de que estaba fría, Valeria debía haberse levantado hacía rato, y él tenía los sentidos tan embot
—Sexo. Nick casi tosió de la impresión y levantó una ceja incrédula. —¿En serio? ¿No te alcanzó con lo de anoche…? —No, el sexo acelera el parto y yo ya quiero que estas niñas nazcan —lo amenazó Valeria con seriedad—. Así que tú verás cómo le haces, pero procura que salgan las dos hoy mismo. Nic
Valeria respiró profundo. Había tomado clases, había leído libros, había hecho absolutamente todo lo que se suponía que debía hacer, pero nada podía prepararla para el dolor que iba a sentir. —¡Te voy a hacer la vasectomía con pincitas de manicure! —le gritó a Nick cuando le llegaba otra contracció
Valeria miró a su hermano, que las estaba observando de reojo cada cinco minutos. —No te preocupes, no tendrás que insistir demasiado —le aseguró, notando el brillo en los ojos de Elliot—. Está que se muere por ti, pero ya deja el estira y encoje, Emma; no tienes diecisiete años. Si te gusta solo d
Layla se puso pálida, rosada, roja, y casi pasa por todos los colores del arcoíris cuando escuchó a Richard preguntarle aquello. —¡Alguien que me traiga una escoba! —pidió—. ¡Porque juro que le voy a pegar con ella! Todos estallaron en carcajadas mientras Richard hacía un puchero. —Tampoco es el
Nick negó con inquietud. No le agradaba nada la idea, pero sabía que Valeria no era de las que pedían permiso, así que aquello era un intento amable por llegar a un consenso antes de hacer lo que le diera la gana. —Está bien, pero quiero acompañarte. Valeria accedió, porque realmente no esperaba n